Lo que comenzó en un pequeña clínica madrileña de apenas 25 metros, se ha convertido en un imperio estético valorado en más de 10 millones de euros que ha revolucionado la forma en la que entendemos la belleza. “Escuchar a mis pacientes me permitió entender que debíamos abordar la medicina estética de una manera más integral, sostenerlos también desde el bienestar y la autoestima”, defiende Carla Barber (Las Palmas de Gran Canaria, 35 años).
Su intuición para adelantarse a las tendencias y problemáticas del sector le ha permitido crear, en menos de diez años, un ecosistema empresarial, con clínicas en las principales ciudades, titulaciones propias y una innovadora línea cosmética. Apasionada y perfeccionista, la doctora advirtió el potencial de las redes sociales para democratizar los tratamientos estéticos y crear una sólida comunidad. En lo que va de año, por sus manos han pasado 3.200 pacientes. También ha compartido con más de 400 profesionales su famoso Método de los Tres Puntos, un protocolo exclusivo con el que garantiza la seguridad y la calidad de la infiltraciones.
No ha sido fácil para una joven Miss España sacudirse los prejuicios. La educación y la independencia se convirtieron en los pilares de su modelo, consolidándola como una de las figuras más influyentes y respetadas de la industria. “Me han contactado desde distintos sectores, para tantear si vendo o no, pero nunca me he planteado sentarme con nadie. Mantener la propiedad me permite proteger esa calidad y, sobre todo, la confianza”.

¿Qué te inquieta del consumo actual de la belleza?
La información masiva que lleva a una desinformación total del paciente, y la falta de formación en este sector. La medicina estética no es una especialidad. La gran mayoría realiza un máster, en el que no hacen ninguna práctica real, mas allá de observar durante unas horas a otros profesionales. No hay una definición ni una base científica que lo regularice. De estas dos grandes preocupaciones, nació nuestro programa formativo, que es la vertical que más me ilusiona. Estamos en proceso de sacar un máster online, con doble titulación en Medico-estética y Gestión empresarial enfocada a clínica y ética.
¿Qué objetivos persigues?
Uno de los pilares es dar claridad sobre qué tratamientos realmente merecen la pena y cómo evolucionarán en el futuro. Veo que no tenemos información del todo cierta, por ejemplo, hay inyectables que se creen absorbibles cuando no lo son. Sucedió con la silicona y, a la larga, se ha tenido que retirar. Mi preocupación, y sobre lo que trata mi tesis doctoral, es sentar las bases científicas y regular bien la práctica. Si el profesional no está informado, el que va a salir perjudicado es el paciente.
¿Saben los médicos decir no?
Nosotros lo decimos todos los días. Creo que la respuesta depende de la ética de cada profesional y de algo un poco más peligroso, que es su gusto estético. Yo hago una medicina estética natural que busca que el paciente se sienta bien con el paso del tiempo, devolverle su estructura sin revolumizar de más ni hacer que pierda su expresión.
Desde Secrets conseguisteis acercar la consulta y la cosmética médica a casa. Ahora trabajas en tu propia línea de productos médicos.
Estamos desarrollando un proyecto 360 que va más allá de la medicina estética. Llevamos un año trabajando en nuestra nueva línea de dermocosmética y acabamos de anunciar Matter, de suplementación basada en la longevidad. Se trata de nutrir desde dentro al paciente y, sobre todo, de educar para empoderarlo.
La nueva clínica que planeas abrir en Las Palmas refleja también un cambio de mentalidad.
Creo que el futuro de la medicina estética pasa por espacios de salud y experiencia emocional. Que el paciente se sienta cuidado y comprendido, en todas sus dimensiones.
