Actualmente en el mundo digital hay dos realidades. La primera, las redes sociales están cambiando la forma de comunicarnos y consumir la información. La segunda, hagamos lo que hagamos estamos entrenando a una inteligencia artificial. Las dos están conectadas porque, al final, lo que publicamos, compartimos y comentamos no solo alimenta un algoritmo, sino que define qué voces se escuchan y cuáles pasan desapercibidas. En medio de estas dos, hay una pieza clave que marcas y empresas deberían escuchar: los fans.
La industria del K-Pop
Si le preguntas a ChatGPT o Gemini si los kpoper (fans del K-pop) pueden competir con la Inteligencia Artificial, ambos coinciden en lo mismo: ninguna IA puede reproducir la fuerza logística y emocional de millones de personas unidas por una misma pasión. Y esto no es solo una frase bonita: los datos lo respaldan. Según el Korea Culture & Tourism Institute, BTS es una pieza clave del soft power surcoreano —influyen en el turismo, la moda, la gastronomía y en la percepción global del país— y su impacto económico se estima en torno al 0,5% del PIB nacional.
Ni siquiera las swifties (fans de Taylor Swift), uno de los fandoms más grandes y visibles del mundo occidental, pueden igualar el nivel de organización y movilización de las ARMY (término acuñado por la comunidad global de fans de BTS). Estamos hablando de un colectivo capaz de colapsar páginas web, coordinar campañas benéficas millonarias, impulsar tendencias globales e incluso influir en el comportamiento de los algoritmos de las plataformas sociales. Su capacidad de acción colectiva se ha convertido en un fenómeno sociocultural que ninguna inteligencia artificial puede replicar.
A menor escala, este hecho puede ser aplicado en todas las estrategias de marketing de cualquier industria.
Lealtad emocional
Firmas urbanas como Nude Project o Eme Studios no se limitan únicamente a lanzar colecciones; también se esfuerzan por dotarlas de un significado que conecte emocionalmente con su comunidad. En ambos casos, cada prenda forma parte de un relato más grande: una identidad, una estética y una forma de entender la cultura urbana.
En el caso de Nude Project, el cuidado por el detalle se convierte en parte de su ADN. No solo diseñan ropa: diseñan experiencias. Sus activaciones en la calle —desde pop-ups hasta fiestas improvisadas— generan literalmente movimiento a su alrededor. En junio de 2025, fueron portada de Forbes 30 under 30 y llenaron la charla de dicho festival. Además, estuvieron largo tiempo hablando con ellos en el stand. El resultado de esta afinidad emocional se convierte cualitativamente en redes sociales y cuantitativamente en el crecimiento del negocio. Algunas de sus publicaciones superan el millón de likes, y su crecimiento se refleja en cifras: más de 26 millones de euros de facturación.
Por otro lado, Eme Studios acaba de presentar su quinto Getting Robbed. En esta edición, preseleccionaron a 250 seguidores de la firma para convertirlos en protagonistas de un “robo” simbólico de su propio stock, llenando su armario gratuitamente con prendas y haciéndoles partícipes de su propia identidad de marca.
Creadores de contenido
Si hace unos días hablábamos de cómo los fans de Rosalía fueron una pieza clave en la promoción de su nuevo disco, también merece atención el papel de los creadores de contenido y la relación constante que mantienen con sus comunidades. Su influencia ya no se limita a publicar vídeos: interactúan a diario, activan conversaciones, movilizan a sus seguidores y, en muchos casos, funcionan como amplificadores culturales tan potentes como los propios artistas.
A veces, ambos mundos se cruzan. Un ejemplo reciente ocurrió en mayo de este año, cuando Pablo Vera —incluido en la lista Forbes Best Content Creator 2025— protagonizó un momento viral al conseguir subir a cantar con Quevedo. Su actuación no solo generó impacto dentro del fandom, sino que alcanzó al público nacional e internacional, convirtiéndolo en el creador más buscado del momento, con 6,7 millones de interacciones. Solo fue superado, por muy poco, por Georgina Rodríguez.
Nostalgia Millenial
Si buscas ‘hoa hoa season’ en el buscador de google te aparece ‘🍂 ‘tis the season 🍂’ en honor a la saga de Crepúsculo. Hace veinte años, marcó a toda una generación y, gracias a que el fanatismo no ha desaparecido, este noviembre volvió a proyectarse en las salas de cine de todo el mundo.
Este mismo movimiento es el que ha hecho que series como ‘Friends’ o películas como ‘Harry Potter’ creen documentales años más tarde para saber de sus personajes, o, en el caso de la segunda, una obra de teatro donde reapareció Tom Felton (Draco Malfoy) como Lucius Malfoy y se volvió viral.
La fuerza de Forbes 30 Under 30
Cada año, Forbes publica una lista de jóvenes menores de 30 que destacan en sus sectores y empiezan a ocupar un lugar relevante en el ámbito social y económico. A partir de esa selección, organiza un festival con mesas redondas, actuaciones musicales y marcas patrocinadoras que participan con stands interactivos. El objetivo es reunir en un mismo espacio a emprendedores consolidados, nuevos talentos y personas interesadas en el ecosistema para facilitar el intercambio de ideas y la creación de contactos.
Este formato logra algo esencial: dar valor a la marca y permitir un espacio a su comunidad joven y dinámica, donde el interés común por la innovación y el talento joven sirve como punto de unión entre perfiles muy distintos.
En resumen, trabajes en la industria que trabajes, no olvides que son las personas quienes aportan el valor real —económico y emocional— a cualquier marca o proyecto. Sin comunidad, no hay impacto.
