De veranos cálidos e inviernos gélidos, con bosques y lagos cubriendo las tres cuartas partes de su territorio y más de 1.500 islas, la República de Estonia se extiende a lo largo de 45.227 km². Quien dirigió el país durante una década (2006-2016), Toomas Hendrik Ilves, llegó a asegurar que “no muchos saben dónde está Estonia, pero todos conocen Skype, así que ahora digo que soy el presidente del país donde está Skype”. Allí nació hace 17 años esta herramienta de comunicación, pasando a convertirse en una de sus mejores tarjetas de visita. Si acudimos a la geografía, situamos a Estonia limitando al norte con el golfo de Finlandia, al oeste con el mar Báltico, al sur con Letonia y al este con el lago Peipus y Rusia. Su característica inundación de primavera, que puede llegar a elevar hasta cinco metros el nivel del agua, hace que los más de 1,3 millones de estonios no pasen al año por nuestras acostumbradas cuatro estaciones, sino por cinco. Con una densidad de población de 30,3 personas por km2 –casi cuatro veces menos que la media de la Unión Europea–, la Organización Mundial de la Salud sitúa al país báltico como el cuarto del mundo con mejor calidad de aire urbano y diferentes encuestas lo colocan entre los más optimistas de la UE.
En la Unión ingresa en 2004 y en 2011 adopta el euro como moneda, pero es desde 1991, a partir de su independencia de la URSS, cuando empieza a asentar las bases de una historia reciente de éxito, que se explica por la indisoluble unión de su carácter pionero y su ambición tecnológica. Las edificaciones medievales y las catedrales ortodoxas rusas pasan a convivir con el vidrio y el acero de la arquitectura más moderna para albergar centros de negocios y de emprendimiento, con la capital Tallin destacando como el “Silicon Valley del Báltico”. Partiendo de una situación frágil y precaria, Estonia muda de piel, de la analógica a la digital. “Desde que recuperó su independencia, el mayor desafío fue comenzar a construir un estado funcional desde cero, sin disponer de muchos recursos. Nos dimos cuenta, ya en la década de los noventa, de que la burocracia no funciona y que para resolver los problemas que teníamos necesitábamos crear una sociedad democrática transparente, donde la confianza y la eficiencia son claves. Por tanto, elegimos el camino de la digitalización. Hoy, el 99% de nuestros servicios públicos son accesibles en línea: están centrados en los ciudadanos, son fáciles de usar y, lo más importante, también son seguros”, explica a Forbes Anett Numa, portavoz y ponente del e-Estonia Briefing Centre, un centro ejecutivo y de innovación, con sede en Tallin, que forma parte del Enterprise Estonia y que tiene un papel integral en la promoción y divulgación de la experiencia de digitalización del país. “La construcción de esta sociedad digital no ocurrió de la noche a la mañana”, enfatiza, pero “desde el comienzo, se establecieron sólidas alianzas público-privadas que han sido determinantes”.
La multinacional de soluciones tecnológicas Nortal fue una de las compañías que ayudaron a edificar la e-Estonia, la Estonia digital, contribuyendo a erigir “un 30-40% de las soluciones de Tecnología de la Información (TI) del sector público”, detalla a Forbes su director de Área de Negocios, Peeter Smitt, que identifica la alfabetización digital como una de las piedras angulares de todo el proceso. Destaca que “uno de los primeros y grandes hitos fue el programa nacional Tiger Leap puesto en marcha en 1996, con dos objetivos principales: educar a la población en cómo usar el ordenador e internet y asegurar la conexión a la red de todas las escuelas y bibliotecas públicas. Creció así la conciencia y la confianza en las soluciones digitales”.
Estonia elaboró un plan estratégico para actualizar sus infraestructuras locales de TI y estableció como prioridad en las escuelas el desarrollo de habilidades informáticas y digitales, con materias como la ciberseguridad, la robótica y la programación. Hoy en día y desde hace años, sus estudiantes copan los primeros puestos del informe PISA, que reconoce su excelencia y rendimiento académico. “La mejor manera de preparar al ciudadano es educarlo”, recalca Anett Numa, que subraya el trabajo de la Fundación Look@World, creada en 2001 y dirigida a promover el uso de ordenadores e internet entre las personas mayores. “Es importante incrementar la alfabetización digital en todos los grupos de edades. Hoy, el 92% de la población estonia usa internet regularmente”, comenta.
