La instantánea, será difícil de olvidar. El cohete más potente del mundo, el Falcon Heavy de SpaceX, abandonaba en la inmensidad del espacio un brillante Tesla de color rojo y descapotable. Al volante, un maniquí vestido de astronauta. En la radio: Space Oddity, del genio David Bowie.
En ese mágico momento, el nombre de Tesla volvía a quedar ligado por siempre a la historia de la ciencia y la tecnología. A Nikola Tesla, del que toma su nombre la compañía de vehículos eléctricos de Elon Musk, se le considera fundador de la tecnología moderna. Pionero de la electricidad y la robótica, entre otras muchas disciplinas, también lo fue de los drones. Su primera patente de vehículo de control remoto data de 1898. Algunos le acusaron de usar magia o telepatía cuando desde una caja dirigía, sin cables, un pequeño barco. Hoy, 120 años después, pocos son los que dudan de las posibilidades de esta tecnología, aunque sí de que su implantación en las ciudades se produzca a corto plazo.
Más de 3.000 operadores en España
La existencia de las aeronaves sin tripulación no es algo novedoso. Como ha ocurrido antes –cabe recordar el GPS o el ultrasonido que permite la realización de ecografías– los primeros prototipos de lo que conocemos como drones fueron desarrollados por el ejército de EE UU. Se trataba de aeronaves con motores de cortadora de césped mejorados que posteriormente se emplearon en combate. Hubo que esperar una década para que se apostara por su dedicación fuera del mundo militar. Pero, su verdadera popularización ha llegado hace apenas 10 años, gracias a la reducción de costes, el desarrollo de la tecnología y a la mayor fiabilidad de los vuelos. Tanto es así que, en este impasse el número de fabricantes de drones se ha triplicado.
¿Significa eso que tenemos ante nuestras narices una auténtica burbuja? La catedrática Cristina Cuerno Rejado, de la Escuela Técnica Superior de IngenieríaAeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid lo niega. “Muchos creen que ha sido un auténtico boom surgido de la nada, pero es que hasta hace relativamente poco no se había llegado a un nivel técnico que permitiera el desarrollo de la gran cantidad de misiones diversas en el campo civil y comercial”, afirma a Forbes.
Las proyecciones de prestigiosas consultoras y bancos de inversión dibujan a futuro un mercado global de cifras millonarias, así como nuevos modelos de negocio adaptados a estas tecnologías. Por ejemplo, la consultora PwC, considera que la revolución de las aeronaves no tripuladas aportará a las empresas, sean del sector que sean, oportunidades de negocio por un valor total superior a los 106.000 millones de euros. Por eso, y a pesar de que el mercado mundial está controlado por EE UU y China, en Europa nadie quiere dejar pasar la oportunidad de hacerse con un pedazo del pastel. Y España, con más de 3.000 operadores, ha identificado claramente la importancia de desarrollar el sector civil de drones, por el que ha apostado a través de una nueva iniciativa legislativa más flexible. Un real decreto, en marcha desde enero, permite, sin perder de vista la seguridad, operaciones desconocidas hasta ahora.
Así, ya se pueden ver drones sobre zonas urbanas o aglomeraciones de personas al aire libre que prestan apoyo a la policía en el control de aduanas o en la gestión del tráfico por carretera. Incluso convivirán con las estrellas porque la nueva legislación introduce la posibilidad de realizar vuelos nocturnos. Salvador Bellvet, presidente de AEDRON, la mayor asociación de pilotos de drones de España detalla a Forbes que “la nueva norma no es perfecta, pero abre un filón de servicios en las ciudades siempre que se cumplan los requisitos de seguridad”.
Acrobacias para la inversión
El sector de los drones en España se encuentra en una fase incipiente de desarrollo. Hasta el momento, las actividades más habituales de los operadores han sido la grabación de vídeos y la fotografía. Debido a que su coste era inferior al de otras actividades, y también por las limitaciones legales preexistentes, más del 90% de los operadores comerciales registrados se dedican a este segmento de actividad. “Desde 2014, muchos se han convertido en operadores de drones por un coste muy bajo –curso de piloto, adquisición de un dron y seguro obligatorio por poco más de 2.200 euros– lo que les hacía pensar que, en una época de crisis económica, podrían encontrar una entrada de capital fácil y segura” explica Antonio Sousa, miembro de la Comisión asesora de drones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.
