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Qué tendría que pasar para que bajase el precio de la luz

Luz. Bombilla. Electricidad. Foto: Kari Shea (Unsplash)
Foto: Kari Shea (Unsplash)

El precio de la electricidad no ha parado de subir durante los últimos meses. Ya en agosto, encadeno varios días seguidos de récords. Y con la llegada de septiembre el problema no ha hecho más que aumentar. Por ejemplo, el pasado jueves, 2 de septiembre, el precio tocaba máximos históricos al alcanzar los 140,23 euros por megavatio (MWh), un 217% más cara que el mismo día del año anterior. Y este es solo el último récord en un verano repleto de días históricos para la factura de la luz.

Los principales motivos a los que se achaca está subida son el incremento de los precios del gas, que se sitúa en torno a los 47 euros por megavatio, y los derechos de CO₂, que se ha encarecido y rozan los 56 euros por tonelada, mientras que a principios de años cotizaban en torno a 33 euros. También, importa el incremento de la demanda por las altas temperaturas, sobre todo el registrado entre el 9 y el 13 de agosto por la ola de calor, y una menor contribución de las renovables, especialmente la eólica por la ausencia de viento en la temporada estival

Estos aspectos forman parte de las oscilaciones de la oferta y la demanda del que modelan de forma compleja y temida tarifa regulada (también conocida como PVPV o Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor) y que afecta a algo más de 10 millones de consumidores. Aunque también influye, a menor escala, en las tarifas eléctricas de precios libres, elegidas por la mayoría, 17 millones de españoles (el 88% del consumo eléctrico).

La pregunta en este contexto está en qué se puede hacer para cambiar la situación. Para Rafael Riquelme, vocal de la Comisión de Energía del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, la solución a medio plazo pasa por aumentar la oferta y bajar la demanda, y explica las claves para que esto ocurra:

Que se apueste por las renovables

Para aumentar la oferta, Riquelme destaca la necesidad de fomentar aún más el desarrollo de fuentes de energía renovable —principalmente la solar y la eólica—, aunque reconoce que «no son suficientes para reolver el problema porque nunca se han planteado como fuentes únicas por su dependencia de la meteorología». El experto opina que además habría que extender la vida útil de la energía nuclear, dentro de los rangos de seguridad pertinente.

«Nunca se ha planteado las renovables como una fuente firme de energía. Por eso tenemos que ser conscientes de que, por mucho que queramos pintar de verde el sector siempre, hará falta energía segura en la que nos tendremos que apoyar, de esas que podamos encender y apagar con un botón, como son el gas, el CO2 o la nuclear. Si no tendremos que aprovechar la del vecino», explica.

Que se fomente la conexión energética internacional

En este sentido, considera clave las interconexiones energéticas con Francia. También las de Portugal o Marruecos, aunque con menos posibilidades. Así, el exceso de energía nuclear y también la derivada de los saltos hidráulicos en los Alpes, que ahora cotizan en a nivel bajo su país, se convertirían en una buena salvaguarda de la estabilidad del mercado energético español.

«En el sector decimos que España es una isla energética, eso significa que nuestra interconexión con Portugal es regular y con Francia es muy deficitaria. Si mejoramos la que tenemos con los franceses y la aprovechamos el precio bajaría descaradamente«, añade el vocal.

Que se incentive el autoconsumo

En los primeros siete meses de 2021 España ha conseguido introducir 1.245 megavatios de potencia en el sistema eléctrico gracias a la energía fotovoltaica, revelan los datos de Red Eléctrica Española (REE). Esto demuestra que la revolución solar ya es una realidad de los hogares españoles y que, de hecho, empieza a ver su efecto en las pymes, sobre todo tras la pandemia.

Según Riquelme, es vital que «el Gobierno siga fomentando la eficiencia energética de todos los consumidores como hizo con las ayudas de 900 millones» de euros aprobadas en junio.

Pero mientras todo esto no ocurra, al consumidor solo le queda calcular las franjas horarias, estar pendiente del modo stand by de los dispositivos eléctricos, revisar la certificación energética de los electrodomésticos, optar por instalaciones de gas natural y ajustar la potencia al uso habitual del domicilio

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