En el año 2000, este pequeño estado báltico se convirtió en el primer país en aprobar una Ley de Telecomunicaciones por la que se declara el acceso a internet un derecho universal. Ese mismo año desaparece del Consejo de Ministros el papel y se permite a los ciudadanos realizar la declaración de la renta online. Actualmente, el 98% de las declaraciones se presentan electrónicamente y los estonios tardan de uno a tres minutos en completar el trámite.
Metamorfosis
Si alguien sabe de metamorfosis es Kafka y decía el escritor checo que “a partir de cierto punto no hay retorno y ese es el punto que hay que alcanzar”. Estonia llega a él en 2001, cuando decide apostar por la digitalización de toda la Administración y despliega su gran sistema de gestión de datos, conocido como X-Road, la columna vertebral de e-Estonia. La sociedad digital más avanzada del mundo –así la bautizó la revista Wired en 2016– ha unido electrónicamente a todo el país en esta única plataforma, a través de la cual, de forma eficaz y segura, se permite el intercambio de información de todos sus ciudadanos entre miles de bases de datos del sector público y privado. Desde 2002, cada ciudadano dispone de firma digital y de una tarjeta de identificación con chip electrónico donde están volcados todos sus datos, que no se pueden compartir sin su consentimiento. Así, por ejemplo, el odontólogo de un paciente no puede ver la información de su psicólogo o comprobar si tiene multas de tráfico.
Los estonios pueden acceder al 99% de los servicios de la Administración a través de internet gracias a este DNI digital. Registrar una empresa, renovar el carné de conducir, consultar recetas médicas y acceder al historial médico, revisar las notas de los hijos o comunicarse con los profesores son todos trámites que pueden realizarse de forma online. También, votar. En 2005 esta región báltica fue pionera en implementar el voto electrónico en unas elecciones locales. En los últimos comicios al Parlamento Europeo, en mayo de 2019, el 46,7% de los votos fueron emitidos vía internet. Solo hay tres excepciones, tres servicios que siguen requiriendo presencia física: las bodas, los divorcios y las transacciones inmobiliarias. Tiempo al tiempo.
La etapa final que desea completar Estonia es la de la automatización. Evolucionar de un trabajo administrativo realizado de forma digital al funcionamiento automático de los sistemas. El director del Área de Negocios de Nortal afirma que “en 2019, el país volvió a dar otro salto más hacia una sociedad digital verdaderamente perfecta al implementar el primer servicio electrónico proactivo totalmente automatizado. El concepto de servicio proactivo se basa en determinar que, si el Estado posee todos los datos del ciudadano, conoce también los servicios a los que tiene derecho”. Como ejemplo, detalla que “desde finales del año pasado, los padres de un recién nacido ya no necesitan realizar ningún tipo de trámite para recibir las correspondientes prestaciones, sino que el Estado, de forma proactiva, se encarga de comunicarles las ayudas a las que tienen derecho y los progenitores simplemente tienen que confirmarlas”. Asimismo, Estonia ha puesto en marcha una estrategia nacional para desarrollar servicios públicos basados en Inteligencia Artificial. “Al menos, cincuenta servicios públicos se valdrán de esta tecnología para finales de 2020”, señalan desde el e-Estonia Briefing Center. Un ejemplo es el de los ‘jueces robots’. El proyecto se encuentra en la fase inicial de desarrollo, con pruebas en juicios menores, donde las demandas no superan los 7.000 euros. “Todavía hay muchos problemas por resolver, tanto éticos como técnicos, antes de que cualquier país pueda permitir que la Inteligencia Artificial intervenga en los complicados procedimientos judiciales”, comentan.
Sobre cómo ha afectado la digitalización de los servicios a las tasas de empleo o si ha destruido mano de obra, Anett Numa asegura que “el número de funcionarios del sector público, por ejemplo, no ha variado mucho. La idea es digitalizar para reemplazar tareas manuales y que los trabajadores puedan enfocarse en otras que requieren mayor aportación humana. La tasa de desempleo en Estonia sigue siendo muy baja, un 4,3%”. Apuntan también desde Nortal que esta evolución electrónica “nos permite utilizar el potencial humano y la creatividad en campos donde las máquinas no pueden ayudar”.
