“La gran ola de Kanagawa”, estampa japonesa creada por Katsushika Hokusai alrededor de 1831, volvió a captar la atención mundial durante una importante subasta celebrada en Hong Kong. Esta obra, realizada en el período Edo, forma parte de la serie “Treinta y seis vistas del monte Fuji” y es reconocida por la imagen de una enorme ola a punto de caer sobre varios barcos pesqueros, mientras el monte Fuji aparece al fondo como símbolo de calma y estabilidad. También destaca por su uso del azul prusiano.
La subasta, titulada Masterpieces of Asian Art from the Okada Museum of Art, reunió 125 lotes con piezas excepcionales del arte asiático. Entre ellas había bronces rituales de finales de la dinastía Shang, porcelana imperial de la época Qing, biombos japoneses y cerámica coreana. Se esperaba que varias de estas obras superaran cifras millonarias, atrayendo a coleccionistas de todo el mundo.
El evento fue un éxito, se vendieron todos los lotes y la recaudación total alcanzó los 688 millones de dólares hongkoneses (88 millones de dólares estadounidenses). Con este resultado, Hong Kong reafirma su posición como uno de los centros más importantes del coleccionismo internacional, consolidando un mercado que ya venía mostrando señales de fuerza tras las subastas de Nueva York.
La obra más esperada de la noche fue, sin duda, “The Great Wave: Under the Wave off Kanagawa”, la xilografía de Hokusai. La pieza alcanzó los 21,7 millones de dólares hongkoneses (alrededor de 2,8 millones de dólares estadounidenses), marcando un nuevo récord para una impresión de esta imagen tan emblemática del arte japonés. Su estado de conservación, su composición impactante y su importancia histórica impulsaron una intensa competencia entre los pujadores.
Detrás de esta subasta se encuentra una situación compleja para el empresario japonés Kazuo Okada, propietario de la colección. Okada se ha visto obligado a desprenderse de piezas únicas para poder afrontar un pleito judicial valorado en 50 millones de dólares. Este conflicto legal surgió a raíz de su disputa con el magnate de los casinos Steve Wynn. El empresario se negó a pagar los honorarios presentados por su bufete de abogados, Bartlit Beck, pero el despacho logró hacer valer su reclamo mediante un arbitraje vinculante y posteriormente en los tribunales.