Los datos del sector revelan una elevada fragmentación empresarial, proyectos jóvenes sin apenas experiencia previa, cuya facturación en el 45% de los casos no supera los 50.000 euros. Pero este escenario se espera que cambie pronto: “Las empresas operadoras crecerán para hacer frente a las potenciales necesidades de organización”, augura Manuel Oñate, presidente de AERPAS, asociación dedicada a los sistemas aéreos no pilotados.
A pesar de que el gobierno español no está precisamente entre los primeros puestos en el ranking de inversión en programas de I+D+i –el 30% del capital procede del ámbito universitario y el 50% es autofinanciación–, se ve con optimismo la llegada de inversores extranjeros, que podrían dar el empujón definitivo al sector. “Cuando de manera realista y pionera un país ofrece tanto a la industria nacional como a la foránea, atrae un entorno de inversión de incalculable valor tecnológico y rentable” subraya Antonio Sousa.
Pero, ¿veremos cambios significativos de forma inmediata? La profesora Cuerno Rejado rebaja las expectativas iniciales: “probablemente de manera abrupta no, ya que el sector tiene que asimilar la nueva normativa y adaptarse a ella”. Sin embargo, la posibilidad de realizar trabajos más allá de la mera exhibición incrementará pronto la oferta de servicios. En el corto plazo, la obra civil –supervisión de redes extensas de carreteras, vías férreas u obras en construcción– la filmación topográfica y la agricultura o la minería serán las áreas en las que veremos mayor expansión.
Según Manuel Oñate, de AERPAS, “la tecnología se empleará pronto en ámbitos relacionados con la seguridad, privada y pública”. Sin ir más lejos, la DGT acaba de ampliar su servicio de vigilancia aérea con drones a modo de prueba. “Contribuirán a una mejor gestión del tráfico y a una mayor protección de los colectivos vulnerables, como los ciclistas, y a un mejor servicio en operativos especiales” detalló el director de la DGT, Gregorio Serrano.
La ‘agricultura de precisión’ es una de las áreas que ofrece más posibilidades de desarrollo y rentabilidad en el corto plazo –según el ministerio de Fomento, alcanzará los 585 millones de euros en 2050–. En los años 80, Japón se sirvió de máquinas voladoras para enfrentar el elevado envejecimiento de su población y la falta de mano de obra y evitar así el abandono de los cultivos. El gobierno japonés pidió al grupo Yamaha desarrollar aviones teledirigidos sin piloto para fumigar campos de arroz y así ahorrar los escasos recursos humanos.
Casi cuarenta años después, son los agricultores españoles los que optan por los drones para el cuidado de sus plantaciones. Con 23 millones de hectáreas sembradas en nuestro país, estos aparatos se erigen como una palanca de cambio imprescindible en la industria agroalimentaria. Al digitalizar los campos en alta resolución, se pueden observar con mayor precisión fallos o anomalías del terreno, e incluso contabilizar de forma automática los elementos que componen un paisaje. “Ahora se abre la posibilidad de realizar operaciones dentro del alcance visual aumentado. Vuelos de más de 500 metros a la ayuda de observadores en contacto visual permanente con el dron. Esto permitirá ampliar nuestro área de acción”, apostilla a Forbes Alberto de Pascual Tormo, ingeniero en el Grupo Buitrago, que desarrolla soluciones para el sector agrícola en el levante español.
La ampliación de escenarios de vuelo agranda la muestra de datos, una excelente noticia para el siguiente paso: el empleo de inteligencia artificial. Precisamente, predecir resultados agronómicos para una mejor productividad es parte del ADN de Hemav, empresa de origen español líder en Europa en la agricultura de precisión con drones. Hoy está presente en más de 8 países tras conseguir 3,4 millones de euros (todo un récord en España) en dos rondas de financiación.
