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Diane Keaton: un armario lleno de sombreros, corbatas y convicciones

Su armario, además de muchas chaquetas de Armani, tenía la etiqueta de una inconformista con muchas convicciones.

Como dijo Mery Streep en su discurso durante el Homenaje del AFI a Diane Keaton por su trayectoria profesional: «Quién diría que la persona que más se cubre en el mundo de la moda, sería la mujer más transparente de todas». Y no pudo acertar más. Diane Keaton (Los Ángeles, 1946) ha pasado a la historia como una de las actrices que supo desnudar su espíritu a través de declaraciones modísticas. Su armario, además de muchas chaquetas de Armani, tenía la etiqueta de una inconformista con muchas convicciones.

La eterna Annie Hall -papel que le llevó a sostener un Oscar en 1978- fue una influencer antes de que existieran las redes sociales. Fue una it girl antes de que existieran los likes. Keaton fue un icono no solo de estilo, sino de carácter y de autenticidad. Lo que dijeran las tendencias o las revistas de moda, le entraba por la copa del sombrero y le salía por el nudo de la corbata. Lo único que repetía en cada look era su libertad. Y así hizo hasta sus últimos días.

Irónico que fuera una de las musas, durante décadas, de una de las industrias más exigentes visualmente hablando, la del entretenimiento. Pero que sin embargo, su presencia en su vida no le despeinaba ni un pelo su bob largo nevado. Desde antes que existiera ‘el empoderamiento femenino’ supo demostrar que las mujeres también sabían portar sastrería masculina y tener opiniones. Y ella las vestía todas.

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Annie Hall, Diane Keaton, Woody Allen. Getty Images

No solo Woody Allen, uno de sus más íntimos colegas profesionales y sentimentales, ha sabido ver «la vida a través de sus ojos» -tal y como dijo en el discurso que siguió al de Meryl Streep en el homenaje anteriormente mencionado-, sino también una infinidad de mujeres que se elevan desde la generación de los años 70 hasta a actualidad. A través del parpadeo de sus trajes combinados con sombreros, corbatas, guantes y camisas abotonadas hasta el cuello, Diane transformó la forma en que entendemos la elegancia, el género y la singularidad en la moda.

En diversas apariciones públicas, la actriz se declaró ser fan de la moda. Lo era desde que su madre le cosía a medida todos los patrones que se le venían a la cabeza. Por esta razón, desde muy joven, Keaton comprendió que vestirse era una forma de expresar. Y lo que ella quería contar, además de sus más de cincuenta películas, no eran minifaldas setenteras, sino libertad.

Diane Keaton recibiendo el premio en el Homenaje del AFI a toda su trayectoria.

A lo largo de las décadas, su estilo evolucionó sin traicionar nunca su esencia: una mezcla única de elegancia, irreverencia y autenticidad. En los años setenta comenzó a experimentar con la sastrería masculina; en los ochenta abrazó los abrigos amplios y los sombreros que acabarían siendo su sello. En los noventa apostó por boinas y trajes blancos impecables, y en los 2000 convirtió el cinturón XXL en su accesorio fetiche. Pero el gesto más radical de su estilo llegó en 2015, cuando decidió abandonar el color para siempre. Desde entonces, el binomio cromático se convirtió en su lenguaje visual, sobrio y poderoso, tan cinematográfico como su propia figura.

En 2024, la actriz publicó con la editorial Rizzoli su libro Fashion First, un recorrido íntimo por su relación con la moda a través de fotografías, recuerdos y looks icónicos. Allí repasaba su evolución estética, desde su niñez hasta las alfombras rojas, pasando por los experimentos más arriesgados de su día a día. En él, diseñadores y amigos -entre ellos Giorgio Armani y Sarah Jessica Parker– destacaron su capacidad para transformar y reinterpretar la moda en una declaración personal.

Los patrones de su armario eran su propio guion y su estilo la narración de su espectro interior que dejaba perceptible al resto del mundo. Ahora solo queda el recuerdo de todas aquellas pasarelas de moda que provocaba con su mínima presencia.

«Diane tiene la conciencia de un colibrí. Es muy difícil de capturar. Hay veces que está aquí, otras allí. Siempre está en pleno vuelo. Pero cuando llega a tierra, te para el corazón y solo te hace sonreír» continuó diciendo Streep. Así la recordaremos, a ella y a su estilo, como un espíritu inquieto que seguirá revoloteando por generaciones, recordándonos que la verdadera elegancia no se lleva puesta, se viste.

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