Si hay un hombre que merece descansar en paz, ese es Jimmy Carter. No solo porque ha vivido 100 años –que ya son años–, sino porque ha luchado activamente por ella. Tanto que en 2002 recibió el Premio Nobel de la Paz por su incansable búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos. No en vano en 1979 reunió al primer ministro israelí Menachem Begin y al presidente egipcio Anwar Sadat para firmar el acuerdo de paz de Camp David que puso fin a 31 años de guerra entre los dos.
El pasado 29 de diciembre fallecía el expresidente más longevo de la historia de Estados Unidos. Nacido en 1924 en una granja del sur del país, su presidencia enfrentó numerosas críticas y fue a menudo considerada por sus más fervientes detractores de ineficaz, como en el caso de la crisis de los rehenes de 1979, en la que 400 iraníes armados tomaron la embajada norteamericana en Teherán y recluyeron a los diplomáticos que trabajaban en su interior durante 444 días. Los asaltantes, que apoyaban al ayatolá Jomeini, buscaban protestar contra el acercamiento de los Estados Unidos a los enemigos de la Revolución Islámica. El problema se solucionó en 1981 con la llegada de Reagan al poder.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los cronistas políticos e historiadores han reconsiderado su legado, suavizando su posición y reconociendo las difíciles circunstancias políticas que tuvo que afrontar el exmandatario norteamericano.
Carter y su esposa, Rosalynn, se convirtieron en un dúo inseparable durante los más de siete décadas que estuvieron juntos. La pareja se casó en 1946 y tuvo cuatro hijos, de los cuales tres ya eran adultos cuando llegaron a la Casa Blanca. Su hija menor, Amy, fue la única que vivió con ellos en la mansión presidencial. Durante su adolescencia, Amy fue enviada a la escuela pública de Washington para promulgar con el ejemplo. A diferencia de algunos de sus predecesores, los Carter destacaron por sus gustos sencillos y un estilo de vida modesto.
El rey del pollo frito
Para asombro de los trabajadores de la Casa Blanca, no era raro encontrar al presidente cocinando platos tradicionales del sur de los Estados Unidos, como pollo frito y guiso de carne, para su familia y amigos en las cocinas de la Casa Blanca. Carter era un hombre común que disfrutaba de los rituales más cotidianos y en su corazón seguía siendo un hombre de campo con un profundo amor por la naturaleza. A menudo aprovechaba para descansar los fines de semana a Camp David y pasar tiempo en familia, pescando o dando largos paseos por el bosque.
Cuando perdió su reelección frente a Ronald Reagan en 1980, decidió hacer las maletas y regresar a su casa de dos habitaciones en su ciudad natal de Plains (Georgia) en lugar de explotar la riqueza derivada de su paso por la política. Su trabajo posterior en defensa de los derechos humanos y la paz a través de la Fundación Carter, así como su enfoque en la educación y la prevención de enfermedades, especialmente en África, le valieron el Premio Nobel de la Paz en 2002. Durante su discurso de aceptación en Oslo, Carter agradeció a su esposa, Rosalynn, y a su familia por su apoyo constante a su labor humanitaria.
Hoy, su nieto Hugo Wentzel, de 25 años, sigue los pasos de su abuelo con el proyecto que vio la luz el año pasado: «All You», una marca de ropa de fitness con la que pretende donar parte de las ganancias a una organización benéfica que ayuda a niños en riesgo a través del deporte y el atletismo. En una entrevista exclusiva para Forbes, Hugo, uno de los 11 nietos del mandatario, rememora cómo la fe, los valores familiares y el compromiso con el servicio público moldearon la vida de su abuelo.
La religión fue una fuerza impulsora en la vida del presidente Carter. ¿Cómo incorporó sus creencias religiosas en su vida familiar cotidiana contigo?
Cuando yo era más joven y crecía en Atlanta, solíamos conducir un par de horas en familia hasta la localidad de Plains para ver a mis abuelos. Él daba clases y recuerdo que cuando era pequeño, solía asistir a la escuela dominical donde predicaba. Éramos, sin duda, una familia muy religiosa; mi abuelo era extremadamente devoto. Hablaba sobre Jesús y Dios todo el tiempo, y siempre que íbamos a comer, rezaba antes de empezar. Mi familia siempre participaba en esas oraciones. Tenía una fe muy fuerte y nos la inculcó a todos.
Has viajado con él a lugares únicos del mundo. ¿Puedes contarnos un viaje que impactó significativamente tus puntos de vista sobre temas globales o humanitarios?
Cuando tenía unos 12 años me llevó durante el verano a visitar Estambul, en Turquía. Fue un gran choque cultural para mí, porque siempre había estado en grandes ciudades de los Estados Unidos y, en ese viaje, pude ver por primera vez que existían otras religiones y formas de vida muy diferentes alrededor del mundo. Recuerdo que hicimos un recorrido por varias mezquitas, y todos rezaban varias veces al día. Este viaje fue muy inspirador.
¿Cuál crees que es la mayor idea errónea que existe sobre Jimmy Carter?
No creo que haya una idea errónea sobre él que sea realmente significativa. Casi todo el mundo tiene algún secreto que el público no conoce pero mi abuelo fue probablemente la persona más transparente que he conocido.
