La primera ola de calor estival que ha asfixiado a la mayor parte de la población española también ha dejado sin oxígeno a una gran proporción de bosques pasto del fuego. Cientos de miles de hectáreas quemadas en un paisaje cada vez más seco. Cada incendio que tiene lugar en España aviva el recuerdo de las devastadoras llamas que arrasaron este mes con más de 100.000 hectáreas en Grecia, trastocando la vida de todos aquellos que hasta entonces vivieron de la agricultura, la ganadería y el turismo y, de un día para otro, vieron su colchón económico hecho —literalmente— cenizas.
El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, ya ha anunciado una partida presupuestaria de 500 millones de euros de ayuda inmediata que se suma a los más de 1.000 millones previstos para paliar los daños a medio plazo. Y es que, más allá de la factura emocional que deja una catástrofe de este calibre, este y otros desastres naturales —huracanes, sequías y eventos meteorológicos extremos— dejan una gran deuda monetaria. Por el momento, como adelantaba la semana pasada el Financial Times, los fenómenos climáticos de la primera mitad de 2021 ya han costado a las aseguradoras globales más de 34.000 millones de euros. El peor resultado en una década.
Detrás de las cifras: el cambio climático y el rápido crecimiento urbano en las áreas proclives a sufrir catástrofes ambientales, que alimentan a su vez la probabilidad de que surjan incidentes mayores. Y la tendencia va en aumento, pues según la Organización Meteorológica Mundial, para 2030 se duplicará el número de personas afectadas por desastres naturales. ¿Qué precio pagamos por el cambio climático?
Daños en infraestructuras, obras y movilidad
Es necesario partir de una base: este no es un patrón nuevo y no afecta a todo el mundo por igual. Por ejemplo, como apuntan las Naciones Unidas, entre 1995 y 2015, las pérdidas económicas por desastres naturales ya costaron al año entre 250.000 y 300.000 millones de dólares (entre 213.850 y 256.620 millones de euros) En el reparto de la factura económica, las regiones de altos y muy altos ingresos acumularon el 88% de las pérdidas (1.660 millones de dólares) frente a los países con pocos o muy pocos ingresos (231.000 millones de dólares). Sin embargo, además de que, como apunta el informe, «las pérdidas en los países en vías de desarrollo pueden estar infrarrepresentadas por falta de tecnología», cada céntimo perdido resulta mucho más dañino para el Producto Interior Bruto (PIB) de estos territorios que para el de grandes economías mundiales.
Si nos centramos en el presente y analizamos el reciente caso de las inundaciones de Alemania que acabaron con la vida de más de 200 personas este verano, veremos que aunque el gobierno federal estima pérdidas de 2.000 millones de euros, la Asociación Alemana de Aseguradoras eleva la cifra hasta los 10.000 millones. Y el impacto podría tener réplicas en otras economías pues, como detallan los economistas Nuria Domínguez y José M. Domínguez, "en un mundo globalizado como este, las repercusiones de los eventos son cada vez más generales: la creciente interdependencia de las economías implica que los riesgos pueden extenderse rápidamente". En otras palabras, pueden esperarse mayores repercusiones en el Viejo Continente, especialmente teniendo en cuenta que hablamos de Alemania, pata principal del sistema económico europeo.
¿Y Filomena? La borrasca que azotó a nuestro país, y muy especialmente a la Comunidad de Madrid con múltiples daños en infraestructuras y bienes públicos y privados, se cifró en una pérdida de 398 millones de euros, con medio ambiente y movilidad (169 millones) y obras (167 millones) como los ámbitos más afectados, seguidos del desembolso en vicealcaldía (31 millones), cultura y turismo (15 millones), además de seguridad y emergencias (5,2 millones), según calcula Newtral. En total, el Ayuntamiento de Madrid estimó que durante el fin de semana del 9 de enero se produjo una disminución de ahorro de 170 millones de euros al día. Solo la reparación del alumbrado público se sitúa en 110 millones de euros. A nivel nacional, la factura de Filomena cubierta por las aseguradoras ya tiene un importe: 230 millones de euros que, en su inmensa mayoría, representan desperfectos en vivienda, roturas de edificios y daños en industrias.
Cuando coinciden las catástrofes naturales... y una pandemia
Pero si este año está poniendo patas arriba la naturaleza tal y como la conocíamos —en estos últimos días, el mundo se está enfrentando incendios forestales, lluvias torrenciales en Rusia y Turquía, y el terremoto en Haití, por nombrar algunos—, poco tiene que ver con 2020, el año de la pandemia, que también resultó ser el segundo más caluroso desde que existen registros. Una mezcla explosiva que llevó a pérdidas récord de 268 millones de dólares (228 millones de euros), un 10% más que en 2019, según el análisis de la empresa de servicios de riesgo AON.
En total, 416 catástrofes naturales notables. La mayor parte se concentró en Estados Unidos: 30 grandes tormentas, 13 huracanes medios y 6 huracanes graves. "El impacto de la pandemia no hizo más que agravar la problemática humanitaria de los desastres naturales. Si algo demostró 2020, es que la coincidencia de varios eventos pueden provocar daños a escala global, haciendo evidente que necesitamos una mejor planificación y protección", asegura la entidad en el informe.
Por zonas, América del Norte y América del Sur perdieron más de 162.000 millones de euros, mientras que Asia y Oceanía acumularon 117.000 millones y, por su parte, Europa, Oriente Medio y África superaron los 32.700 millones a causa de las inundaciones en Francia, Italia y Sudán, además de la superborrasca Ciara que atravesó Europa.
En el top 10 de los desastres naturales más caros, las inundaciones que azotaron a China entre julio y septiembre dejando 280 víctimas ocupan el primer puesto con costes de 35.000 millones de dólares (29.940 millones de euros), casi el doble de la factura que el huracán Laura dejó a Estados Unidos y el Caribe en el mes de agosto (18.300 millones de euros). Por otro lado, el precio de las mortíferas inundaciones de India —casi 2.000 víctimas— ascendió a 7.500 millones de euros.
Los ciclones tropicales, que además son las catástrofes ambientales más características en los países en vías de desarrollo —con el daño económico añadido que eso conlleva— representan la mayor proporción de gasto en 2020 (78.000 millones de dólares o 66.720 millones de euros), las inundaciones (76.000 millones de dólares o 65.010 millones de euros), eventos extremos (63.000 millones de dólares o 53.890 millones de euros) y los incendios forestales (19.000 millones de dólares o 16.250 millones de euros).
AON destaca, no obstante, que los incendios forestales y las tormentas tropicales alcanzaron cifras anómalas en 2020, aunque no fue el más caro en términos de catástrofes ambientales: 2017 costó al mundo 472.000 millones de dólares (403.740 millones de euros) y 2005, 336.000 millones de dólares (287.410 millones de euros). Ante el escenario que presenta la comunidad científica tras el informe publicado por la IPCC, ¿podremos aprender a convivir con la naturaleza antes de que se nos vacíe el bolsillo?