«La vida es una mezcla de soltar y permanecer»
Amaya Villar Navascués es una de las sorpresas de los Goya 2024: su ópera prima como directora Contigo, contigo, sin mí está nominada en la categoría de mejor largometraje documental. Una mirada femenina y profundamente personal en la que reivindica el derecho a defender la individualidad, a equivocarse, a perdonarse.
Amaya se refiere a la película como un ejercicio catártico al que ha dedicado todo el último año para domar 450 horas de material doméstico grabado a lo largo de 20 años: «Soy muy emocional pero me hago Excels para categorizar las secuencias». Un ejercicio de autoconocimiento que le lleva a plantear cómo funciona el amor a través de sus relaciones sentimentales: el peso de la culpa, la aceptación de las vulnerabilidades, el aprendizaje de los errores, reírse de una misma.
Un desnudo emocional, una terapia narrativa, un viaje a nuestra propia evolución con la intención de «verme a mí como si no fuera yo». La directora se comparte venciendo sus pudores más íntimos, poniéndose en la piel del espectador. Este ejercicio de honestidad le está dando grandes satisfacciones porque le permite experimentar una conexión excepcional con un público que se ve reflejado en la película como si fuera un espejo. «Si algo viene de dentro llega muy adentro».
Contigo, contigo sin mí empezó siendo Culpa año cero, un proyecto inicial sobre los cincuenta videodiarios sorpresa que grabó Villar a su novio para compensar los días que pasaron separados durante su estancia en la escuela de cine de San Antonio de los Baños (Cuba). Como resultado de la mentorización de Fernando León de Aranoa el proyecto se convirtió en una línea de vida que amplió a veinte años de su vida: desde los diez y ocho hasta los treinta ocho.
«La película me ha hecho querer ser más yo»: esta es la conclusión de una autora que, a sus cuarenta años, abre el capítulo de su propio nombre activando una mirada más compasiva y liberada.
Como curiosidad, la técnica de postproducción que ha permitido a Amaya utilizar las imágenes de sus ex parejas se llama rotoscopia y consiste en generar una capa de animación que reproduce las caras preservando su anonimato. Se han empleado 4 horas de trabajo por cada segundo de metraje, desarrollo visual de María Pareja, ganadora de un Premio Annie (los Oscars de la animación).