¿Cómo cambió tu perspectiva sobre su imagen pública cuando lo veías en privado, especialmente en los últimos días de su vida?
Yo diría que su imagen pública y su vida personal eran muy similares; él no tenía secretos ni cosas que ocultar a la gente. Simplemente, tenía un buen corazón. Mi abuelo es que era un hombre de campo y amaba el sur de los EEUU. Le encantaba la agricultura y disfrutaba de la caza y la pesca; eran algunas de sus actividades favoritas.
¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
Lo vi hace aproximadamente cinco meses, y antes de eso lo había visto varias veces. De hecho, solía verlo más cuando estaba creciendo y él tenía entre 80 y 85 años, porque durante esos años él tenía más energía. Recuerdo que tuvimos una conversación muy buena justo antes de que se enfermará gravemente. Hablamos sobre el éxito y la búsqueda de los sueños.
¿Y qué consejo te dio tu abuelo sobre cómo enfrentar los desafíos?
Su mayor consejo siempre fue sobre creer en Dios y en que existe un camino para cada uno de nosotros. Solía decir que nunca debes perder la esperanza. Creo que su enfoque estaba muy basado en la fe en términos de alcanzar sus metas. También era muy persistente y directo sobre como trabajar muy duro para alcanzar tus metas y nunca rendirte.
¿Crees que tuvo algún arrepentimiento sobre su presidencia o su vida?
Creo que aceptó por completo cómo resultaron las cosas en su vida y estoy seguro de que estaba orgulloso de lo que hizo. Y en cuanto a no haber tenido un segundo mandato como presidente, trabajó tanto después de su presidencia, que se sintió totalmente realizado. Aunque le hubiera gustado ser presidente nuevamente, lo aceptó e hizo un trabajo fantástico con su vida.
¿Cómo ha moldeado tus opiniones sobre la política el crecer como nieto de un ex presidente de los EE.UU.? ¿Cómo reconcilias la historia política de tu familia con el clima de crispación actual en Estados Unidos en este momento?
Creo que la única forma de hacerlo es sosteniendo las creencias de mi familia y apoyando a las personas que comparten nuestros valores. Y también a todos los demás. En mi familia, amamos a todas las personas. Apoyamos a cualquiera, no discriminamos a nadie. Pero también somos todos muy liberales. Somos demócratas y mantenemos nuestras propias convicciones.
Tu abuelo ganó el Premio Nobel, y fue un gran humanitario. ¿Cómo ha ayudado su trabajo a involucrarte en tus propias iniciativas benéficas?
Sí, esa es una gran pregunta. Durante este pasado año he estado trabajando en un proyecto llamado «All You«, que es una marca de ropa que estoy creando con mi novia. Es una marca de ropa de fitness porque realmente me gusta el fitness y vamos a donar una parte de nuestras ganancias a una organización benéfica para ayudar a niños en riesgo en el deporte y la atletismo. Así que estoy tratando de trabajar con alguna organización benéfica para honrar todo lo que él representaba. Estoy muy emocionado con eso.
¿Qué importancia le daba tu abuelo a la conexión entre las personas, especialmente a la luz de las divisiones políticas que vemos hoy en día?
Mi abuelo tuvo una relación cercana con cada presidente que le sucedió. Los llamaba e intentaba formar conexiones con todos. No discriminaba a las personas por ser conservadoras o liberales. Y hacía lo mismo en su vida con cada persona. Trataba a todos por igual, sin importar si eran ricos o pobres, sin importar su raza, género u orientación sexual. Yo trato de seguir su ejemplo.
En tus conversaciones con tu abuelo sobre su trabajo en derechos humanos y su énfasis en la igualdad de género, ¿qué lecciones fundamentales compartió contigo?
En términos de los derechos de las mujeres, siempre ha sido muy abierto como en el caso del aborto. Pienso que él mantuvo las mismas opiniones. Mi madre (Amy Carter) es su única hija, y ella también habla de ello sin problema. Mi abuelo estaba profundamente enamorado de mi abuela y ella también lo impulsó a hablar sobre la igualdad de género. Tratar a las mujeres de manera justa y darles todos los derechos posibles siempre fue importante para él.
¿Cómo crees que el énfasis de tu abuelo en la unidad y la compasión resuena con Trump?
Mi abuelo no estaba de acuerdo con la política de Trump, pero lo respetaba como persona y creo que hubiera estado dispuesto a mantener una relación con él. Solo podemos esperar que Trump tenga la misma compasión por todos, sin importar su identidad de género.
Ha habido especulaciones sobre si Trump asistirá al funeral de tu abuelo. ¿Cuáles son tus pensamientos sobre esa posibilidad? ¿Y qué crees que significaría en términos de civilidad política?
Creo que se ha confirmado que asistirá, y con todo el país tan dividido, creo que sería un gran paso hacia la unificación, especialmente porque Trump está a punto de ser investido como presidente. Si Trump se presenta y muestra respeto sería estupendo.
¿Cómo crees que a tu abuelo le gustaría ser recordado por el público en general, por los estadounidenses y por el resto del mundo?
Creo que le gustaría ser recordado por su lucha por los derechos humanos, la igualdad y ser un buen hombre de familia. A mi abuelo le importaba mucho la gente.