El discurso en torno al empoderamiento de la mujer ha ganado mucha fuerza, convirtiéndose en un eslogan omnipresente en los consejos de administración de las empresas y en los debates sociales. Sin embargo, a medida que las organizaciones se esfuerzan por defender la diversidad y la inclusión, es crucial analizar si el concepto de empoderamiento de la mujer es realmente eficaz o si se ha convertido inadvertidamente en una mera cáscara de su potencial transformador.
En lugar de limitarse a capacitar a las mujeres, las organizaciones deben centrarse en un enfoque más dinámico y orientado a la acción: la activación de las mujeres. Statista informó de que la puntuación media del Índice de Empoderamiento de las Mujeres (WEI) en todo el mundo es de 0,607, lo que significa que las mujeres solo están capacitadas para alcanzar el 60% de su pleno potencial a nivel mundial.
«Cuando la gente empodera a las mujeres, a veces se queda ahí», afirma Timea Faulkner, fundadora de SheROCKS y The State of Fem Art, durante una entrevista telefónica. «Puedo sentirme motivada por un discurso o un podcast que escucho. Puedo ser una campeona y que me digan las cosas increíbles que soy capaz de hacer en el mundo. Incluso puedo ser educada y recibir información que me ayude a llevar mi negocio o mi arte al siguiente nivel, pero si no tengo los recursos para avanzar en lo que me han facultado a hacer, entonces ni siquiera importa».
Trabajando en la economía de los creadores, Faulkner fue testigo de demasiados gestos vacíos de empoderamiento. SheROCKS nació en el sótano de la iglesia de sus padres. Frustrada por las desigualdades de las mujeres en las artes visuales y escénicas, empezó a organizar eventos locales para artistas. Durante la pandemia, los actos se convirtieron en galerías virtuales, que digitalizaban obras de arte para los artistas visuales y en una plataforma para que los artistas escénicos participaran en la galería. Ha desarrollado la plataforma para incluir socios, patrocinadores y creadores.
Al redefinir nuestra perspectiva e ir más allá de los gestos simbólicos, podemos allanar el camino hacia un impacto más profundo y sostenible sobre la igualdad de género en el ámbito empresarial.
El verdadero significado de activar a las mujeres
El primer movimiento masivo de empoderamiento de la mujer tuvo lugar en 1848, más conocido como la Convención de Seneca Falls. Los primeros días se centraron en la acción, moviendo significativamente la aguja de la igualdad de género. Sin embargo, en el último siglo, el concepto de elevar a las mujeres se ha convertido en una industria multimillonaria.
Ya sea a través de conferencias, tutorías en grupo o la proliferación de cuentas en las redes sociales, el sector de la capacitación de la mujer va más allá de un mero movimiento: se ha convertido en una empresa lucrativa. Aunque promete mejoras para las mujeres, estas iniciativas a veces no cumplen sus promesas.
Activar a las mujeres en la empresa implica ir más allá del concepto tradicional de empoderamiento y adoptar un enfoque más dinámico y orientado a la acción. En lugar de limitarse a proporcionar apoyo u oportunidades, la activación pretende implicar, movilizar e impulsar a las mujeres a puestos de influencia y liderazgo. Hace hincapié en crear un entorno en el que las mujeres no sean meras receptoras pasivas de los esfuerzos de capacitación, sino que participen activamente en la toma de decisiones y la innovación. El objetivo es permitir que las mujeres utilicen plenamente sus habilidades, talentos y potencial, creando un panorama empresarial más inclusivo y equitativo.
«Activar son recursos intencionados», explica Faulkner. «Para mí, es dotar intencionadamente de recursos a las mujeres artistas. La activación consiste en proporcionar la plataforma, en traer gente para celebrarlas».
Pasar de la motivación a la dotación de recursos
Aunque el panorama competitivo entre mujeres ejecutivas se ha desacelerado, los celos siguen existiendo entre algunas personas, lo que crea dudas a la hora de activar a otras mujeres. Las redes sociales desempeñan un papel importante a la hora de compararse con los demás. A medida que las mujeres disponen de más oportunidades, la competencia disminuye. Esta mentalidad de escasez dará paso a esfuerzos de colaboración.
Las empresas pueden incorporar una mentalidad y un entorno de trabajo de activación a su estrategia de empoderamiento, proporcionando la formación necesaria para el autodesarrollo, espacios seguros para que las empleadas asuman riesgos, y la tutoría y el patrocinio adecuados. A través de este tipo de programas u organizaciones, las mujeres ganan exposición, se sienten apreciadas y están más dispuestas a devolver el favor.
«Tener el síndrome del impostor, en el que, aunque estés cualificado dentro de tu sector o espacio creativo, existe esa necesidad de demostrar que eres el mejor», concluye Faulkner. «Nos ha impedido acercarnos a los demás y comprender que si creamos, conectamos y colaboramos, no hay límite a lo que podemos conseguir. Si nos quedamos dentro de nuestra burbuja o dentro de nuestras cajas, seguiremos siendo micro. Pero supongamos que empezamos a reinvertir unas en otras. En ese caso, muchas pequeñas empresas propiedad de mujeres o muchas pequeñas empresas o iniciativas creativas de mujeres se convierten en macroempresas, propiedad de mujeres y en iniciativas de mujeres».