Tiene maneras de presentadora de televisión: seduce y engancha a quien habla con ella con su vitalidad desbordante. Y tiene, también, un amor propio a prueba de bomba, que no se achica ante ningún reto. Así, por el “¡a que no eres capaz…!” de sus hermanos, se lanzó a saltar en paracaídas o a participar en triatlones. Como directora de comunicación y marketing de Adecco España es capaz de explicar cómo ve el futuro de las relaciones laborales.
¿Cuáles pueden ser los sectores, perfiles, formas de trabajo futuros?
Cuando hablamos del futuro del trabajo y de sectores, siempre digo que hablar ahora de sectores es difuso, porque los sectores han desaparecido… Los sectores están cada vez más entremezclados, así que resulta complicado establecer qué sectores ‘tradicionales’ van a crecer. Los sectores están muy diluidos. Lo que es cierto es que en el nuevo modelo económico, los que ganan más dinero son los intermediarios… Y eso es probable que siga ocurriendo. No tienen bienes ni casi empleados y son los que se llevan gran parte del beneficio de cada transacción.
¿Eso es debido a la tendencia al teletrabajo y a que el empleado se convierta en autónomo?
Sí es una tendencia al alza. En España ha pasado por la crisis. Y las nuevas generaciones lo están incorporando por la flexibilidad que aporta. Las personas vamos a ir moviéndonos como nómadas llevando nuestros conocimientos de un proyecto a otro. El futuro nos va a traer la obligación de estar en constante movimiento y en constante aprendizaje. Pero no tiene sentido llevado al extremo. Yo aplico el teletrabajo, pero no al 100%, porque se terminaría perdiendo el espíritu de equipo, la cocreación. El teletrabajo tiene muchas ventajas, pero genera desconexión.
Adecco lidera una iniciativa que se llama ‘Talento sin etiquetas’…
Es una iniciativa que habla de personas: empezar a ver y a buscar talento en la persona, sin ver si es hombre o mujer, si es joven o mayor, si es de aquí o allí… Yo necesito determinado tipo de conocimientos, actitudes y experiencias y las puedo encontrar en cualquier persona. Nosotros tenemos una posición privilegiada, porque trabajamos con miles de empresas al año y estamos tratando de contagiarles ese espíritu, para que cambien las cosas.
¿Es el salario un factor determinante para el empleado o hay factores que influyen más a la hora de elegir un trabajo?
Es un factor importante, que determina mucho cuando se busca un trabajo. Cuando hablamos de ‘felicidad en el trabajo’ en las encuestas que hacemos cada año, el salario está en el top 3. Pero la satisfacción de esta variable, en encuestas hechas en cinco países, dura entre dos y tres meses, sin que se aprecien diferencias culturales.
Siempre dice que “los empleados no se van de sus empresas sino de sus jefes”. ¿Hasta qué punto es así?
Hay veces que te vas por una oportunidad mejor, pero cuando te vas porque no puedes más normalmente es por tu relación con tu jefe directo. Las personas que tenemos equipos tenemos una influencia enorme, para bien y para mal. La responsabilidad del jefe ante esa persona es absolutamente esencial. Un buen jefe puede llevar a una persona a rendir al 150% y un mal jefe puede arruinar la carrera de alguien. No sé si las empresas formamos lo suficientemente bien a los gerentes y jefes para desarrollar bien su función.
¿Hasta qué punto considera que los empresarios españoles saben motivar a sus empleados?
El tema de la motivación es fundamental, pero lo que yo considero que es más relevante es la automotivación. La motivación externa es temporal. Empresarios, jefes, etc. no somos conscientes de la responsabilidad y la ascendencia que tenemos sobre los demás. La persona tiene que motivarse y encontrar cuáles son sus inquietudes que le hacen moverse y la empresa, ante todo, tiene que ‘no desmotivar’.
¿Puede el empleado aplicar algún tipo de técnica para motivarse?
Cuando se tiene una vocación muy acentuada es muy fácil motivarse. Yo no tenía ninguna. He tenido que ir encontrando mi motivación en los pasos que he ido dando. Buscar las cosas que te gustan hace que motivarse sea más sencillo. Pero también sucede que, incluso estando motivado, la rutina, etc. puede provocar que la motivación decaiga. Hay un ejercicio buenísimo que es que cuando eso suceda, apuntes en un papel cómo es tu puesto de trabajo como si lo estuvieras haciendo para que alguien que lo lea se lo quiera quedar… Esto te obliga a recordarte a ti mismo lo que te hacía vibrar de ese puesto de trabajo. No hay un trabajo espantoso. Ni un trabajo perfecto. Si lo hubiera, dura tres, cuatro o seis meses… Luego vienen la rutina, los compañeros que preferiríamos que fueran de otra forma, problemas del día a día…
Los empleados “quemados” son un problema para todas las empresas, en un entorno de trabajo en el que se ‘valora’ quedarse hasta las tantas. ¿Cómo se combate eso?
Es una filosofía completamente absurda y, culturalmente, se está erradicando. La conciliación es fundamental. Una persona tiene que tener una vida equilibrada para aportar cosas a la empresa. Esto lo tienen claro las nuevas generaciones y cómo todos queremos atraer talento –del bueno–, somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a ellos y no al revés. Los jóvenes quieren flexibilidad y si tu no la quieres dar, no irán a tu empresa.
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