La startup biotecnológica de Elon Musk, Neuralink, con la que pretende desarrollar un implante cerebral para poder tener conectar directamente el cerebro a un microordenador, vuelve a estar en el foco mediático. El medio estadounidense ‘Wired‘ ha publicado una investigación que demuestra que Neuralink y la Universidad de California en Davis mantienen en secreto las fotografías que muestran las experimentaciones que hacen con monos que acaban perdiendo la vida.
La revista americana ha tenido acceso a documentos internos confidenciales que cuentan como, concretamente, uno de los monos sufrió un crecimiento anormal de su cerebro. El causante, según cita el artículo, podría haber sido un «adhesivo tóxico» que utiliza se utiliza en el implante y que aparentemente se habría filtrado en el cerebro.
El mono tuvo que ser sacrificado en septiembre de 2018, y según recogen los investigadores de ‘Wired‘, tras la autopsia descubrieron que el cráneo se había deformado y roto y que el cerebro se salía del propio hueso.
Según la ley en Estados Unidos, este tipo de acciones no están permitidas, pero el centro universitario en el que se realizaron estas pruebas estuvo exento de consecuencias penales porque informó de lo que se estaba realizando. Sin embargo, Elon Musk ha rechazado estas acusaciones recientemente atribuyendo las muertes a otras causas y defendiéndose al afirmar que escogen monos «ya cercanos a la muerte».
Los empleados que trabajan allí, tal y como apunta Wired, están sujetos a acuerdos de confidencialidad. La Universidad UC Davis, por su parte, sí que tiene que dar fe de lo que ocurre en tanto que está sujeta a la ley de registros abiertos de California, por la que las fotos deberían ver la luz pública.
También existen vídeos, que grabó Neuralink y a los que podía tener acceso también el centro de investigaciones californiano, y que también continúan en secreto. La relación entre ambos organismos parecía tensa. La empresa de Elon Musk era muy celosa con el contenido que poseía la UC Davis y controlaba que no se divulgara información. Eso sí, los documentos escritos no podían permanecer ocultos por ley.
La Universidad afirma haber entregados los archivos que legalmente estaba obligada a proporcionar. Sin embargo, se negaron a entregar otros documentos, como las fotografías, amparados en algunas excepciones de la ley.
Para colocar el implante en los animales, los monos tienen que sufrir una perforación en su cráneo del tamaño de una moneda pequeña. Los momentos en los que sale mal la operación o acaba teniendo consecuencias fatales, permanecen bajo llave, y según los investigadores en declaraciones a Wired, solo estarán disponibles para «investigaciones y prácticas clínicas».
La Universidad arguye que el público no entendería las imágenes y se podrían «malinterpretar«, como recoge la investigación, porque no están «contextualizadas» y podría dar pie a confundir la investigación en sí con la mera crueldad.
Además, interpretan que podría desencadenar un acoso hacia los trabajadores por parte de aquellos que rechacen estas prácticas. Por eso, no aparecen sus nombres visibles en los documentos que se han hechos públicos.
Por otra parte, los defensores de la divulgación de estas imágenes creen que podría despertar concienciación sobre las prácticas que allí se realizan y sobre cómo se usa a los animales para probar productos antes de dar el salto a los humanos. Por su parte, el centro de investigación recalca que la publicación de esas imágenes solo conduciría a que en el futuro no se grabasen esas imágenes, pero no a que no se experimentara con animales.
La UC Davis dejó de realizar estas pruebas en 2020, momento en el que Neuralink trasladó a sus propias instalaciones estas experimentaciones. Desde entonces, el hermetismo es total. En todo caso, Neuralink comenzará pronto su ensayo en humanos una vez que ha completado las últimas fases de pruebas en animales.