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Aranceles, aguacates y Hollywood: la guerra comercial 2.0 de Trump desata el caos

El nuevo orden internacional que quiere imponer el nuevo presidente de Estados Unidos ha arrancado con fuerza. Donald Trump ha decretado aranceles del 25% a las importaciones desde México y Canadá y del 10% a los productos chinos, medidas que entrarán en vigor esta misma semana si nada cambia. Además, ha amenazado a Europa con ser el siguiente en la lista.

A pesar de haber sido anunciados en su campaña, estos aranceles han provocado fuertes caídas en los mercados bursátiles, han disparado al dólar y una reacción inmediata en la economía global. “Han supuesto un shock para muchos inversores que esperaban que los aranceles solo se impondrían si las negociaciones comerciales fracasaban”, explican los analistas de Goldman Sachs. Pues bien, el shock ya está aquí.

Pero el verdadero impacto de esta guerra comercial no se limita a Wall Street. Como en el efecto mariposa, en el que el aleteo de un insecto en Brasil puede generar un huracán en Tokio, una decisión en Washington puede terminar elevando el precio del aguacate en México, encareciendo la gasolina en Europa y obligando a Hollywood a replantear sus producciones. La guerra comercial 2.0 ha comenzado y su onda expansiva llega a todos los rincones del planeta.

Jaque ¿mate? al comercio mundial

Las cifras que se manejan son enormes. En 2023, Estados Unidos importó más de 3,1 billones de dólares (2,9 miles de millones de euros) en bienes, de los cuales 466.000 millones provinieron de México, 377.200 millones de Canadá y 401.400 millones de China. Si la guerra comercial se extiende y cada país responde con represalias como parece, el comercio mundial se verá seriamente alterado. Bank of America ha advertido que el crecimiento mundial podría caer entre un 2% y un 3% y la Organización Mundial del Comercio (OMC) teme una contracción del comercio internacional si el proteccionismo sigue escalando.

Pero más allá de los números, el verdadero golpe se sentirá en la vida cotidiana y en los bolsillos de los consumidores. La primera víctima será la comida. México es el principal proveedor de aguacates, tomates y limones para el mercado estadounidense. Si los aranceles suben, los precios se dispararán, generando una reacción en cadena.

Supermercados y restaurantes como Chipotle y Taco Bell tendrán que subir sus precios, haciendo que un simple guacamole se convierta en un capricho de lujo. Lo mismo ocurrirá con la cerveza mexicana y el tequila, productos que tienen una fuerte presencia en el consumo estadounidense y que ahora competirán con un muro impositivo que hará más cara su distribución.

El campo estadounidense tampoco saldrá ileso. China, en respuesta a las medidas de Washington, ya ha impuesto aranceles del 10% al 15% sobre productos agrícolas estratégicos como maíz, trigo y carne de cerdo, forzando a los productores estadounidenses a buscar nuevos mercados que no están garantizados.

Algo similar ocurrió en 2018, cuando las tensiones comerciales con Pekín hundieron un 20% las exportaciones de soja, afectando gravemente a los agricultores del medio oeste. JPMorgan estima que si esto sigue, los productores podrían perder hasta 12.000 millones de dólares en ventas, forzando a que el gobierno tenga que intervenir con subsidios y rescates para evitar quiebras masivas.

La industria del automóvil y Hollywood también tiemblan

La industria del automóvil también está en jaque. El ensamblaje de un solo vehículo suele requerir que sus partes crucen varias veces la frontera entre Estados Unidos, México y Canadá antes de llegar a los concesionarios. Con un arancel del 25%, el coste de fabricación se disparará y las empresas tendrán que decidir entre asumir la pérdida o trasladarla a los clientes.

Fabricantes como Ford y General Motors ya han advertido sobre posibles cierres de plantas y despidos si los costes siguen en aumento. De acuerdo con estimaciones de Nomura, la industria del motor tendrá que hacer frente a gastos extra por valor de 32.000 millones de dólares solo durante el primer año de aranceles. Esto, a su vez, afectará a los trabajadores, concesionarios y, al final, a los compradores.

En Hollywood, la preocupación es otra. Canadá ha sido durante años el paraíso de las grandes producciones por sus incentivos fiscales y menores costes de rodaje. Pero ahora que Ottawa ha respondido con represalias y aranceles del 25%, las productoras deberán reajustar sus presupuestos.

Disney, Warner y Netflix, que graban muchas de sus películas y series en Toronto y Vancouver, podrían tener que asumir un sobrecoste del 15% y un 20%, lo que se traducirá en entradas de cine y suscripciones más caras.

Silicon Valley tampoco se libra

Sin embargo, el golpe más inesperado ha caído sobre el sector tecnológico. China ha decidido responder atacando donde más duele: la fabricación de semiconductores. Pekín ha anunciado restricciones a la exportación de minerales esenciales como tungsteno y molibdeno, cruciales para la producción de microchips y dispositivos electrónicos. Empresas como Apple, Intel y Nvidia están directamente en la línea de fuego, y la presión sobre Silicon Valley es evidente. Por si fuera poco, China también ha iniciado una investigación antimonopolio contra Google, amenazando su ya reducida presencia en el mercado chino.

Mientras las grandes corporaciones intentan adaptarse, los consumidores empiezan ya a sentir el golpe. Según cálculos de Bank of America, la inflación en Estados Unidos podría subir un 0,7% debido a la subida del precio de las importaciones. La ropa, los electrodomésticos y los gadgets importados desde China y México serán más caros. Las grandes cadenas minoristas, como Walmart y Target, deberán decidir si suben sus precios o asumen la pérdida. Según Goldman Sachs, si los aranceles se mantienen, el coste de la vida en Estados Unidos podría aumentar entre un 2% y un 3%, golpeando sobre todo a la clase media y baja.

Al mismo tiempo, el fortalecimiento del dólar ha generado otro efecto inesperado. Las monedas emergentes, como el peso mexicano, han perdido valor, encareciendo las importaciones y golpeando el poder adquisitivo en Latinoamérica. En Europa, el euro también se debilita ante la posibilidad de que Trump incluya al Viejo Continente en su lista negra.

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El escenario que se perfila es el de un mundo cambiante. ¿Hacia dónde? Si la guerra comercial sigue escalando, Estados Unidos podría provocar un gran terremoto en el comercio global. China y la Unión Europea ya están buscando formas de reducir su dependencia del dólar, fortaleciendo acuerdos comerciales alternativos y diversificando sus mercados. Las grandes multinacionales están reconsiderando sus cadenas de suministro, y algunos expertos creen que esta es la antesala de una nueva era de regionalización económica, en la que la producción se reorganizará en bloques comerciales más cerrados.

Los aranceles de Trump han desatado una reacción en cadena con consecuencias que nadie puede prever del todo. Lo que empezó como una estrategia para proteger la industria estadounidense ahora amenaza con perturbar el equilibrio económico mundial. La pregunta sigue abierta: ¿hasta dónde llegará el efecto dominó? La incertidumbre en el mercado es muy alta.