En noviembre de 2017, la casa Christie’s sacó a subasta un cuadro supuestamente pintado por Leonardo da Vinci –y datado con una antigüedad de 500 años–. Su título oficial era Salvator Mundi, pero fue apodado como ‘Mona Lisa masculina‘.
En 20 minutos se produjo una guerra de ofertas entre media docena de compradores de todo el mundo. Las pujas, que subieron en incrementos de 10 millones de dólares, procedían de multimillonarios y conservadores de museos de China, Estados Unidos, Qatar, Rusia y Arabia Saudí.
Antes de que se abriera la subasta, se estimaba que el cuadro de Leonardo da Vinci se vendería por 100 millones de dólares. ¿La oferta ganadora final? 450 millones de dólares, según cita el portal Celebrity Net Worth.
La cifra sirvió para batir el récord anterior de obra de arte más cara vendida en subasta pública. La obra en cuestión fue una pintura de Pablo Picasso, pintada en 1955, llamada Mujeres de Argel por la que se pagaron 179 millones de dólares en 2015. El comprador fue el ex primer ministro de Qatar, Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani.
La compra de Salvator Mundi también superó significativamente el récord anterior de una venta privada de arte: 300 millones de dólares pagados en 2015 por un Paul Gauguin. En este caso la adquirió un museo de Qatar.
Pero, ¿quién se hizo con el cuadro de Leonardo da Vinci? El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, alias “MBS”.
Investigaciones sobre su origen
Cuatro años después de la subasta, una investigación podría haber descubierto que no se trata de un Da Vinci 100% auténtico.
En el documental The Savior for Sale los analistas de arte alegan que, aunque el cuadro se realizó en uno de los talleres de Da Vinci, el pintor, como mucho, sólo habría “contribuido” a la elaboración de la pintura.
El Salvator Mundi fue vendido por sólo 1.175 dólares en 2005 por un marchante de arte de Nueva York. Tras someterse a una restauración, fue autentificado por varios expertos británicos en arte como un Da Vinci perdido.
Fue después de estas afirmaciones cuando se expuso en la National Gallery de Londres como un Da Vinci auténtico. Más tarde, en 2013, se vendió a un oligarca ruso por casi 128 millones de dólares y fue él quien lo vendió en 2017 por 450 millones de dólares.
De Abu Dhabi al Louvre
Tras ganar la subasta en 2017, el plan original era exponer el cuadro en el Louvre Abu Dhabi, en Emiratos Árabes Unidos, durante unos dos años. A finales de 2019, el cuadro iba a ser trasladado al Museo Louvre de París que, por aquel entonces, acababa de inaugurar una exposición para conmemorar el 500º aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci.
Debido a la preocupación del príncipe por la autenticidad del cuadro, un conservador del Louvre se comprometió a llevar a cabo una investigación para demostrar que, al menos el Cristo de la pintura, fue obra de Leonardo.
Una noticia muy bien recibida en Arabia Saudí. En esencia, sería un sello de aprobación que demostraría que no pagaron 450 millones de dólares por un cuadro falso.
Discrepancias con el Gobierno francés
El documental The Savior for Sale afirma que algunos miembros del gobierno francés presionaron a favor de Bin Salman, debido a una preocupación por la relación estratégica y económica entre Francia y Arabia Saudí.
Al final, el presidente Macron denegó la petición de Salman de dar al cuadro un sello oficial de aprobación de su gobierno. Esto dejó en manos del Louvre la negociación con la familia real saudí.
La decisión abrió una brecha entre el museo y el heredero relacionado con la ubicación del cuadro en el Louvre.
MBS insistió en que su cuadro se expusiera casi al lado de la obra maestra más famosa de Da Vinci, la Mona Lisa. Por su parte el Louvre se negó, argumentando que La Gioconda se encuentra en una sala construida a medida que apenas puede albergar a los 30.000 visitantes diarios que recibe en la actualidad.
No se llegó a un acuerdo y el Da Vinci del príncipe fue trasladado a un lugar no revelado de Arabia Saudí. Allí se expondrá en un museo local aún por construir.
A día de hoy la autenticidad del cuadro sigue sin estar probada.