Una imagen vale más que mil palabras. Desgraciadamente, este tópico vale tanto en el aspecto positivo como en el negativo, ya que todavía vivimos en una sociedad en la que se demasiado a menudo se juzga a las personas por su aspecto o procedencia más que por sus capacidades. Aunque en España continúa muy arraigada la costumbre de incluir la foto en el currículum hasta el punto de que constituye una exigencia expresa de muchas empresas contratantes, en otros países es algo totalmente desaconsejable e incluso ilegal.
Se trata de países cuya cultura empresarial aboga por que sean los logros y aptitudes del candidato los que hablen por sí solos, dejando el aspecto físico en un segundo plano. Por ello, si tu objetivo laboral es conseguir un empleo en Reino Unido o Estados Unidos, obvia la foto. Se considera una falta de equidad, sobre todo por razones étnicas con el fin de evitar que los recruiters tengan más en cuenta la raza del candidato que sus experiencias, estudios y habilidades. En el mismo sentido, que se contrate o deje de contratar en función de si la persona es más o menos agraciada.
Francia, en el mismo sentido, aprobó recientemente una ley que permite que el currículum vitae no incluya ni siquiera el nombre del candidato con el propósito de evitar discriminaciones por razones de nacionalidad o sexo y que se contrate antes a un Pierre que a un Mohammed.
En cualquier caso, si finalmente decides incluir una fotografía en tu currículum vitae asegúrate de que ésta dé la mejor versión de ti. Debe tener calidad profesional, ser reciente, estar realizada desde un punto de vista formal y con un fondo neutro. Además, tus hombros deben estar cubiertos y tu ropa ser formal, aunque no exagerada: no se trata de que vistas tus mejores galas, sino más bien que muestre un aspecto limpio y cuidado.