Residencia digital
Siendo uno de los países menos poblados de la Unión Europea, Estonia fue el primero del mundo en ofrecer la e-Residency en 2014. Se trata de una residencia electrónica que ya tienen más de 66.000 personas de más de 150 países y que permite establecer y gestionar una empresa en Estonia, pagar los correspondientes impuestos, acceder a sus servicios online, firmar contratos con empleados o proveedores, operar en los bancos estonios, pero no vivir en el país. De este modo, con esta identidad transnacional se puede disfrutar de su infraestructura digital, con los mismos derechos y obligaciones a la hora de operar de forma electrónica, pero no residir físicamente. Su principal y más destacado objetivo es atraer talento que aporte al crecimiento y desarrollo de la región. La fiscalidad es uno de sus principales atractivos. Si la empresa reinvierte los beneficios obtenidos, no paga el Impuesto de Sociedades y, en caso de que decida repartir los dividendos, abona un máximo del 20%. El código tributario estonio ocupa el primer lugar del Índice de Competitividad Fiscal de la OCDE.
Anett Numa cuenta a Forbes que “Estonia ofrece a todo el mundo la oportunidad de experimentar una sociedad sin papeles y que, si bien el número total de residentes electrónicos no es un objetivo final en sí mismo, estamos encantados de brindar esta solución a aquellas personas con mentalidad emprendedora, a quienes les gusta administrar sus negocios sin fronteras”.
Seguridad a cargo del blockchain
“La digitalización y dependencia de internet tiene un riesgo, y aquella Administración que moderniza todos sus servicios, como es el caso de Estonia, debe establecer las medidas necesarias para preservar los derechos de los ciudadanos, especialmente los relacionados con la intimidad y la protección de datos de carácter personal”, asevera Enrique Domínguez, director de Estrategia de Entelgy Innotec Security, división de ciberseguridad de Entelgy. Domínguez expone a Forbes que la protección “debe tenerse en cuenta desde las primeras fases del desarrollo de software y hardware. Un pequeño error se convierte en una vulnerabilidad que puede ser explotada en cualquier momento, siendo una puerta de entrada para cualquier atacante”.
Los estonios no están libres de miedo, pero sin ignorar los peligros de un Gobierno completamente digital, han primado su bienestar y los beneficios que una Administración electrónica les aporta. Ha prevalecido la confianza en el Estado y en la propia tecnología sobre los recelos. En e-Estonia los datos están encriptados, los administran las instituciones, pero los controlan los ciudadanos, que son sus propietarios. Para acceder a esa información confidencial se necesita autorización y se conoce en todo momento quién lo hace y cuándo. Además, aquellos que los consulten sin permiso se enfrentan a multas. Aclara el subsecretario de Desarrollo Económico del Ministerio de Asuntos Económicos y Comunicaciones de Estonia, Viljar Lubi, que “la información está protegida por una red descentralizada muy difícil de hackear y fácilmente verificable, así como por una arquitectura descentralizada para las comunicaciones que evita que se realicen robos masivos de datos. Todo esto lo basamos en blockchain, sistema que nos ha funcionado también para brindar transparencia en cuanto a la privacidad y que impide que el Gobierno acceda a información sensible de los ciudadanos”. Incide el director de Estrategia de Entelgy Innotec Security en que “por su naturaleza, el blockchain supone un modelo transparente y, a la vez, seguro. Su uso permite descentralizar procesos y solucionar problemas de comunicación e interoperabilidad entre cualquier tipo de Administración, de otra comunidad o incluso de otro país”.
