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Mar España, exdirectora de la Agencia Española de Protección de Datos: “Están secuestrando nuestra identidad y convirtiéndonos en objetos”

La exdirectora de la AEPD alerta sobre una década disruptiva, donde el cambio supera nuestra capacidad de adaptación. Somos la sociedad más conectada y preparada, pero también la más insatisfecha.

Retrato de Mar España, ex directora de Agencia Española de Protección de Datos. © AEDP

El hombre más feliz del mundo no nació así: se entrenó para serlo. Y no lo dice un gurú espiritual ni una cuenta de frases motivacionales, lo afirma la ciencia. El neurocientífico Richard J. Davidson, de la Universidad de Wisconsin, lideró un estudio pionero para medir la actividad cerebral de varios individuos durante prácticas meditativas. El resultado fue sorprendente: Matthieu Ricard, monje budista y exbiólogo molecular, presentaba niveles de actividad cerebral sin precedentes en la corteza prefrontal izquierda, la zona asociada con emociones como el entusiasmo, la alegría o el bienestar.

Pero eso no es todo: su amígdala, responsable de procesar el miedo y la ansiedad, apenas se activaba. Es decir, su mente no solo generaba emociones positivas con facilidad, sino que casi no reaccionaba al estrés. ¿Su secreto? No es genético ni cuestión de suerte. Es fruto de entrenamiento mental consciente, largos momentos de silencio y un compromiso diario con la paz interior. Y sí, quizás esto suene alcanzable. Hasta que caes en la cuenta de que tu dedo ha deslizado diez Reels seguidos en Instagram o que TikTok lleva media hora capturando tu atención. Buscar la felicidad en lo profundo mientras vivimos en la superficie constante del scroll no es precisamente compatible.

Así lo explica Mar España, (Madrid, 60 años) exdirectora de la Agencia Española para la Protección de Datos en su libro Así se somete a una sociedad, de la editorial Penguin Random House. Su experiencia en uno de los órganos regulatorios más importantes de los últimos tiempos le ha convertido en una de las grandes divulgadoras de los riesgos de la digitalización masiva en el comportamiento humano.

En tu libro Así se somete a una sociedad alertas sobre cómo se puede controlar a las personas a través de los datos. ¿Cuáles diría que son las formas más peligrosas de manipulación digital?

Gracias a la IA, las redes sociales, los videojuegos y la industria pornográfica predicen nuestro comportamiento y nos manipulan, enviando publicidad más segmentada, scroll infinito de vídeos que cada vez enganchan más nuestra atención. Hay jóvenes que van cambiando su forma de ser por consumir contenido que no es adecuado hasta llegar a extremos como el suicidio. Nuestra atención permanece constantemente secuestrada, y en ese proceso dejamos de ser sujetos con derechos para convertirnos en objetos, en simples datos o mercancías. Se diluye así la esencia del ser humano, su dignidad e incluso su identidad mental.

¿Cuáles son las señales de alerta que deberían hacernos sospechar que nuestros datos se usan de forma inadecuada?

¿Cuántas horas puedes estar sin pantallas en el mundo analógico? Si son menos de 3, 4 o 5, hay un problema. Si no podemos despertarnos, comer o desplazarnos sin una pantalla, deberíamos reflexionar. Apenas levantamos la mirada en el transporte público, y cada vez nos aislamos más, perdiendo conexión no solo con el entorno, sino también con nosotros mismos y nuestras emociones.

¿Qué te llevó a dirigir la Agencia Española de Protección de Datos?

Siempre he estado comprometida con los derechos humanos, trabajando en el Instituto de la Mujer, el Defensor del Pueblo y la Agencia Española de Protección de Datos. Al comenzar en 2015, no imaginaba enfrentar casos como delitos cometidos por niños usando inteligencia artificial para generar pornografía falsa, ni tener que desarrollar herramientas para prevenir suicidios por difusión de vídeos sexuales. La digitalización acelerada tras la pandemia ha tenido un profundo impacto en la salud mental y en la propia esencia del ser humano.

¿Cómo era tu día a día en la agencia?

La situación es complicada y el equipo está desbordado por las reclamaciones. Aun así, se han logrado avances como la aprobación de criterios de verificación de edad para proteger a los menores del acceso a contenido adulto, la colaboración con medios en campañas de divulgación y la vinculación del derecho a la privacidad con el derecho a la salud.

¿Crees que estamos ya en una sociedad sometida o todavía estamos a tiempo de revertir el rumbo?

Estamos parcialmente sometidos, especialmente los colectivos más vulnerables como la infancia, la juventud o quienes sufren exclusión social. A pesar de ello, soy optimista: en el último año se han dado pasos importantes que valoro positivamente. Sin embargo, nunca habíamos enfrentado un momento tan crítico. La inteligencia artificial generativa y el tratamiento de neurodatos avanzan a un ritmo exponencial, hasta el punto de poder modificar nuestras conexiones neuronales, tanto conscientes como inconscientes. Esta vulnerabilidad extrema nos sitúa en una posición aún más precaria que la de los obreros durante la revolución industrial, con una exposición digital casi permanente y una regulación que no alcanza el ritmo de la industria.

