Hoy, 26 de diciembre, mientras el verano austral marca el inicio de una nueva temporada oceánica, la bahía de Sídney vuelve a convertirse en el epicentro de la vela internacional con la salida de la 80ª edición de la Rolex Sydney Hobart Yacht Race. Entre los 129 barcos que ponen rumbo a Tasmania, la presencia española destaca tanto por número como por nivel, con regatistas integrados en algunos de los proyectos más competitivos de la flota.
Entre ellos, Pablo Torrado y Pablo Santurde viven hoy su estreno en una regata que muchos consideran el mayor desafío del calendario oceánico. Dos debutantes solo en apariencia, respaldados por trayectorias que explican su incorporación a equipos australianos de primer nivel.
Una salida marcada por la historia… y el respeto
Con sus 628 millas náuticas entre Sídney y Hobart, la prueba patrocinada por Rolex desde 2002 es mucho más que una regata de largo recorrido. Es un símbolo de la vela oceánica, famosa por un trazado tan bello como imprevisible, expuesto a los cambios bruscos del océano Antártico.
La edición anterior dejó una huella profunda en la flota tras una primera noche de condiciones extremas en la que dos tripulantes perdieron la vida, un recordatorio de que la Sydney–Hobart exige tanto preparación técnica como respeto absoluto por el mar.
España vuelve a mirar al Sur
Un año más, un grupo selecto de regatistas españoles ha viajado a las antípodas para competir en Navidad, reclamados por equipos que valoran su experiencia y fiabilidad. Repiten nombres que ya saben lo que es ganar en Hobart, junto a dos estrenos especialmente seguidos.
Forman parte de esta armada española perfiles consolidados en barcos aspirantes al triunfo, lo que confirma el peso específico de la vela oceánica nacional en el panorama internacional.
Debutar en “caballo ganador”
El gallego Pablo Torrado, natural de Vigo, se estrena hoy en la Sydney–Hobart a bordo del Celestial V70, defensor del título y uno de los grandes favoritos a la victoria absoluta. Todoterreno de la vela profesional, Torrado acumula títulos absolutos en clases como Farr 40, TP52 y Maxi, siempre en contextos de máxima exigencia internacional.
Su llegada al proyecto se produjo casi de manera inesperada, pero con una naturalidad que define su carrera. Aunque ya ha competido en otras grandes regatas oceánicas de 600 millas, como la Rolex Fastnet Race o la Rolex Middle Sea Race, reconoce que esta es diferente: una prueba donde la meteorología extrema y la dureza mental juegan un papel decisivo desde el primer día.
La Sydney–Hobart, a dos
Para el cántabro Pablo Santurde, la salida de hoy tiene un componente casi personal. Especialista en navegación oceánica, tanto en tripulación reducida como completa, suma a su palmarés victorias y podios en la Transat Jacques Vabre, además de una amplia experiencia en pruebas de altura en Francia, la Fastnet y la Caribbean 600.
Santurde compite en la exigente categoría a dos, junto a Rupert Henry, a bordo del Mistral, un Lombard 34 que ha demostrado un rendimiento sobresaliente en ediciones recientes. En una regata donde la resistencia y la toma de decisiones son constantes, el formato a dos multiplica la exigencia y convierte cada maniobra en una prueba de precisión.
Los gigantes ya se miden
La edición que arranca hoy reúne una flota heterogénea, desde barcos de apenas nueve metros hasta auténticos colosos oceánicos. En la lucha por el tiempo real, cinco maxis de 100 pies concentran todas las miradas: LawConnect, Master Lock Comanche, SHK Scallywag 100, Wild Thing 100 y Palm Beach XI, heredero del legendario Wild Oats XI.
La previsión para las primeras horas anuncia vientos duros de proa y mar desordenada al abandonar la bahía de Sídney, un escenario que añade complejidad desde el inicio y promete una batalla intensa entre los barcos más rápidos del mundo.
Un clásico que vuelve a ponerse en marcha
La Rolex Sydney Hobart Yacht Race vuelve a zarpar hoy como el gran cierre del calendario oceánico internacional. Para la flota, es el comienzo de una travesía exigente; para regatistas como Torrado y Santurde, el inicio de una experiencia largamente esperada; y para la vela española, una nueva oportunidad de demostrar su peso en una de las regatas más duras y prestigiosas del planeta.
