En un mundo en el que la inteligencia artificial (IA) avanza de manera frenética, los enigmas en torno al reemplazo robótico de la humanidad, el desempleo masivo o el poder de las máquinas se convierten en temas latentes en el panorama híbrido (o phygital) actual. Uno en el que persiste esa preocupación de la sociedad acerca de cómo las empresas pueden utilizar o abusar de esta tecnología, y las repercusiones que podría tener todo ello para los empleados.

La ascensión de la automatización podría desembocar en dos teorías o visiones duales. En primer lugar, aquella que aboga por un futuro utópico en el que las máquinas desempeñen la mayoría del trabajo, y los humanos puedan ser libres y relegarse al hedonismo, al ocio o la creatividad. Y, por otro lado, la versión catastrofista que defiende la pérdida generalizada de puestos de trabajo y una serie de consecuencias negativas para la sociedad.

Aún así, en lugar de poner el foco en los extremos, emerge otra teoría intermediaria en la que la inteligencia artificial coexistiese de manera armónica con el trabajo humano, como un modo de simplificación laboral, y no de sustitución. Y es que, por el momento, la realidad es que existe toda una comunidad de trabajadores humanos detrás de los chatbots de IA y los robots de reparto, que mantienen todo el funcionamiento, como en el caso de los servicios de atención al cliente. Muchas de sus herramientas siguen dependiendo de los refuerzos humanos para situaciones más complejas o para hacer sentir a los clientes esa conexión real. Algo que también ocurre con los robots de reparto de comida, que a pesar de concebirse como mecanismos totalmente “autónomos”, suelen tener conductores de seguridad a distancia para controlarlos.

¿Puede la automatización reemplazar el trabajo humano?

Dentro de esta exploración del futuro de la creatividad y la tecnología, de la inteligencia artificial como esa dimensión inexplorada por la gran mayoría, sigue persistiendo la idea de que los robots acabarán quitándonos el trabajo. Una visión que se vio reforzada por unos vídeos virales que mostraban nuevos restaurantes McDonald’s y Taco Bell «totalmente automatizados», amparados por manifiestos con los que “agilizarían el servicio y reducirían el número de pedidos erróneos.”

Sin embargo, los avances y el progreso en la Inteligencia Artificial o la automatización no significan necesariamente que las máquinas estén acabando con nuestros puestos laborales. De hecho, un informe más reciente del Foro Económico Mundial para 2020 estimaba que, aunque 85 millones de puestos de trabajo serían sustituidos por máquinas en 2025, se crearían unos 97 millones de nuevos empleos para ayudar a sostener esta nueva economía.

En este sentido, si hablamos de las empresas de conducción autónoma como Tesla o de los vehículos autónomos, podemos decir que también dependen de un gran elenco de trabajadores ocultos que deben desarrollar el software o las herramientas de aprendizaje automático utilizadas para trazar los mapas y guiar los coches.

¿Es la IA más eficiente?

Pero no todo es oro lo que reluce. Y es que, aunque la automatización para las empresas muchas veces esté vinculada a la eficiencia de la economía y a una mejora en el servicio, algunas de ellas utilizan estas tecnologías para reducir la cualificación del trabajo, o dividir los empleos en tareas más específicas en los que los trabajadores pasan a ser “subcontratados”. Un ejemplo de ello serían los encargados de etiquetar datos, una creciente industria de “microtrabajadores” que alimentan esa tecnología automatizada dentro de las empresas tecnológicas.

Las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y todos sus sistemas pixelados podrían entonces utilizarse para empoderar o liberar a los trabajadores con el fin de que estos sean capaces de trabajar de forma más productiva, pudiendo canalizar su energía en tareas más concretas. Porque el futuro será híbrido.