La imagen de Harold Lloyd colgado de las agujas de un reloj en lo alto del edificio es una de las más conocidas del cine clásico. Se trata de una de las secuencias de la película muda El hombre mosca de 1923 y supone tan sólo un ejemplo de cómo los relojes han desempeñado un gran papel en el séptimo arte.
Por nuestra cinéfila memoria desfila el Casio con calculadora de Marty McFly (Michael J. Fox) en Regreso al futuro, el Seiko 6105 que sobrevivió al Vietnam del Capitán Willard (Martin Sheen) en Apocalypse Now o aquel modelo, cuya marca no conocemos con certeza (aunque hay quien asegura que se trata de un Lancet de la I Guerra Mundial), que provocó un giro inesperado en el destino del bueno de Butch Coolidge (Bruce Willis) en Pulp Fiction.
La lista es casi infinita y personajes de toda condición han elegido los modelos de las marcas más famosas. Bruce Wayne (Christian Bale) lucía en su muñeca un Jaeger-LeCoultre Reverso Grande Taille antes de enfundarse el traje de superhéroe en Batman Begins y James Bond (Sean Connery) confiaba en un Rolex Submariner 6538 en sus peripecias en Agente 007 contra el Dr. No. Y ya que esto es Forbes, si hablamos de negocios (en este caso turbios), no nos podemos olvidar de que el narcotraficante Tony Montana (Al Pacino) invirtió parte de sus beneficios en un Omega Mágica en El precio del poder o de que el codicioso Gordon Gekko (Michael Douglas) contaba cómo aumentaba su fortuna minuto a minuto con un Santos de Cartier en Wall Street. Nada personal, solo relojes.