Hasta el próximo 26 de octubre, los aficionados a los relojes pueden adentrarse en la historia remota y reciente de una de las marcas suizas que más aboga por conservar las esencias de la alta relojería: Vacheron Constantin. A través de la exposición The Quest que se ha instalado en la lujosa Galería Canalejas de Madrid, cuya visita requiere de una cita previa (se obtiene llamando por teléfono a la tienda madrileña de la firma), la manufactura más longeva del sector comparte con los interesados los momentos estelares de su trayectoria ininterrumpida, que ha cumplido 270 años en 2025.
La muestra arranca en la planta baja de la Galería, donde se invita a descubrir en un gigantesco libro interactivo algunos de los hitos de la enseña. Entre otros, cuando adoptó la Cruz de Malta como emblema, en 1880, o cuando colaboró con el relojero Louis Cottier en la creación del primer reloj de hora universal (con los 24 husos horarios) con “sistema Cottier”, en 1932. Para continuar, hay que subir al primer piso, donde aguardan los relojes seleccionados para la exhibición, que se nutre de piezas del patrimonio que ha ido recopilando la propia marca con el tiempo y que se conserva en su sede de Ginebra (Suiza).
Todos los instrumentos mecánicos que se enseñan en vitrinas están ahí para demostrar el dominio de Vacheron Constantin de las complicaciones relojeras más elevadas: el cronógrafo, la repetición de minutos, el calendario perpetuo astronómico… que incluso se unen en modelos como uno de bolsillo de 1901. También de las técnicas artesanas tradicionales con las que se realizan elegantes acabados a mano. Aunque la exposición no pretende ser una mera sucesión de piezas, sino que busca asimismo la comprensión del oficio de relojero, que se transmite mediante paneles explicativos y mesas con artesanos trabajando.
Las piezas tras las vitrinas
El reloj expuesto que más se acerca por edad a 1755, cuando el relojero ginebrino Jean-Marc Vacheron puso la primera piedra de la compañía, es un ejemplar de bolsillo de oro amarillo de 1829 cuya intrincada caja se adorna con un esmalte champlevé, para el que el artesano empieza por tallar motivos vegetales en la superficie metálica para aplicar dentro de las cavidades polvo de vidrio húmedo, que se fija introduciéndolo en el horno. Dentro incorpora una hora saltante, que se abre paso mediante cifras en un disco a las 12 h sobre una esfera plateada con grabado guilloché. Constituye un ejemplo temprano de una innovación práctica que surgió a mediados del siglo XVIII, la de las indicaciones saltantes, en las que la lectura cambia de manera instantánea con el fin de mejorar la legibilidad.
Uno de los relojes más valiosos y vistosos de la muestra es el de pulsera Lady Kalla Flamme de oro blanco, que data de 2010. Tanto su caja como su brazalete están engastados con 200 diamantes asimétricos de talla flamme (con 57 facetas), una rareza desarrollada por Vacheron Constantin que le aporta la sensación de movimiento y de estar en llamas. La esfera, de oro gris, sigue la forma del engaste llama y se engalana con un pavé de diamantes.
El añorado Saltarello, con forma de cojín y un mecanismo con horas saltantes y minutero giratorio, está presente, y también algunos lanzamientos recientes como el Historiques 222 en acero, que reinterpreta en 2025 el de 1977, y el nuevo calendario perpetuo ultraplano en oro amarillo de la marca.
*El horario de apertura al público de The Quest es de lunes a domingo de 12 a 14 h y de 16 a 20 h.