En 2007, el Gobierno estonio se enfrentó a su primera gran prueba de fuego. Varios ataques cibernéticos, supuestamente rusos –el Kremlin negó que estuviera involucrado–, paralizaron de forma temporal muchos de sus servicios. Superó el bache y tomó buena nota. En 2017, Estonia abrió en Luxemburgo la primera “Embajada de Datos”. Un centro de alta seguridad ubicado dentro de las instalaciones del Ejecutivo luxemburgués donde guarda una copia de toda su Administración, con información tan sensible como su sistema de pensiones, su sistema de pagos o su catastro. Además, añade la ponente del e-Estonia Briefing Center, “hemos empezado a cooperar recientemente con Estados Unidos para, a través de una plataforma conjunta, compartir inteligencia sobre amenazas cibernéticas. La ciberseguridad es una prioridad para Estonia y está incluida en el enfoque integral de la defensa nacional”.
¿Se puede copiar el modelo estonio?
Estonia ha alumbrado su propia Ilustración Digital, combatiendo la tediosa y rutinaria burocracia y enraizando profundos cambios culturales y sociales. Gestionar todo un Estado digitalmente y hacerlo con eficiencia, seguridad y transparencia le ha permitido, además, ahorrar un 2% del PIB anual en salarios y gastos, según los cálculos del Gobierno. Con un PIB per cápita en 2019 de 21.160 euros, tiene la relación deuda/PIB más baja de Europa (9,2% del PIB). En cuanto a inversión, Anett Numa, especializada en e-Governance y soluciones digitales, explica que “cada año gastamos, aproximadamente, el 1% de nuestro presupuesto estatal en el sector de las TIC”.
¿Es posible replicar su modelo en cualquier otro país? La respuesta es un ‘sí, con matices’. No se puede calcar un modelo idéntico, pero “sí se puede aprender de nuestra experiencia y de cómo hemos afrontado los desafíos”, razona Numa, que expone que eso es lo que hacen en el e-Estonia Briefing Center, “informar a delegaciones de todo el mundo interesadas en la transformación digital y conectarlas con expertos y empresas estonias que los puedan ayudar en este viaje”. También coincide Peeter Smitt en que “muchas ideas, conceptos y patrones se han exportado con éxito a otros países”. Desde el Gobierno estonio puntualizan que el camino que ellos han recorrido puede servir de inspiración a otros para apostar por una mayor innovación e inversión en infraestructuras digitales, pero ese recorrido ha de ser propio y ha de tener en cuenta las características del país en cuestión. Arguye el subsecretario de Desarrollo Económico que “cada nación debe construir su propia versión, un Gobierno debe cuidar las tradiciones de su país, transferirlas a modelos más innovadores y adecuar el sistema al número de habitantes que tiene”. Ni los mismos sueños tienen idénticas velocidades.
Digitalización de la Administración en España
España ocupa el cuarto puesto entre los Estados miembros de la Unión Europea en el baremo de servicios públicos digitales, según refleja el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) 2019. Posición que alcanza tras haberse evaluado indicadores como el número de usuarios de la administración electrónica, los servicios públicos digitales para empresas, el intercambio de datos médicos, la receta electrónica o los datos abiertos –en este indicador, España escala hasta la segunda posición–. Desde la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial explican a Forbes que “el ritmo de la digitalización en las Administraciones Públicas españolas se ha acelerado, aunque queda trabajo por hacer. El 76% de los usuarios de Internet participa activamente en los servicios de administración electrónica y hay más de 11,5 millones de personas que disponen de algún certificado de firma electrónica (DNIe u otro)”. En el ámbito de los servicios públicos digitales, concreta a Forbes el director de Consultoría de Sector Público en Ernst & Young, Luis María Bautista, que “por delante de España solo se sitúan Finlandia, Estonia y Países Bajos, todos ellos países que no son equiparables al nuestro en cuanto a tamaño, población y complejidad administrativa”. Y añade Manuel Márquez, socio responsable de Consultoría de Sector Público en EY que “el caso de Estonia es paradigmático, pero no 100% exportable a un país como España. Sería como tratar de importar las recetas de una pequeña startup a una gran compañía”. En nuestro caso, prosigue, “la digitalización de los servicios públicos pasa por fomentar la interoperabilidad y colaboración entre los diferentes niveles de la Administración, así como por la incorporación de tecnologías aceleradoras como la Inteligencia Artificial, la robótica o el blockchain. Su integración sí es completamente importable a nuestro país y entendemos que nuestras Administraciones no deben perder esta oportunidad para acelerar su transformación digital”.
