Hablar de Mónaco o de Montecarlo es sinónimo de hablar de riqueza, de lujo, de coches deportivos, de la Formula 1, de casinos, de barcos y superyates… Incluso para los más deportivos se puede hablar de sus dos equipos principales: el AS Monaco y el AS Mónaco Basket. Y sería insultante no hablar de Mónaco sin mencionar a la persona que rige el príncipado: Alberto de Mónaco. El príncipe soberano lleva en el poder desde el 6 de abril de 2005, cuando su padre, Raniero III falleció. Desde entonces, ha sido la cara más visible de Mónaco, aunque según cuando.

A pesar de ser la cabeza regente del principado, el soberano monegasco solo se deja ver en los eventos más importantes de la ciudad. Incluso se especula con que realmente no reside en Mónaco, sino en su propiedad de Córcega. Por no hablar de su mujer, Charlene Wittstock, quien frecuenta más la propiedad de la familia Grimaldi en Suiza que en el Palacio Real.

Pero estos problemas son más de la prensa rosa que de un periódico de investigación. Porque realmente, si buceamos y vemos cómo de grande es este iceberg, nos daremos cuenta de que es más grande de lo que parece. Todo gracias a la investigación que ha realizado el periódico francés, ‘Le Monde’, que gracias a que el anterior gestor de los Grimaldi, Claude Palmero, entregara una serie de cuadernos donde relataba cada acción que llevaba a cabo la familia real monegasca, se ha podido descubrir la situación fiscal de Alberto II. Una situación que, en pocas palabras, es terrible.

Una retahíla de peticiones lujosas y polémicas

‘Le Monde’ enumera una serie de lujos que tienen fraguando la economía real y que nadie sabe (o quiere) explicar: un seguro antisecuestro para uno de los herederos del Príncipe, viviendas en París, la propia residencia de Córcega citada anteriormente, o incluso empleadas con situaciones laborales irregulares. Así hasta llegar al motivo por el que todas estas informaciones se han desvalado: el supuesto despido improcedente de Claude Palmero.

Palmero era prácticamente uno más de la familia Grimaldi. Era el gestor de todos los bienes de la realeza monegasca desde hace más de 20 años. Considerado incluso como uno de los mejores amigos de Alberto II, fue despedido de manera sorprendente en junio de 2023, a través de una carta y sin poder mediar con el príncipe soberano. Su despido incluso ha llevado al mandatario monegasco hasta el Tribunal Europeo, donde tendrá que explicar los motivos de esta situación.

Volviendo al interior de los papeles redactados por Claude Palmero, se desvelan más cuestiones complicadas de entender. Una de las figuras que emergen de los documentos es el de Charlene Wittstock, donde Palmero recogía cada petición de la princesa, las cuales no eran para nada baratas. Por ejemplo, pedía una segunda vivienda en Córcega, joyas y cantidades de dinero sin justificación ninguna. En 2016, Wittstock recibió 77.000 euros en efectivo.

Todas estas peticiones fuera de lugar provocaban el rechazo de Palmero, que trataba de cambiar de idea a la princesa o, si no había más remedio, oponerse por completo. Por ejemplo, impidió que la Charlene tuviera un catamarán o que su despacho sufriera una renovación por completo que costaría al menos un millón de euros. En 2012, Palmero escribió que “su serenísima alteza hace trabajar a personas que no están en nómina con el palacio”, suponiendo una situación laboral sospechosa.

En los papeles de Palmero se ha visto salpicado hasta el hermano de Charlene, Sean Wittstock, donde se explica que recibió 900.000 euros para la compra de una vivienda. Pero en esta trama también se ve salpicado hasta el propio gestor. Según relatan varios documentos, Claude Palmero comenzó a poseer diferentes propiedades en el principado a partir de 2011. Dichos bienes fueron repartidos entre los sobrinos de Alberto II y estas ventas nunca fueron descubiertas hasta ahora. Como relata ‘Le Monde’, “podemos hablar de un deseo de discreción y de minimización del riesgo fiscal” por parte de Palmero.

Respuesta institucional

Como era de esperar, la respuesta institucional no se hizo esperar demasiado. Alberto de Mónaco ha explicado que la labor de Claude Palmero como gestor de los Grimaldi se hizo «de forma opaca» y que eso ha puesto en peligro la firmeza de la realeza monegasca. Además, el Príncipe soberano explica que Palmero superó la edad de jubilación (tiene 68 años actualmente) y que durante un tiempo comenzó a mostrar una postura desafiante contra él.