A lo largo de toda su trayectoria, la marca suiza Swatch ha entregado diseños de todo tipo. Minimalistas, divertidos, fluorescentes, brillantes, ultraplanos, coloridos… Y, aún así, su última colección, Flymagic, nos ha sorprendido. Los 1.500 relojes que la componen (se trata de una edición limitada con tres diseños diferentes y 500 ejemplares de cada uno) son enormes. Su caja de acero (una de ellas, de acero y PVD) mide 45 mm de diámetro, con un bisel que se lleva todo el protagonismo. Y no deja indiferente su precio: 1.500 euros, inaudito en esta firma. Pero todo tiene su explicación.
DE ESTRENO
El Grupo Swatch ha elegido Flymagic para insertar por primera vez su nueva espiral Nivachron, elaborada conjuntamente con Audemars Piguet. Este resorte regulador se ha fabricado con una aleación de titanio, un metal paramagnético, lo que quiere decir que es ligeramente atraído por los imanes (no confundir con un metal antimagnético como el silicio, del que Nivachron es una alternativa). Según un comunicado de Swatch, “los campos magnéticos que nos rodean pueden tener un efecto adverso sobre los movimientos de los relojes mecánicos y, en este sentido, la espiral Nivachron reduce en más de diez veces estas influencias perjudiciales, dependiendo del tipo de movimiento”. También soporta estoicamente las variaciones de temperatura y es muy resistente a los golpes.
Su movimiento mecánico automático está invertido, y toma como base el Sistem51 de Swatch (formado por 51 piezas unidas por un único tornillo), al que le añade 15 componentes. Tanto la nueva espiral (que se integrará en breve en todos los relojes Sistem51) como la estructura del tren de engranajes se dejan ver en el dial de los Flymagic gracias a su rotor transparente colocado en la esfera. La reserva de marcha se mantiene en las 90 horas de los System51. Y una sorpresa más: el segundero gira en sentido contrario al de las horas. Swatch Flymagic se entrega en una caja con tres correas, una de goma y dos de piel.