Con la llegada del verano, vuelven las jornadas de playa y las escapadas al aire libre. Toalla, protector solar, gafas, palas y hasta el altavoz portátil… Una larga lista de objetos personales que, sin darnos cuenta, terminan en nuestra bolsa. Y aquí entra en juego el auténtico protagonista del verano: el capazo. Este bolso de fibras naturales y diseño tradicional ha logrado mantenerse como un básico infaltable en nuestros armarios veraniegos.
Aunque hoy lo usamos para llevar lo esencial del día a día, el capazo tiene una historia mucho más antigua. Su origen se remonta al antiguo Egipto, donde su función principal era la de transportar alimentos de forma práctica. Desde entonces ha evolucionado en forma y uso, pero ha conservado su esencia de ser funcional, resistente y estéticamente atractivo.
En los años 60 y 70, la actriz Jane Birkin convirtió una sencilla cesta de mimbre en parte de su sello personal. Siempre llevaba consigo este accesorio de diseño simple, que la acompañaba a todos lados. Fue durante un vuelo que, al intentar guardar su cesta en el compartimento superior, todo su contenido se volcó al suelo. Jean-Louis Dumas, entonces presidente de Hermès, presenció la escena y decidió diseñarle un bolso que se ajustara a sus necesidades. Así nació el icónico Birkin, un bolso que pasaría a ser sinónimo de lujo, elegancia y exclusividad.
Las grandes casas de moda no han dejado pasar la oportunidad de reinterpretar el capazo. Firmas como Loewe, Celine, Yves Saint Laurent, Bimba y Lola lo han incorporado a sus colecciones, transformándolo en un símbolo de estilo y sostenibilidad. Lejos de ser un simple bolso de verano, el capazo se ha convertido en un objeto de deseo, lucido por celebridades como Reese Witherspoon y Emma Roberts, reafirmando su lugar como un accesorio atemporal que une tradición, funcionalidad y moda