¿Cómo podemos enseñar a los niños a poner límites cuando ni siquiera los adultos los tenemos claros?

Si nunca le darías a tu hijo de seis años una copa ¿por qué a los nueve le entregas un smartphone con acceso ilimitado al mundo digital?

Es fundamental retrasar la entrega de dispositivos a los menores. Los padres deben ser conscientes de la influencia diferenciada por género: las niñas tienden a engancharse a las redes sociales, afectadas por estereotipos y presión social que deterioran su autoestima, mientras que los niños se exponen al porno y a modelos sexuales que distorsionan su identidad. No podemos permitir que terceros definan la personalidad de nuestros hijos, ya que su interés no es su bienestar, sino monetizar sus datos.

¿Por qué las redes sociales consiguen engancharnos de esta manera?

Porque conocen los patrones de comportamiento de 3.000 millones de usuarios en el mundo. Presiden y anticipan nuestros gustos. Eso es lo que está ocurriendo.

Hasta hace pocos años no existía el scroll infinito. Ahora está presente en casi todas las redes sociales. ¿Qué riesgos tienen los reels oTikTok?

Muchos expertos han reconocido los daños causados por estas tecnologías; incluso el creador del scroll infinito se arrepintió públicamente. El cerebro no está diseñado para la multitarea, y el consumo constante genera frustración, ansiedad y deterioro de la salud mental. Hoy, muchos jóvenes viven el sexo a través de pantallas y se relacionan con amigos solo por ordenador. Desde 2012, los trastornos mentales en adolescentes han aumentado un 300%. En mi libro, propongo tres tesoros esenciales para la vida: el tiempo, la salud y la conexión con los demás y con uno mismo.

Durante el apagón, la forma en que las personas se relacionaban cambió por completo. ¿Por qué parecemos más felices sin el móvil, y aun así no podemos soltarlo?

El ser humano necesita pertenecer y ser validado socialmente; es una necesidad biológica. Como mamíferos, estamos programados para vivir en conexión real, no digital. Necesitamos el tacto, el olfato, el contacto físico y emocional con otros. Sin embargo, estos sentidos —vinculados al corazón y las emociones más profundas— se están debilitando, mientras que se hiperestimulan la vista y el oído, sentidos más asociados al ego y a la mente racional. Esta desconexión del cuerpo y del corazón nos aleja de nuestra esencia más humana.

¿Por qué ya no nos sorprende que las redes nos muestren cosas de las que solo hemos hablado en una conversación privada?

Es probable que hayamos dado permiso a las redes sociales para acceder al micrófono sin darnos cuenta. Por eso, es importante revisar los permisos que tiene cada aplicación en tu móvil, accediendo a la biblioteca de apps y comprobando a qué funciones tienen acceso. Recuperar el control empieza por ahí.

¿Qué App no recomendarías nunca descargarte y por qué?

Ninguna relacionada con la pornografía, pero sí existen redes sociales que han demostrado ser especialmente adictivas. No busco demonizar a ninguna empresa, pero la Comisión Europea tiene expedientes abiertos contra algunas plataformas precisamente por el uso de estos patrones adictivos.

Cada vez son más los altos cargos y exempleados de grandes tecnológicas que participaron en la creación de redes sociales y que ahora advierten públicamente de sus riesgos. ¿Cree que llegará el momento en que se exijan responsabilidades reales a las empresas o a sus impulsores?

Ya está ocurriendo. En Reino Unido, el Código Penal se ha modificado para hacer responsables penalmente a los CEOs de la industria digital.

Estamos en una etapa similar a la que vivió la industria tabacalera antes de que se regulara estrictamente para proteger a los fumadores pasivos. Respeto las decisiones personales, pero cuerpo, mente y espíritu están unidos, y todo lo que consumimos —desde alimentos hasta contenido digital— nos afecta profundamente. Confío en que la regulación llegará, aunque mientras tanto, esta generación joven será la más perjudicada.

¿Qué es lo más peligroso que ha llegado a tu despacho como denuncia por vulneración de datos?

Una mujer firmó un contrato de sumisión sexual con su pareja en el que aceptaba someterse a cualquier práctica sexual y autorizaba que su pareja grabara y difundiera esas prácticas. Al romper la relación, él difundió esas grabaciones sin su consentimiento. Ella denunció y, aunque el hombre presentó el contrato como defensa, se sancionó porque un consentimiento que vulnera derechos fundamentales no es válido.

¿Cómo prácticas tu en tu día a día la seguridad en términos de privacidad de datos? 

Nunca paso más de media hora en Instagram y me planifico momentos analógicos. En mi libro doy pautas prácticas, basadas en mi experiencia con yoga, para mantener el equilibrio en un mundo digital, promoviendo un modelo mixto. Por ejemplo, las dos primeras horas tras despertarse son clave para lograr presencia y energía alta, por eso recomiendo actividades como paseos por la naturaleza y ejercicios de respiración, evitando el uso de pantallas hasta pasadas esas horas. También se aconseja no usar pantallas las dos horas antes de dormir y fomentar comidas familiares sin dispositivos.

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