Los gastrónomos de pico fino lo tienen claro: la trufa blanca, o Tuber Magnatum Pico (su nombre científico homenajea a su descubridor, Vittorio Pico, quien identificó esta especie a finales del siglo XVIII), es uno de los manjares más exclusivos del panorama culinario internacional. ¿Uno de los motivos principales? Su recolección solo se lleva a cabo durante el otoño, concretamente entre los meses de octubre y diciembre, y por lo tanto es un producto bastante escaso y de corta disponibilidad.
Conocido también como tartufo bianco (así la llaman los italianos) o como trufa blanca de Alba (una pequeña población del noroeste de Italia donde cada año se celebra una subasta internacional de este manjar con fines benéficos), este hongo crece bajo tierra a una profundidad de entre 10 y 30 centímetros, lo que dificulta su recolección (únicamente puede encontrarse con la ayuda de un perro entrenado), convirtiéndose en todo un objeto de deseo culinario. La joya gastronómica de piel blanquecina, que a diferencia de la trufa negra nace de manera silvestre, principalmente en la zona del Piamonte italiano, puede alcanzar en el mercado hasta los 6.000 euros por kilo, aunque 20 gramos son suficientes para preparar una receta para dos personas.
Para disfrutar de toda su magnificencia, la empresa Laumont, que lleva más de 40 años (ahí queda eso…) seleccionando las mejores trufas, exporta este exclusivo alimento a casas de más de 35 países de todo el mundo. Y lo más importante: lo hace en menos de 24 horas, a golpe de clic. Los expertos recomiendan consumirla en un periodo máximo de tres días y para su óptima conservación hay que guardarla en la nevera y dentro de un recipiente de cristal. La temperatura de refrigeración debe estar comprendida entre los 2ºC y 4ºC. También se puede guardar en un recipiente hermético que no sea de plástico o de barro con papel absorbente o un trapo ligeramente húmedo.
Lo que enamora a chefs y expertos gastronómicos (aviso a navegantes: Martín Berasategui, el chef español con más estrellas Michelin, es el asesor culinario de Laumont) es su extraordinario sabor y su aroma complejo e intenso, aunque muy volátil, por lo que no admite cocción. La mejor propuesta es utilizarla como aromatizante de ensaladas, pastas o platos como el típico risotto italiano, en pequeñas lascas, que le aportarán un sabor único.
Otros manjares de Laumont
En la tienda online de Laumont, además de trufa blanca, se pueden encontrar todo tipo de productos de primera calidad para su uso en casa. Cuando es temporada y hay disponibilidad, por ejemplo, el cliente puede hacerse con auténticas setas frescas recién recolectadas o con la tan codiciada trufa negra del Périgord, que se recolecta de noviembre a marzo en bosques de encina situados entre los 500 y 1.000 metros de altura.
Además, y durante todo el año, también disponen de otras gamas de alimentos, como setas deshidratadas, trufas en conserva o productos trufados (sirva como botón de muestra el aceite de trufa o la tartufata). ¿Que qué más? Packs gourmet para sorprender con un regalo trufado.