El pasado mes de noviembre llegaba a la sede del Banco Santander en la madrileña localidad de Boadilla del Monte una carta dirigida a Ana Patricia Botín, en este caso de un remitente bastante peculiar: un atracador de bancos.
Julio, de 53 años, cumple condena en Burgos desde 2002 juzgado por participar en varios atracos a bancos. Algunos de ellos, como él mismo explica en la misiva que ha salido a la luz tres meses después de ser enviada, propiedad del Banco Santander.
“Estimada Ana Patricia. No sé cómo enfocar esta carta y no creo que jamás caiga en tus manos (bueno, en realidad no confío ni en que llegue a leerla la secretaria de tu secretaria), pero yo tengo la necesidad de escribirla. Y como de la necesidad nace el atrevimiento, de ahí que hoy yo me atreva a escribirte estas palabras […] Debido a mis problemas con las drogas acabé atracando sucursales bancarias a mano armada, y algunas de esas sucursales eran precisamente del Banco Santander”. El autor de la carta añade los motivos que le han llevado a escribir a la presidenta del Banco Santander, y es que no se trata de una disculpa sino de una explicación: “no trato de que me perdones; […]bastante tengo con que algún día pueda perdonarme a mí mismo por el daño causado a mis familiares y a mi propia persona”.
Diálogos restaurativos
El pasado 29 de enero, Julio podía pedir perdón a una de sus víctimas, el director de la sucursal del Santander en Gipuzkoa que asaltó pistola en mano en 2014, cuando disfrutaba de un permiso penitenciario, gracias a la implicación de la presidenta del Santander.
Esta conversación tuvo lugar gracias a los “diálogos restaurativos“, que pretenden subsanar el dolor de las víctimas a la vez que favorecer la reinserción de los presos.
El encuentro tuvo lugar, en este caso y a causa del coronavirus, a través de una videoconferencia, donde participaron el atracador, la víctima y dos mediadoras de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa.
En los 45 minutos que duró la charla, el entonces empleado del Banco Santander relató cómo vivió el atraco, y animó a Julio a continuar por el camino de la reinserción social.