Warren Buffett, el inversor más influyente del último siglo y símbolo del capitalismo de largo plazo, sorprendió este sábado al anunciar que dejará el cargo de consejero delegado de Berkshire Hathaway a finales de este año. Lo hizo al cierre de la tradicional junta anual de accionistas en Omaha, Nebraska, un evento de culto que atrae cada mayo a miles de seguidores y figuras del poder económico global.
Con 94 años y más de seis décadas al frente de Berkshire, Buffett pasa el testigo a Greg Abel, actual vicepresidente de operaciones no relacionadas con seguros. El anuncio fue recibido con una larga ovación en el abarrotado pabellón donde se celebra cada año la asamblea de accionistas. Ni siquiera Abel —sentado junto a Buffett— sabía que la sucesión se haría oficial ese día. “Ha llegado el momento”, dijo Buffett con naturalidad, en una decisión que, según explicó, solo había compartido con sus hijos.
Buffett continuará vinculado a la compañía como accionista y referente, aunque dejó claro que el liderazgo operativo recaerá en Abel. “Creo sinceramente que las perspectivas de Berkshire serán mejores bajo su dirección que bajo la mía”, afirmó. Solo se desprenderá de acciones para seguir financiando sus donaciones filantrópicas.
El acto, al que asistieron personalidades como Tim Cook, Hillary Clinton y Priscilla Chan, fue también escenario de una crítica velada pero firme a la política comercial de Donald Trump. Aunque la junta de Berkshire prohíbe explícitamente las preguntas políticas, Buffett no esquivó el tema cuando se le preguntó por los aranceles. “El comercio no debería ser un arma”, sentenció. “Es un gran error tener a 7.500 millones de personas que no te aprecian mucho y 300 millones que se jactan de lo bien que les va”.
Con estas palabras, el llamado “Oráculo de Omaha” volvió a hacer gala de su visión globalista, defendiendo el comercio como pilar del desarrollo económico y alertando contra el nacionalismo económico rampante. No mencionó a Trump por su nombre, pero sus palabras dejaron poco margen para la ambigüedad: “No creo que sea sensato diseñar un mundo en el que unos pocos países se sientan ganadores y el resto arda de envidia”.
Fundada como una empresa textil en los años 50, Berkshire Hathaway se transformó bajo el liderazgo de Buffett en un conglomerado diversificado con presencia en seguros, ferrocarriles, energía, inmobiliaria, aviación privada, consumo y participaciones estratégicas en gigantes como Apple, Coca-Cola y Bank of America. Su imperio actual incluye marcas como Brooks y Fruit of the Loom, con cadenas de producción globales que son, en sí mismas, un argumento a favor del comercio internacional que Buffett tanto defiende.
La salida de Buffett como CEO marca el final de una era para una de las compañías más influyentes de la historia económica moderna. Y lo hace sin estridencias, como siempre ha sido su estilo, pero con un mensaje de fondo: el liderazgo no solo consiste en gestionar con eficacia, sino en saber cuándo dar un paso atrás.