Libros, zapatos y sushi
Solo de pensarlo, podría deslumbrar. Lo hemos soñado, visto en películas, leído en libros o tebeos y hasta escuchado en canciones. La escena es simple. Tomamos unas cervezas con algunos amigos en una terraza mientras llega nuestro pedido de sushi a domicilio en un paquete desde el cielo y… ¡despertamos! De momento, tendremos que abrir la puerta al repartidor de carne y hueso.
Hace cinco años, Jeff Bezos, fundador del gigante Amazon, desveló en una entrevista en el programa 60 Minutes de la cadena CBS que usaría este medio de transporte para entregar los pedidos a sus clientes. Años después, y con tan solo un primer envío de prueba, el equipo del rey de la logística sigue peleando con los legisladores de todo el mundo para hacer de Prime Air –su proyecto de envío con drones– una realidad.
Buscando la fórmula perfecta
Y no son los únicos que luchan contra los límites de la regulación. Alibaba, Facebook, Google, Seur, UPS, DHL, Domino’s Pizza o Chipotle, por poner sólo algunos ejemplos, siguen buscando la fórmula perfecta para hacer llegar sus productos desde el cielo sin poner en riesgo la seguridad. La profesora Cuerno Rejado señala que la paquetería vía dron es “tecnológicamente posible, aunque para hacer estos vuelos con seguridad aún es temprano dado que necesitamos mayor desarrollo de algunas tecnologías clave, un marco regulatorio completo y apropiado, y un nuevo sistema de gestión del tráfico aéreo”.
De acuerdo con estimaciones del Gobierno, habrá que esperar hasta 2030 –con la integración de los drones en el espacio aéreo– para disfrutar de la pequeña paquetería y los vuelos de largo alcance. Este es el objetivo del proyecto europeo U-Space. En un punto aún primitivo, apuesta por la convivencia de los drones con el resto de aparatos en el espacio aéreo. La idea es proporcionar al piloto información en tiempo real sobre aspectos no planificados que puedan interferir en la operación garantizando la seguridad en todo momento.
Las grandes compañías saben que la espera merecerá la pena. Actualmente, en España hay una demanda anual de 645 millones de servicios de entrega, de los cuales el 60% podría satisfacerse a través de vehículos no tripulados porque suelen ser paquetes de no más de 2,5 kilos; no alcanzan el tamaño de una caja de zapatos. Es decir, que existe un potencial de 8 millones de envíos anuales para los que bastaría una flota de 1.500 drones.
Con todo, las limitaciones de seguridad no son las únicas barreras. “De momento es una utopía, porque la normativa a nivel internacional estipula que todos los drones que vayan a realizar actividades comerciales deben de tener a los mandos a un piloto, aunque el dron vaya de forma autónoma, y de momento sería demasiado costoso”, comenta a Forbes el profesor de la Universidad Politécnica de Valencia Israel Quintanilla. Además, si hablamos de números, las cuentas tampoco salen. Hoy por hoy el camión gana la partida a un dron que apenas puede volar cargado de unos kilos. “Para hacer un reparto de forma eficiente es mejor realizar un circuito, lo que exige utilizar un medio de transporte relativamente grande. En esos términos es muy difícil que el coste del transporte de paquetería compita con el terrestre”, señala Manuel Oñate, de AERPAS.
Y, ¿si el desplazamiento es de personas? Quizá hoy se prefiera cualquier medio antes que el ‘aerotaxi’, pero a buen seguro podrían cambiar las costumbres y hábitos de consumo en un futuro no demasiado lejano. “Henry Ford tuvo una visión que pocos compartieron, pero estoy convencido de que en su momento, cuando no había coches apenas, él adivinaba lo que para todos es hoy en día lo cotidiano” recuerda Antonio Sousa.
Sin duda, el transporte de viajeros constituirá uno de los grandes retos de esta tecnología y será uno de los servicios con mayor capacidad de desarrollo. Aunque parezca futurista, ya se ha convertido en una realidad. La startup china Ehang ha publicado por primera vez un vídeo de uno de sus drones volando con personas a bordo. Se trata de un taxi aéreo autónomo: el Ehang 184.
Solo el tiempo dirá si se cumplen los pronósticos y las previsiones más futuristas, pero lo que parece claro es que habrá que acostumbrarse a un cielo plagado de estos nuevos actores voladores.