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El primitivo encanto de un reloj de piedra: un fragmento de los Alpes en la muñeca

El nuevo RockWatch de Tissot exhibe la sencillez de lo arcaico pero esconde la precisión suiza. Es un reloj que marca las horas y los minutos y que apreciarán los amantes de la naturaleza y el diseño.

Las marcas relojeras más innovadoras siempre han mostrado querencia por emplear materiales rabiosamente nuevos para fabricar productos más duros, ligeros y resistentes a los arañazos. Ahí está Richard Mille, que sigue optimizando el Carbon TPT, formado por múltiples capas de filamentos paralelos que se obtienen al cortar fibras de carbono. O Parmigiani Fleurier, que trabaja el Cermet, un compuesto de cerámica y metal que combina las bondades de ambos. Sin embargo, a veces la clave del éxito radica en el uso de un material tan primitivo y natural como la piedra. Con ella, la firma suiza Tissot, del grupo Swatch, dio vida hace 40 años al RockWatch, un reloj de aspecto brutalista nacido en la montaña, de cuya notoriedad quizás se acuerden quienes vivieron los 80, y que ha vuelto a la actualidad con una versión de edición limitada.

La historia de esta pieza de 2025, similar a la originaria de 1985, arranca cerca de las nubes, en un paisaje típico de la Suiza más fría: los Alpes. Más concretamente, en el Jungfrau, el majestuoso pico (4.158 metros) del macizo montañoso del mismo nombre, al sur del cantón de Berna. A él se llega a bordo de un ferrocarril que sube, a través de un empinado túnel construido entre 1896 y 1912, hasta la estación de tren más elevada de Europa, ubicada a 3.454 metros (un poco más abajo de la tienda relojera más alta del continente, Kirchhofer). Pues bien, durante la renovación de ese túnel, hace unos siete años, se extrajeron bloques de granito caídos (no se excavó en la montaña para obtenerlos), y con ellos se ha realizado el último RockWatch.

Así se hace

El proceso de mecanizado que ideó Tissot en los años 80 para transformar una piedra en un reloj con los notables estándares de calidad helvéticos se ha mantenido. Incluso los mismos operarios que crearon el RockWatch original se han encargado otra vez de dar forma a la roca en bruto. Lo que han hecho es tomar los bloques de granito extraídos y obtener de ellos cilindros que han cortado en secciones redondas más pequeñas. Cada una de ellas se ha fresado por ambos lados, de manera que una cavidad ejerce de esfera y la otra alberga el movimiento de cuarzo. Una vez instalado éste, el fondo se ha cerrado con una placa de acero fijada con seis tornillos, de la que sobresalen las asas para sujetar la correa de piel. En esa tapa se lee la inscripción Jungfrau – Top of Europe y el número de serie.

El resultado es un instrumento que atrapa por su desnuda sencillez y su rareza. Toda la belleza del material queda expuesta por el lado del dial, en el que solo se ha estampado con un tampón el nombre de la marca, el año de su nacimiento y el sello Swiss Made, y que queda protegido por un cristal que, según el ángulo con el que se mire, parece inexistente. Además, el RockWatch no resulta pesado en absoluto y sus curvas son suaves, gracias a los tratamientos aplicados a la piedra rugosa, como el esmerilado, en el que se utilizan compuestos abrasivos con una presión controlada para lograr una superficie lisa y uniforme.

¿Es frágil? Por supuesto, si bien no tanto como pudiera parecer, según el director de producto de Tissot, Pierre Meinen: “El reloj pasó los test estándar de caídas, y no quisimos incluir un movimiento automático en su interior porque, si el peso aumentaba, también lo hacía el impacto de la caída. Podríamos decir que tiene más o menos la misma resistencia que la cerámica. Esto significa que es muy duro, pero frágil al mismo tiempo”.

Además, ofrece una resistencia al agua de 10 metros, por lo que no es apto para la ducha, pero sí para un uso diario y para lavarse las manos. “Con este tipo de material la humedad entra más rápido debido a que tiene cierta porosidad, pero también se absorbe más rápido. Y el reloj queda cerrado con una junta por la parte trasera de la caja y con un cristal de zafiro abombado antirreflejos por la delantera”, dice Meinen.

Los antecedentes

El nuevo RockWatch se asemeja al de 1985 por sus tonos grises, pero el primigenio era más pequeño, su cristal, mineral, y sus agujas, rojas y amarillas, los colores de las señales en los árboles y las rocas de los senderos de los Alpes. Al primero le siguieron otras versiones hechas con diferentes minerales que aportaron más colores y texturas a la propuesta inicial: granito rojo de Australia, basalto, ágata azul, piedra azul de Brasil, jaspe del desierto de Kalahari, magnesita, cuarzo rosa… Así, el reloj estuvo disponible en varios tamaños (20, 30 y 33 mm de diámetro), en distintos tonos y con correas de piel a juego, generalmente.

La nueva edición, limitada a 999 unidades, mide 38 mm, cuenta con agujas de tipo bastón de latón estampado y se ciñe con una correa de piel negra. Cada reloj se presenta en un estuche que recuerda a un bloque de granito, y cuesta 1.095 euros. A España han llegado muy pocos, y solo se venden en El Corte Inglés de Castellana, en Madrid. Quien logre hacerse con él podrá presumir de que un fragmento de los imponentes Alpes suizos le da la hora.