Si atendemos a las cinco dimensiones que componen el medidor DESI (conectividad, capital humano, uso de Internet, integración de tecnología digital y servicios públicos digitales) España se sitúa en el undécimo puesto. En la escena mundial, el informe ‘United Nations e-Government Survey 2018’, que evalúa cada dos años el desarrollo de la administración electrónica de los 193 Estados miembros de la ONU, coloca a España en la decimoséptima posición. Y en cuanto al compromiso con la ciberseguridad, Entelgy Innotec Security, que colabora con el Centro Criptológico Nacional, destaca la séptima posición –también a nivel mundial– de nuestro país en el Global Cybersecurity Index 2018, solo superada por Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Lituania, Estonia y Singapur.
Fue en 2015 cuando se aprobaron en España dos leyes encaminadas a cimentar el funcionamiento digital de las Administraciones públicas. Para su completa implantación se aprobó en 2018 una moratoria de dos años, hasta 2020. “A principios de 2019, EY publicó el estudio La Administración Digital en España, donde señalábamos que no había ninguna Comunidad Autónoma que cumpliera el 100% de los requerimientos digitales exigidos en las leyes 39 y 40/2015”, precisa Luis María Bautista, que señala que “el País Vasco es el que más se aproxima al modelo de Administración digital, cubriendo un 94,7% de los requisitos establecidos por ambas leyes, seguido de Galicia con un 94,2% y Cataluña con un índice de cumplimiento del 93,5%. Al diferente ritmo de digitalización entre Comunidades, hay que añadir la brecha campo-ciudad, la social y la generacional. La Secretaría de Estado de Digitalización asegura que “la vertebración territorial y la reducción de la brecha digital son ejes de actuación fundamentales para este Gobierno y están siendo tenidos en cuenta en las estrategias de digitalización y competencias digitales que se darán a conocer en los próximos meses”. Y expone que, “aunque aún queda trabajo por hacer, la conectividad global ha mejorado en España y se han logrado resultados especialmente buenos en términos de cobertura rápida y ultrarrápida. En la actualidad, el 88% de los hogares tiene acceso a redes de banda ancha ultrarrápida. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en municipios inferiores a 10.000 habitantes, un 86,8% de hogares tiene acceso a Internet”.
En competencias digitales, España está por debajo de la media de la Unión Europea. Según datos del Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) 2019, solo el 55% de los españoles entre 16 y 74 años poseen capacidades digitales básicas (57% en la UE). Además, los titulados en TIC representan el 3,9% del total, mientras que las mujeres especialistas en TIC únicamente alcanzan el 1% del total del empleo femenino. La Secretaría de Estado de Digitalización reconoce a Forbes que “estos datos han inspirado nuevas actuaciones tendientes a revertir la situación” y especifica que “desde 2018, el Ministerio de Educación y Formación Profesional propuso incluir en todos los programas de educación y formación profesionales un conjunto de módulos diseñados para ayudar a los alumnos a adquirir habilidades y competencias en Industria 4.0, datos, redes de comunicación 5.0 y otras habilidades relacionadas con las TIC”. También destaca a Forbes Manuel Márquez “el esfuerzo por parte de las empresas y de la propia Administración pública para la promoción del estudio de carreras STEM, por ejemplo, a través de eventos como SIMO Educación”, pero considera que “la alfabetización en materias como programación, robótica, o Inteligencia Artificial en los centros españoles, hasta el momento, ha sido testimonial”. Además, desde Ernst & Young ponen el énfasis en que “el cambio generacional en la función pública no se ha producido al mismo ritmo al que han evolucionado las tecnologías. Según datos del Ministerio de Política Territorial y Función Pública, la edad media del personal de la Administración General del Estado es de 51,9 años, casi diez más que la del conjunto de la población activa general del país (42,5). Por tanto, existe una fuerte necesidad de abordar unos planes de capacitación en conocimientos digitales para este gran conjunto de empleados públicos”.
La Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, explican desde el Gobierno, “incluye también numerosas actuaciones orientadas a aumentar las capacidades digitales de la ciudadanía española” y recalcan que “educar en habilidades digitales es fundamental para que la sociedad pueda beneficiarse de los avances digitales, las empresas sean más productivas y las Administraciones públicas, más eficientes”.