Llega con muletas —“nah, un contratiempo en el bíceps femoral”— y una idea fija: “por suerte tengo mi clasificación para los Juegos y puedo dedicarme a recuperar lo mejor posible”. Esos Juegos (ya lo recuerda el tatuaje de los cinco anillos de su antebrazo derecho) son los Olímpicos de París. En Tokio quedó cuarta. A París 2024 irá con expectativas: al fin y al cabo es la número uno del mundo en su especialidad, la marcha atlética.
Es de Orce, un pueblo granadino de mil habitantes, con un pasado neolítico que congrega a arqueólogos del mundo, y unas carreteras interesantes para entrenar. “Ahí la gente se levanta temprano para trabajar en el campo”, cuenta. “Me encuentro con todo el mundo por los caminos y se paran y me animan. Soy quien soy gracias también a esas personas”, asegura a Forbes.
Fuerte y menuda, María Pérez (Granada, 27 años), a quien Forbes Women incluyó en la lista de «Las 100 mujeres más influyentes de España en 2023», tiene la determinación de quien ha hecho de su oficio —correr siguiendo dos reglas básicas: 1) tener siempre un pie en contacto con el suelo y 2) las rodillas, nunca flexionadas a simple vista— la proeza de cruzar la meta antes que nadie. “A esta disciplina se llega por casualidad; de pequeña era difícil engancharte a la marcha porque era más fácil ver velocidad, medio fondo, maratón, vallas… En casa los domingos se veía a Fernando Alonso o el fútbol o a Rafa Nadal, no mucho más”.
Lo suyo, cuenta, fue una casualidad de la vida, a partir de una charla escolar del también atleta olímpico granadino Paquillo Fernández. Dejó su casa y, beneficiada por una ayuda de 7.500 euros que le ayudó a formarse durante diez años, consagró su vida a entrenar, a estudiar y poco más. “Viví un periodo complicado, pero también me hizo madurar, tener que hacer las tareas de casa y aprender lo que es la vida fuera de un centro de alto rendimiento”.
Con 15 años se clasificó para su primer internacional, y desde ahí no ha bajado el listón. “Me quedé fuera de los Juegos de Río por pocos segundos. Después fui a Tokio y viví el sueño de cualquier deportista”. Sueños que se materializaron en la medalla en el Europeo de Atletismo 2018 en Berlín: “Aspiraba a estar entre las ocho primeras; va a ser siempre un recuerdo especial”. O los dos oros —en 20 y 35 km, ganados en menos de una semana— en el Mundial de 2023 en Budapest: Sé que tanto Álvaro Martín [también campeón] como yo hemos hecho algo muy bonito, y más en ese momento, en pleno caso Rubiales. Ese abrazo es único y inolvidable”, recuerda. ¿Y dónde están las medallas? “En un cajón. Las expondrán en el Ayuntamiento de Granada para toda la gente que quiera verlas”. ¿Y los récords? “Mira, soy la única española con un récord del mundo [35 km]; eso es algo especial… pero estoy deseando que me lo quiten. Si alguien lo hace es porque mi disciplina está avanzando. Los récords están para batirlos”.
Pérez tiene todo por delante, pero no pierde de vista que algún día llegará la vida post-deportiva: “Hace poco fui María Pérez bicampeona del mundo, y ahora no soy nadie. Si tengo que hacer algo es ser un buen ejemplo para la sociedad y sobre todo para los más pequeños. Estudié un grado Superior Educación Infantil y fisioterapia. Me gustaría especializarme en niños con problemas o con cáncer”.
De momento le esperan los JJ OO y la exhaustiva preparación que la ocasión merece: “Si antes dabas el 100 %, ahí das el 120. No quieres fallar porque nunca sabes si vas a poder ir a los siguientes”. En alusión a ese reloj “de los 10.000 pasos” que todos parecemos llevar últimamente en la muñeca, ella dice que “el mío, de los 20.000 diarios no baja ni un día. Todo el mundo debería hacer caminar una hora diaria. Pero ojo, el deporte de élite no es salud”. Respecto a dedicarse profesionalmente a la marcha, ¿soporta algún chiste cotidiano? “Como el año pasado me descalificaron tanto, dije hace poco que no estaba muerta, que estaba ‘de marcha’”. “Sí”, ríe, “me va mucho la marcha”.