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Desconexión al modo cántabro: una escapada de otoño al corazón de los Valles Pasiegos

El Helguera Palacio Boutique Antique, alojado en un palacio del siglo XVII es uno de los tesoros monumentales más espectaculares de los Valles Pasiegos.

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Viajar a Cantabria es, siempre, una idea excelente; y en otoño, más todavía. Sus localidades retoman la actividad cotidiana, metiendo en un cajón el bullicio veraniego, y la naturaleza parece que se muestra con más intensidad, haciendo desfilar las cuatro estaciones en el mismo día pero, sobre todo, estallando de color los montes -los hayedos, los robledales- los preciosos Valles Pasiegos.

Y, escondido en el corazón de la comarca, aguarda como base ideal el Palacio de la Helguera, un hotel boutique alojado en un palacio del siglo XVII que es, además de uno de los tesoros monumentales menos conocidos y más destacables de los Valles Pasiegos. El hotel, reservado solo para adultos, cuenta con once habitaciones y da forma a un entorno donde cada rincón, cada mueble y obra de arte mantienen la esencia original del palacio y que el exquisito trabajo de la interiorista Malales Martínez Canut realza aún más.

Experiencias al modo cántabro

Las rutas guiadas a pie o a caballo que propone el hotel permiten conectar profundamente con la naturaleza, disfrutando de la belleza del entorno en su máximo esplendor y con temperaturas agradables, perfectas para explorar sin prisas.

La propuesta gastronómica del Palacio de Helguera es otro de sus grandes reclamos. Bajo la dirección del chef Renzo Orbegoso Hinojosa, el restaurante Trastámara fusiona los sabores tradicionales cántabros con influencias peruanas, creando platos que sorprenden y seducen.Una recomendación: disfrutar del cocido montañés Trastámara, la merluza del Cantábrico, el arroz con pato al estilo peruano y sus postres artesanales, reinterpretados con creatividad, son un viaje en sí mismo.

Más allá del lujo histórico y la gastronomía, el Palacio de la Helguera es un oasis de tranquilidad para quienes buscan descansar y conectar con sí mismos. La belleza natural que lo rodea, junto con la atmósfera recogida de un palacio antiguo convertido en hotel boutique, crea las condiciones perfectas para una auténtica desconexión, un destino ideal para una escapada de otoño.

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