Hombres y mujeres reaccionan de manera diferente a diferentes medicamentos. Puede parecer una obviedad, pero durante años los investigadores se han centrado principalmente en las reacciones de los pacientes masculinos a los medicamentos en los ensayos clínicos, lo que ha llevado a que las mujeres sufran más efectos adversos a los medicamentos.

La Dra. Samantha Paoletti, jefa de investigación en ciencias biológicas del centro suizo de innovación tecnológica CSEM, y su equipo están desarrollando herramientas que utilizan células humanas en 3D para pruebas preclínicas y medicina regenerativa. Al sumergirse en la salud de la mujer, la Dra. Paoletti se dio cuenta de que probablemente, sin darse cuenta, había pasado por alto las desigualdades de género en sus proyectos anteriores. En su búsqueda de conocimiento a través de la literatura, encontró unas evidencias convincentes que sugiere que las células de hombres y mujeres muestran un comportamiento discordante y reaccionan de manera diferente a diversos estímulos, de manera similar a como hombres y mujeres muestran respuestas diferentes a medicaciones idénticas. Si las células pueden reaccionar a los medicamentos de manera diferente dependiendo de si son masculinas o femeninas, es realmente importante saber el sexo de las células utilizadas en estos estudios avanzados.

La Dra. Paoletti, preocupada, realizó una encuesta entre sus compañeros. ¡Descubrió que casi nadie sabía el sexo de las células con las que estaban trabajando! Esta revelación encendió su búsqueda de crear conciencia sobre las implicaciones del sexo de las células en la investigación, especialmente dentro del dominio en el que está trabajando, es decir, el desarrollo de la tecnología de «órgano en un chip».

Los dispositivos de órgano en un chip están compuestos de tejidos diseñados o «nativos» que se cultivan en ambientes controlados dentro de microchips. Los sistemas emplean técnicas de microfabricación e ingeniería de tejidos para imitar la fisiología humana. Los sistemas de órganos en chips pueden modelar, por ejemplo, enfermedades cardiovasculares y pueden utilizarse para el desarrollo de fármacos y la medicina personalizada. Esto significa que los «órganos en un chip» son como versiones en miniatura de órganos reales, como pulmones o corazones, que están vivos y colocados en un pequeño chip. Estos pequeños órganos actúan igual que los de nuestro cuerpo, tienen vasos sanguíneos diminutos y responden a su entorno como lo harían los órganos normales.

Los modelos de órgano en un chip son muy útiles. Permiten a los científicos observar cómo se comportan e interactúan los órganos. Además, es posible estudiar enfermedades con mayor precisión y probar nuevos fármacos de forma más fiable que utilizando métodos más antiguos, como estudios en animales o simples pruebas de laboratorio. El uso de órganos en un chip en la investigación preclínica ha alcanzado un punto de inflexión, con la aprobación de la FDA de EE. UU. del primer fármaco que ingresa a ensayos clínicos sobre la base de datos de eficacia derivados únicamente de estos modelos celulares avanzados .

La tecnología de «órganos en un chip» no sólo es útil para estudios centrados en las diferencias sexuales, sino que también puede beneficiar aún más a las mujeres al mostrar cómo las reacciones a los medicamentos pueden cambiar con el ciclo menstrual. Es posible que la reacción que tengamos ante determinados fármacos no dependa sólo de la célula, sino del medio y ambiente al que está expuesta la célula. Dado que los niveles hormonales del cuerpo varían mucho con el ciclo menstrual, también varía el entorno de las células.

Esta tecnología de vanguardia promete mejores medicamentos para las mujeres y un gran paso adelante hacia la medicina personalizada para todos: imaginando un futuro en el que podamos probar medicamentos en las propias células de una persona antes de administrarles el medicamento, garantizando que los tratamientos sean más seguros y funcionen mejor. .