El investigador y científico Juan José Badiola (León, 1948) fue el principal científico español que estudió de forma más sistemática el problema de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), también conocido popularmente como ‘mal de las vacas locas’. Se licenció en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, con la calificación de sobresaliente cum laude. Inició su carrera docente en la Facultad de Veterinaria de la Complutense para luego trasladarse a la Universidad de Zaragoza, donde ha sido decano, vicerrector de Investigación y rector. Actualmente dirige el Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza. Forbes se ha puesto en contacto con el prestigioso epidemiólogo, para hablar de la pandemia del coronavirus. “Los epidemiólogos pensamos que el 70% de la población acabará pasando la Covid-19”.
A principios del 2000 aparecieron diversos casos de EEB que se introdujo en la cadena alimentaria. ¿Qué conclusión sacó de esa investigación? ¿Cree que puede volver a reaparecer este mal?
El hecho de demostrar que la enfermedad bovina se transmitía a los humanos y causaba una enfermedad neurodegenerativa mortal tuvo unas consecuencias sanitarias, económicas y políticas de primera magnitud. Pero también propició una reflexión sobre la seguridad del sistema de producción, transformación y comercialización de alimentos. Tras la aplicación práctica de sus conclusiones se mejoraron notablemente los sistemas de control alimentario, lo que ha situado a la UE en el territorio de más alto nivel de seguridad alimentaria del mundo. Una respuesta así se ha echado en falta en la gestión de la crisis actual causada por el coronavirus. Respecto a si podría reaparecer la enfermedad, es poco probable, pero tampoco se puede descartar pues los priones son patógenos impredecibles.
Ahora, lo que nos preocupa es la Covid-19. Las autoridades chinas han relacionado las infecciones en humanos con un mercado de animales vivos en Wuhan. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Es muy probable que haya sido así. Los estudios del genoma del virus causal de esta epidemia indican una gran similitud con el de otros coronavirus existentes en murciélagos. En el caso del virus causante de la Covid-19 todavía se desconoce la identidad de ese hipotético animal intermediario, aunque se ha señalado al pangolín como posible. Se trataría por lo tanto de un ejemplo más de como un virus animal es capaz de atravesar la barrera de especie y adaptarse a la especie humana, lo que como ya se ha comentado no es nada nuevo. Las condiciones de esos mercados, llamados húmedos, en los que se comercializan animales domésticos y silvestres, vivos y muertos y en unas condiciones de higiene muy deficientes, está claro que favorecen esos saltos de especie.
Italia y España son dos de los lugares con más contagiados y decesos. ¿Por qué cree que se ha desarrollado más la enfermedad en estos dos países?
En primer lugar porque ambos países mantienen estrechas relaciones comerciales con China, lo que favorece la movilidad humana entre ellos. También creo que contribuyó el hecho de que el virus suele causar una sintomatología leve en una buena parte de las personas jóvenes o de edad medía, que se supone que serían la mayoría de los que viajaban a China, y muchos de ellos no fueron conscientes de estar afectados, pero fueron transmisores activos del virus. Por otra parte, porque en principio no se fue consciente de la gran capacidad de propagación que tiene este virus y por ello no se adoptaron las medidas de prevención apropiadas, particularmente la prohibición de actos con asistencia multitudinaria de personas que favorecieron los contagios.
Los españoles estamos confinados en nuestras casas desde el 14 de marzo. A su entender, ¿cuánto tiempo tardaremos en volver a la normalidad?
Dependerá de la evolución de nuevos contagios y de la capacidad de respuesta del sistema sanitario, particularmente en lo referente a la disponibilidad de plazas en las unidades de cuidados intensivos, que en la actualidad se encuentran al límite de su capacidad de atender a nuevos pacientes en estado grave.
¿La Covid-19 puede dejar secuelas en las personas que se han recuperado?
Todavía no se sabe porque aún se tiene una perspectiva temporal corta y una limitada experiencia sobre la enfermedad. Es posible que con el paso del tiempo y contando con un número elevado de personas que han sufrido la enfermedad y se han recuperado, se podrá dar una respuesta a esa pregunta.
¿Qué le parece la gestión que está haciendo el Gobierno para combatir la propagación del virus?
Al principio no fue muy consciente del alcance de la epidemia y debió adoptar medidas que evitaran las concentraciones de personas, además de prohibir la movilidad aérea, particularmente con China y más tarde con el norte de Italia. Con posterioridad ha actuado de forma contundente, con el establecimiento del estado de alarma y el confinamiento de los ciudadanos en sus domicilios, que en España se está cumpliendo muy estrictamente. Ya pueden comprobarse sus efectos al constatar cómo la cadena de contagios exponencial inicial se ha interrumpido, observándose un descenso del número de casos de personas contagiadas, del número de personas que acuden a las urgencias hospitalarias y también de fallecimientos, así como un incremento gradual del número de personas que se han recuperado. Pero esta pandemia extendida por la mayoría de los países del mundo, ha evidenciado ya una magnitud y efectos en la población que solo podrá contenerse con medidas de carácter global.
Encontrar una vacuna eficaz es la carrera de fondo que hoy afrontan investigadores y científicos. ¿Cuándo piensa que podría estar lista?
El proceso para la creación de una vacuna es largo y complejo. No se trata sólo de producirla, cuyos procedimientos en la actualidad han mejorado mucho, sino que es necesario demostrar que ésta es eficaz y sobre todo segura. En caso contrario las agencias reguladoras no la autorizarían. El cumplimiento de estos requisitos requiere hacer pruebas in vitro, en animales de experimentación y en humanos. Todo ello implica periodos de tiempo prolongados de meses o años, aunque en condiciones de urgencia esos tiempos pueden reducirse sensiblemente. Por ello, aunque no se puede ser demasiado optimista en cuanto a los plazos, cabría la posibilidad, dada la urgencia, de que pudiera existir alguna en otoño próximo. De hecho, existen ya prototipos vacunales en fase de prueba en humanos. Nos encontramos en una carrera contra el tiempo para lograr producir una vacuna que cumpla los requisitos necesarios. El primer país que lo consiga habrá obtenido no sólo un gran éxito técnico, sino también económico.
¿Puede volver una epidemia como la actual y ser aún más letal?
No se puede descartar la posibilidad de que en el próximo otoño-invierno se reproduzca de nuevo la epidemia, pero si el virus no ha mutado, habrá un elevado número de personas que estarán inmunizadas tras haber superado la infección, lo que producirá un efecto barrera que contribuirá a reducir la propagación viral. Por otra parte, se dispondrá con gran probabilidad de medicamentos antivirales específicos y, como ya le he indicado, es probable que se disponga ya de alguna vacuna autorizada. Lo que sería definitivo para la prevención de esa posible reaparición.