Opinión Ainhoa Aramburu

Cuando el cabello habla del futuro

La belleza responsable ya no es una tendencia: es el nuevo estándar. En este cambio de paradigma, el universo capilar tiene un rol estratégico.

Laura Ponte, fotografiada por Javier Biosca. Viste americana de Emporio Armani. Realización: Chabela García. Maquillaje: José Belmonte para Nars. Peluquería: Manu Fernández para Moroccanoil. Ayudante de fotografía: Enrique Escandell. Ayudante de estilismo: Martina Tacchini y Beatriz Núñez.

La belleza evoluciona. Y no lo hace como una moda pasajera, sino como un reflejo de transformaciones profundas en nuestra forma de vivir, consumir y relacionarnos. En los últimos años, el valor de lo estético ha trascendido lo superficial para convertirse en una expresión más consciente, alineada con principios como sostenibilidad, inclusión e innovación con propósito. Hoy, verse bien es inseparable de sentirse bien, y nuestras decisiones reflejan convicciones. La belleza responsable ya no es una tendencia: es el nuevo estándar. En este cambio de paradigma, el universo capilar tiene un rol estratégico.

Tradicionalmente vinculado al estilo o al consumo, el ecosistema de la peluquería profesional se revela como un agente clave de la economía del bienestar. Es una industria que emplea a millones de personas, mayoritariamente mujeres, y que genera conexiones humanas profundas. Cada salón es un espacio de identidad, cuidado y confianza. Más allá del servicio técnico, ofrece escucha activa, transforma la confianza en uno mismo y proyecta autenticidad. Mientras el mundo avanza hacia lo digital, el salón se mantiene como uno de los últimos espacios de interacción genuina. En él se comparten conocimientos, se crean hábitos y se construye comunidad.

«Hairstylists for the Future»

Desde L’Oréal, impulsamos este potencial a través de iniciativas como ‘Hairstylists for the Future’, que promueve la transición sostenible en el sector. Tecnologías como Water Saver permiten ahorrar hasta un 69% de agua por servicio, mientras soluciones como AirLight Pro o Steampod 4 combinan eficiencia energética y rendimiento profesional. Pero transformar la belleza no es solo incorporar tecnología. Implica repensar toda la cadena de valor: desde el diseño de productos hasta su uso en el salón, desde la selección de ingredientes hasta la gestión del residuo. Innovar buscando generar un impacto positivo.

Y aquí, el rol del profesional es clave: puede educar, inspirar y liderar prácticas más sostenibles y conscientes. La transformación también pasa por la educación. Por eso, desplegamos una estrategia O+O (online + offline) que combina plataformas como L’Oréal Access, academias en Madrid, Barcelona, Lisboa y Oporto, y alianzas con escuelas profesionales. Apostamos por un nuevo perfil: estilistas con visión crítica, empatía, competencias técnicas y capacidad de generar valor. No se trata sólo de aplicar un producto, sino de entender al cliente, anticiparse al mercado y actuar con propósito.

Este nuevo escenario redefine también la idea de lujo. Deja de ser sinónimo de exceso para convertirse en una cuestión de intención. Se elige menos, pero mejor. Se prioriza el origen, la trazabilidad, la coherencia. Lo exclusivo ya no es lo inaccesible, sino lo significativo: aquello que combina ciencia y naturaleza, resultados y responsabilidad. Una belleza que no impone, sino que eleva. Que no agota, sino que inspira. Así, el universo capilar no solo acompaña el cambio: puede marcar el rumbo. Porque el cuidado del cabello también es representación, elección, cultura. Es un lenguaje simbólico y emocional donde confluyen lo social, lo ambiental y lo humano. En definitiva, transformar la belleza es transformar nuestra forma de habitar el mundo.

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