El estreno mundial de la película Golda coincide con las macabras imágenes de la guerra abierta entre Hamas y el estado de Israel. Un thriller político protagonizado por Helen Mirren que escapa los límites del biopic y se adentra en el territorio de la actualidad de un conflicto infinito. La trama se centra en los entresijos políticos de la Guerra de Yom Kipur de 1973 en los que un ataque árabe liderado por Siria y el Líbano tomó por sorpresa a las defensas israelíes. Golda Meir, la única mujer primera ministra de Israel hasta la fecha, tuvo un papel protagonista en aquellos acontecimientos y se convirtió en un actor internacional en defensa de su país. Su figura aparece en pantalla como la quintaesencia de la idishe madam, en yiddish, la madre universal de todos los judíos, comprensiva e implacable a la vez. Como dijo ella misma frente a las Naciones Unidas: “Solo hay una cosa que espero ver antes de morir, y es que mi pueblo no necesite de manifestaciones de compasión nunca más”.

Nacida en Kiev (actual capital de Ucrania) en 1898, séptima de ocho hermanos, vivió desde su infancia la miseria, el hambre y la ira contra los judíos en forma de pogromos. Su padre, carpintero de profesión, emigró a Estados Unidos, donde la joven Golda entró en contacto con las ideas de su tiempo. El sufragio femenino, el sindicalismo, y, por supuesto, el sionismo. Una palabra cargada de connotaciones dependiendo de quien la use pero en que la biografía de Golda Meir sólo significa supervivencia. En su diccionario, se trata de un nacionalismo radical aplicado a la necesidad de seguir respirando. Las herramientas estaban claras: agricultura y defensa. Dos ámbitos que parecían desterrados de la historia de Israel en la diáspora y que no por casualidad se han convertido en los pilares de un país en constante peligro de extinción. El Estado de Israel nace, no sólo de la mala conciencia del Occidente después del Holocausto, sino, también, de la determinación de los judíos de poseer una tierra propia. El escritor Amos Oz no se olvida en su emocionante autobiografía Un historia de amor y oscuridad, publicado por Siruela en 2005, de las palabras que su madre le dijo tras escapar de milagro de Lituania: “Lo más importante está en tu cabeza, todo lo demás te lo podrán quitar”.

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En 1927, Golda se casó con Morris Meyerson con la única condición de trasladarse a un kibutz en Palestina. Allí vivió los días más felices de su vida cultivando almendras y criando pollos. Sin embargo, por un lado, su marido no estaba tan contento con esa vida espartana y, por otro, fue elegida como jefa del sindicato de trabajadoras. Su carrera política acaba de comenzar. Poco a poco fue convirtiéndose en la mano derecha de David Ben-Gurion, fundador del estado de Israel, y negoció la declaración de independencia en medio de un complejo entramado de relaciones geopolíticas. Se hizo famosa su visita, disfrada de mujer árabe, al rey de Jordania Abdullah II, quien le pidió que no se apresuraran a tomar decisiones. “Majestad, nuestro pueblo ha estado esperando 2000 años. ¿Podría usted llamar a eso ‘prisa’?”, contestó ella.

En el gabinete de gobierno desempeñó diversos cargos, como Ministra de Trabajo o de Exteriores, hasta que en 1969 falleció de improviso el primer ministro Levi Eshkol y resultó elegida en las elecciones con el partido Laborista por amplia mayoría. Desde su posición de Primera Ministra tuvo que enfrentarse al secuestro y posterior ejecución de once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich. “Si negociamos, ningún ciudadano israelí estará seguro en cualquier parte del mundo en toda su vida”, zanjó la Primera Ministra. Después, ordenó la operación “Cólera de Dios” en la que el Mossad asesinó uno a uno a todos los terroristas árabes que participaron en la masacre. Lo contó Steven Spielberg con detalle en su película Munich en 2005.

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Sin embargo, como nos recuerda el biopic parcial de Golda, su reto más importante fue la guerra del Yom Kipur. En el día más sagrado del calendario judío, dedicado al perdón y el arrepentimiento, tropas egipcias comandadas por Anwar el Sadat cruzaron el Canal de Suez con el objetivo de recuperar los territorios perdidos en la Guerra de los Seís Días de 1967. La inteligencia israelí recibió un chivatazo pero la Primera Ministra reaccionó tarde y mal. Una decisión de la que se arrepintió hasta el fin de sus días. “Toda carrera política termina en fracaso”, dice en la película. Golda falleció en 1978 a los 80 años.

La necesidad de entender la realidad más allá de los telediarios ha convertido a la serie israelí Fauda (2015-2022) en una de las más vistas de la plataforma Netflix y a su creador Lior Raz en noticia por viajar a Israel para combatir contra Hamas, según cuenta 20 minutos. Lo interesante de esta ficción es que muestra el abismo al que se enfrentan los agentes de la lucha anti-terrorista. La certeza de que la única manera eficaz de combatirlos es convertirse en uno de ellos. A partir de ahí, desgraciadamente, ya no hay vuelta atrás.