Tic, tac, tic, tac… El reloj avanza lento pero inexorable hacia 2020, el año del vencimiento del préstamo sindicado de 843,5 millones de euros que suscribió Esther Koplowitz, ex presidenta de FCC, para financiar su parte en las ampliaciones de capital que emitió en su época. Aparentemente, Koplowitz es muy rica. Controla prácticamente un 20% de FCC, la constructora que heredó de su padre. Con la cotización actual, esto supone entre 800 y 900 millones. Pero eso es lo que debe a los bancos.
Hermana de Alicia Koplowitz, Esther estuvo considerada la reina de las millonarias hasta 2007. Y aunque no le gusta el foco de la prensa, aún mantiene buena parte de su relevancia social: forma parte del consejo de administración de FCC junto con sus hijas, Esther, Alicia y Carmen Alcocer (su padre es Alberto Alcocer, uno de los milmillonarios españoles) y preside la Fundación Esther Koplowitz, focalizada en la investigación médica y la acción social. Además, tiene una importante colección privada de arte, que no es tan relevante como la de su hermana Alicia, pero cuenta con piezas de Sorolla, Chagall, Goya, Pissarro o Juan Gris.
Pero si no paga el crédito, o no lo refinancia, puede perder sus acciones y con ellas buena parte de su riqueza, porque las ha pignorado para garantizar la deuda. ¿Qué ha pasado?
De alguna manera, Esther Koplowitz ejemplifica el mal de algunos millonarios. Aparentemente tienen mucho dinero en acciones cotizadas, colecciones de arte, fincas y empresas no cotizadas. Incluso pueden tener sociedades holding en el exterior, muchas veces en Holanda, Luxemburgo, Malta o Reino Unido. Pero su riqueza está apalancada en deudas y préstamos garantizados con las acciones de sus empresas. Sus deudas no siempre salen a la luz pública, pero cuando vienen mal dadas les arrastran al fondo.
En este caso concreto, el problema se llama Dominum, la sociedad que controla la participación de Koplowitz en FCC y que acumula pérdidas. Actualmente, Dominium tiene un patrimonio negativo de 32,9 millones y contabiliza sus acciones en FCC a 14,6 euros, un cifra todavía muy alejada de la realidad actual. Y es que, aunque la cotización de FCC ha mejorado en un 60%, desde los 7 euros de 2015 a más de 11 euros, pero todavía está un 25% del nivel marcado en las cuentas de Dominum.
Deudas a pesetas
Los problemas de Esther Koplowitz vienen de largo. En 1998, compró el 28,2% de su hermana Alicia en FCC por 132.765 millones de pesetas (798 millones de euros) y lo financió con un crédito. Fue, en su época, el mayor crédito personal que obtenía un rico, pero con los dividendos que generaba el grupo FCC pagaba cómodamente los intereses. Ocho años después, en 2006, Cementos Portland Valderrivas (filial de FCC) se fue de compras y pagó 1.092 millones de euros por el 51% de Corporación Uniland, la cementera catalana de las familias Fradera y Rumeu. La crisis económica, la alta deuda del Grupo FCC y también el crédito personal de Esther Koplowitz cavaron el hoyo.
¿Se puede comprar deuda a pesetas? Si te llamas Carlos Slim y eres el séptimo mayor multimillonario del mundo según Forbes, con una fortuna de 60.100 millones de dólares, sí. Y es que, emulando al químico francés Antoine-Laurent Lavoisier, la riqueza no se crea ni se destruye, solo cambia de manos. Así, la caída de Koplowitz engorda la riqueza de Carlos Slim. El multimillonario mexicano se ha hecho con el control del Grupo FCC, que incluye también a Portland y Realia, y ha comprado la deuda de Koplowitz a los bancos por 599,7 millones de euros; un 31,7% menos del importe total. Así, Slim gana con la compra y con la deuda: si Koplowitz paga lo que debe, él gana 281 millones (la diferencia entre lo que devuelve Koplowitz y lo que pagó por la deuda). Y si no paga, o no refinancia su crédito, se queda con las acciones.
Ascensión y caída
La historia de la ascensión de Alfonso Gallardo, el jerezano que se convirtió en el hombre más rico de Extremadura y planeó incluso construir una refinería de petróleo en la comarca de Tierra de Baños, es aún más asombrosa. En 2016 apareció en el centésimo puesto de la Lista Forbes con 400 millones y su ambición fue tal que incluso se llegó a decir que quería comprar el Grupo Zeta, editor del diario El Periódico.
Pero su caída tiene el mismo punto en común que la de Esther Koplowitz: la deuda y la pignoración de acciones para garantizar el pago. La sociedad de capital riesgo KKR ha comunicado a la Comisión Europea que prevé tomar el control del Grupo Gallardo Balboa, especializado en la producción de acero corrugado, con fábricas en Extremadura, Madrid, Asturias y País Vasco. Y la autoridad comunitaria lo ha aceptado, lo que implica que tiene la vía libre.
Gallardo no ha tirado la toalla y espera refinanciar la deuda. Si lo logra, recuperará el control del grupo. Pero lo tiene difícil. El Grupo Gallardo está controlado por la sociedad luxemburguesa Steel Balboa 2 SRL y esta ha pignorado todas sus acciones. Y es que, en 2014, Gallardo firmó un acuerdo de refinanciación con KKR por el que suscribía un crédito de 123 millones más una línea de liquidez por 200 millones. El acuerdo se basaba en vender Cementos Balboa y la papelera Papresa a KKR, reducir la deuda del grupo en 500 millones y devolver el crédito de 123 millones en seis años (2020).
Aunque, en realidad, Esther Koplowitz y Alfonso Gallardo no son los únicos que han pignorado acciones y no a todos les ha salido mal. La familia burgalesa Antolín, una de los más importantes de la industria auxiliar de automoción en España, ha pignorado sus acciones de Antolín Irausa para garantizar sus emisiones de bonos y otros préstamos.
Antolín, a pasos de gigante
El Grupo Antolín ha llevado a cabo una estrategia de expansión internacional y de nuevos productos, con operaciones como la compra de la división de componentes de interior a la multinacional Magna Automotive o el proyecto RDI & Convergence para la investigación de materiales ligeros, entre otros.
Por otra parte, la familia ha reforzado su control en el grupo de automoción. En febrero de 2013, los Antolín constituyeron la sociedad holding Sarmental Gestión, participada por Avot Inversiones al 100%. Sarmental (actualmente, Antolín Holdco) compró hasta el 32,62% de Antolín Irausa por 125,9 millones, lo que suponía valorar el 100% del grupo en 386 millones. En este paquete figuraba una participación del 22,86% que hasta entonces estaba en manos de Anira Inversiones, entidad ahora extinguida y que estaba participada por Caja Burgos, Caja Ávila y Caja Navarra, entre otras. El precio de la compra del 22,86% de Anira en Antolín Irausa ascendió a 85 millones de euros y supuso una plusvalía de 1,3 millones para Anira.
Parte de estas operaciones se financiaron con la emisión de bonos, préstamos sindicados y otros créditos, parte de los cuales están garantizados con las acciones pignoradas. Actualmente, la deuda asciende a 1.259 millones, de los que 650.000 corresponden a bonos (150.000 menos que el año pasado) y 411 millones a sindicados. Pero, pese a que las deudas parezcan altas, están respaldadas por un negocio sólido y la propia valoración del Grupo Antolín.
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