Opinión Salvador Sostres

Florentino 78

Cumplir 78 para muchos sería un mérito. Para él no es nada, y si es algo es una molestia. Florentino Pérez Rodríguez (Madrid, 8 de marzo de 1947) no siente que esté en su último mandato al frente del club ni en un proceso de retirada táctica en ACS.

Ningún cumpleaños fue tan escueto, ni nada de lo hecho pesa menos, a pesar de lo mucho que ha conseguido. En su 78 cumpleaños el pasado no le importa a Florentino, a nada de lo que ha logrado parece concederle la más mínima inclinación nostálgica. Sólo tiene ese sentimiento, y es profundo, y es desgarrador e irreversible, hacia su difunta esposa. Con ella murió la vida social del presidente del Real Madrid y de ACS, y nunca más pisó su casa en Mallorca, hasta venderla, ni su barco, símbolo de tantos momentos felices. Desde entonces sólo trabaja y cuida de los suyos, y aunque los años pasan sólo piensa en el futuro. Podría estar en su mente ampliar todavía más su distancia en Champions ganadas con su ilustre predecesor, Santiago Bernabéu, o de Ligas con el Barça. Podría insistir, como es clásico en los hombres, en lo que se le da bien, para regodearse en su éxito y en su fortuna. Formas del pasado que es cierto que se acaban licuando, como todo, hasta convertirse en fantasmas, pero que dan esplendor y puedes disfrutarlo.

Florentino está haciendo todo lo contrario: en lugar de insistir en la Champions se ha enfrentado con ella por considerarla una estructura casposa, ineficaz y corrupta; y en lugar de insistir en la disputa de barrio con el Barça se ha unido a él para juntos defender el mejor espectáculo del mundo, que es un Madrid-Barça, o Barça-Madrid, para llevarlo a la verdadera dimensión de nuestro mundo, que es la empresarial, en que Disney compite con Netflix y no el Pato Donald contra Mickey Mouse.

Lo que le importa a Florentino es lo que seremos, como a los jóvenes que llegan sin nada a los Estados Unidos. Al que menos le importa lo que “Florentino” representa es a él, y por eso las leyendas sobre sus llamadas telefónicas, su mano negra y su poder para que las cosas y las personas aparezcan y desaparezcan en España tiene mucho más que ver con el folklore autojustificativo de los que jugaron y perdieron que con la realidad, sin embargo tan terca.

Cumplir 78 para muchos sería un mérito. Para él no es nada, y si es algo es una molestia. Florentino Pérez Rodríguez (Madrid, 8 de marzo de 1947) no siente que esté en su último mandato al frente del club ni en un proceso de retirada táctica en ACS. Cualquier prisa sucesoria es insensata y contraproducente para el interesado. Además, por la envergadura de los proyectos en que está trabajando, es muy probable que sin contar lo ya conseguido, y atendiendo sólo a los años que le quedan, logre mucho más, y mucho más significativo, que muchos de los presidentes que le sucedan juntos. No es que se trate de establecer este tipo de competiciones pero sí de situar al Florentino actual en su espacio y en su tiempo.

Los madridistas tienen al mejor presidente de todos los tiempos. El fútbol en general, a uno que lo quiere hacer avanzar. Los españoles, a un empresario que hace crecer la economía. Los que hemos tenido la suerte de conocerlo, y de quererlo, a un amigo de una extraordinaria calidad humana. Pero sobre todo vosotros, los que le odiáis, sois los más afortunados. Tenéis en él una excusa para todos y cada una de vuestras limitaciones, mediocridades, derrotas. Todo en España ha acabado siendo culpa o causa de Florentino Pérez, y él está siempre ahí para poderlo culpar de cualquier fracaso y tener una manera más fácil de miraros al espejo o de hablar con vuestra esposa de regreso a casa. ¿Ni una sola vez vais a darle las gracias?

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