Las mujeres siguen ganando poco a poco posiciones en el mercado de la alta relojería, y serán clave en su porvenir. El último informe anual sobre la industria que ha elaborado la consultora Deloitte y que ha hecho público este mes lo confirma: «La disposición a comprar un reloj es ahora igual de fuerte entre hombres y mujeres, lo que indica que la demanda ya no está impulsada únicamente por los coleccionistas masculinos. De cara al futuro, el mayor potencial de crecimiento reside en las compradoras y en la generación Z [los nacidos entre 1995 y 2010, aproximadamente]».
El estudio se basa en una encuesta realizada por altos ejecutivos y consumidores y en entrevistas con expertos del sector. Y la conclusión citada es en parte resultado de la creciente atención que están prestando las marcas del gremio a la captación de clientas en los últimos años, con lanzamientos de piezas que no adaptan modelos pensados originalmente para ellos, sino diseñados desde el principio con la mujer como objetivo. Así son, por ejemplo, los nuevos SRV de Tissot, los RM 75-01 Flying Tourbillon Sapphire de Richard Mille y los Classics Manchette de Frederique Constant.
Es un avance con respecto a lo que reflejó hace un año Deloitte en otro estudio, elaborado junto a Watch Femme, una asociación sin ánimo de lucro y con sede en Ginebra (Suiza) dedicada a promover y fortalecer la voz de las mujeres en el mundo de la relojería. Aquel análisis, uno de los pocos que se han elaborado con un enfoque en el mercado femenino, apuntó que, si bien cada vez más mujeres compraban relojes para sí mismas, seguían estando infrarrepresentadas en una industria que no las tiene suficientemente en cuenta.
Mientras que los hombres encuentran en las tiendas un gran despliegue de tamaños, funciones, estilos y materiales, las opciones femeninas se reducen. No obstante, las mujeres se inclinan por diseños que reflejan su gusto personal, en lugar de por las ofertas específicas para cada género, lo que indica una tendencia hacia estéticas más versátiles e inclusivas. En los últimos tiempos, tanto los relojes unisex como los de estilo vintage han ganado popularidad, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
La infrarrepresentación en las boutiques se reproduce en las altas esferas de las compañías relojeras. No hay muchas directoras ejecutivas ni expertas en la materia que sirvan de modelo para las nuevas generaciones y que empujen en favor de la relojería femenina. Solo aparecen en lo más alto Caroline Scheufele, copresidenta de Chopard, Catherine Rénier, consejera delegada de Van Cleef & Arpels, Ilaria Resta, CEO de Audemars Piguet, Nayla Hayek, CEO de Harry Winston, Christelle Rosnoblet, CEO y propietaria de Speake Marin, y Christine Hutter, CEO y dueña de Moritz Grossmann.
En cuanto al perfil de las clientas, si bien no hay uno solo (sus preferencias varían según su generación y su ubicación), en general perciben que la alta relojería es un coto predominantemente masculino. Según el último informe de Deloitte y Watch Femme, «la experiencia en tienda no siempre satisface las necesidades de las consumidoras; muchas se sienten incómodas en los espacios comerciales tradicionales. Faltan experiencias de compra personalizadas para mujeres, tanto en la selección de productos como en el ambiente de compra».

Otro aporte relevante es el peso de los relojes inteligentes en el mercado femenino. En 2024, más del 50% de las encuestadas por Deloitte afirmaron usar exclusivamente este tipo de dispositivos o alternar entre estos y los relojes tradicionales (mecánicos o de cuarzo). Solo el 22% dijo usar únicamente tradicionales (el porcentaje de mujeres que los usan se redujo casi a la mitad desde 2020), mientras que el 21% afirmó no usar ningún reloj. En cambio, el número de mujeres que solo usaban relojes inteligentes aumentó del 18% en 2020 al 33% en 2024.
«En comparación con 2024, la proporción de mujeres que usan relojes tradicionales ha aumentado ligeramente», señala el informe de 2025 de la consultora. Y eso que el porcentaje de encuestados (hombres y mujeres) que afirman usar ese tipo de accesorios ha disminuido significativamente en los últimos cinco años, del 46% en 2020 al 26% en 2025. «Los relojes inteligentes dominan ahora el uso diario en las muñecas, especialmente entre las mujeres y las generaciones más jóvenes, lo que contribuye a la presión sobre los segmentos de precios de entrada», señala el estudio.

