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En 1993, con motivo de su 125 aniversario, IWC creó un exclusivo museo en su sede de Schaffhausen, convirtiéndose en el primer fabricante suizo de relojes en contar con este tipo de instalación. Desde 2007, la colección se encuentra en la primera planta del histórico edificio principal y al frente de ella está el historiador alemán David Sheyffer.
¿Cómo acaba un historiador trabajando en una marca de relojes como IWC Schaffhausen?
Por pura casualidad. Yo iba a hacer una tesis doctoral de Historia y quería hacer algo relacionado con la relojería. Y la compañía necesitaba una persona responsable del archivo. Empecé a estudiar todos los documentos y así comenzó mi amor por la marca. Y hasta hoy, que aquí estoy.
Dentro de una historia tan larga como la de IWC, de más de 150 años, ¿cuál es su episodio favorito?
Hay muchísimos. Pero mi época preferida son sus comienzos. Cuando su fundador, Florentine Ariosto Jones, llegó de los Estados Unidos con la intención de hacer algo nuevo en Suiza. Se combinó el sistema americano de relojería con la relojería tradicional suiza, y el resultado fue algo muy especial e innovador. Desde la perspectiva de un historiador, esos años fueron muy interesantes.
¿Qué personajes ilustres han llevado un IWC en su muñeca a lo largo de la historia?
Hay muchas personas interesantes. Una de ellas es Winston Churchill, del que conservamos su reloj de bolsillo en el museo.
¿Qué más podemos encontrar en el museo de la marca?
La colección comienza con los relojes de bolsillo de 1870 del fundador de la marca y paseando por la exposición se puede observar cómo ha sido el desarrollo de IWC a lo largo del tiempo. En 2010 nos convertimos en un museo oficial de Suiza, certificado como un centro de la cultura, algo que es muy importante para mí y que nos hace sentir muy orgullosos, porque no es solamente un museo de la firma, sino que representamos parte de la historia de la relojería.
¿Cómo se consigue hacer atractivo un museo de relojes al público general?
Cada vez es más complicado, porque los jóvenes están acostumbrados a la interacción digital, pero los relojes son instrumentos analógicos. Así que hay que mezclar ambos mensajes, mostrar los relojes en un ambiente digital. Y hay que ofrecer una experiencia diferente. Si vas al museo, tiene que ser algo muy impresionante, que te permita descubrir, tocar… Creo que se está produciendo un gran cambio en el mundo de los museos; se está pasando de solamente ver a experimentar cosas nuevas.
¿Es importante conocer el pasado para poder innovar hoy?
Sí, absolutamente. Aunque se quiera hacer una colección muy nueva, con un diseño rompedor, tienes que estudiar lo que ha pasado en la historia, para ver si vas a hacer algo muy pareceido o cosas muy diferentes. Este año, por ejemplo, con la nueva línea Spitfire nos hemos acercado mucho a los relojes de los pilotos de los años cuarenta. Y es una mezcla muy interesante, porque tienes una estética vintage, pero con unos movimientos modernos de IWC. Y algo que también creo que es importante es el material que lanzamos en la línea Top Gun, el Ceratanium, que es una mezcla de titanio y cerámica patentada por IWC, muy duro y vistoso. Este año supone un momento importante en la historia de la marca porque se utiliza este material por primera vez en la línea de relojes de piloto.
¿Y qué papel desempeñan usted y su equipo en el proceso de creación de relojes como los de la línea Spitfire?
El equipo de diseño nos pregunta mucho a los responsables del museo si tenemos ciertos relojes, para ver cómo era su estética y ciertos detalles. Y viendo estos modelos antiguos, su inspiración crece. Nosotros estamos muy orgullosos de que nuestro trabajo sea importante para los diseñadores de hoy.
¿Cuál es el secreto para que una marca sea tan longeva?
En una palabra, pasión. Puede que la situación en el mercado no sea siempre buena, que pasemos por tiempos de crisis como ocurrió en los años setenta, pero los relojeros siempre trabajan con una gran pasión, apostando por mantener la técnica antigua, el sistema mecánico, y eso es lo que les gusta a los clientes.
¿Hay diseños atemporales que jamás pasarán de moda?
Claro, yo llevo un reloj de piloto de 1952 sin problemas. Y si piensa en los modelos de la familia Portuguese, verá que el diseño es casi como el original de los años treinta.