Lo único constante es el cambio. Las impredecibles perturbaciones del mercado, como pandemias, guerras o disturbios sociales, desencadenan inevitablemente cambios en el sentimiento de los inversores y 2023 es una clara muestra de ello. Así, estamos observando cómo los cambios en los mercados desarrollados y en desarrollo están suscitando tres preguntas recurrentes por parte de los inversores:
- ¿Qué implica en las carteras la dislocación del mayor sistema bancario del mundo?
- ¿Es momento de volver a los mercados emergentes?
- ¿Es Japón, ese mercado infravalorado y tan poco analizado durante décadas, ahora uno de los mejores lugares para invertir?
Si bien no existe respuesta única puesto que la línea de actuación ideal varía en función de las necesidades específicas de los inversores, la experiencia y el análisis nos han demostrado que el mejor enfoque a seguir para identificar oportunidades en épocas de cambio reside en centrarse en los fundamentos de cada empresa y comprender las presiones externas que pueden influir en su fortaleza a largo plazo.
Banca regional: ¿demasiado pequeños para prosperar?
Las quiebras de bancos regionales de 2023 han puesto en evidencia dos problemas estructurales del sistema financiero estadounidense: una regulación insuficiente y un marco deficiente de seguro de depósitos. El temor de contagio provocado por estos desplomes ha ido suavizando en los últimos meses debido a nuevas consideraciones sobre una naturaleza idiosincrásica más que sistémica. Sin embargo, aunque las causas pueden ser propias de cada banco, no podemos decir lo mismo de los efectos. El aumento de la regulación probablemente creará vientos en contra de la rentabilidad. Al mismo tiempo, la desconfianza de los depositantes en los bancos más pequeños y menos regulados podría provocar continuos problemas de financiación que limiten su competitividad.
Al igual que la crisis de 2008 provocó una oleada de ventas de activos con descuento, estas presiones crearán inevitablemente oportunidades de compra. Pero no todos los bancos son iguales, por lo que los inversores tendrán que prestar mucha atención a dos cosas: la sostenibilidad de los modelos de negocio de los bancos independientes y cómo sus rendimientos sobre el capital -una medida clave de la productividad financiera- se verán afectados por los costes de una regulación más estricta.
Mercados emergentes: ¿por qué ahora?
Aunque la incertidumbre persiste en los mercados en desarrollo, el viento está volviendo lentamente a favor de los mercados emergentes. A vista de pájaro, estas regiones presentan diferentes condiciones que mejoran al unísono: el fin de los ciclos de subidas de tipos; un dólar estadounidense estable o posiblemente más débil; y unas perspectivas de crecimiento económico sólidas en comparación con los mercados desarrollados, además de unas valoraciones baratas. La reapertura de China ha sido el punto de inflexión este último año y, lo que es más importante, debería ayudar a contrarrestar el debilitamiento de la economía estadounidense. Otros países en desarrollo, como India e Indonesia, siguen experimentando el crecimiento económico más rápido del mundo.
No obstante, a pesar de este positivo impulso, el contexto sigue siendo de mucha incertidumbre. ¿Cómo se verán afectadas las operaciones empresariales si sigue aumentando la tensión entre China y Occidente? ¿Las medidas de transición energéticas del gobierno pondrán en jaque las ventajas competitivas de las grandes empresas?
Japón: ¿el país de los rendimientos crecientes?
El sentimiento sobre Japón también está cambiando. Desde los años 80, el país ha sido el gran olvidado de los inversores. La burbuja de activos de los últimos diez años generó desconfianza ante posibles valoraciones infladas y una deflación persistente, mientras que las bajas rentabilidades del mercado de renta variable llevaron a una generación a considerar que Japón era prácticamente «ininvertible». Pero, estas percepciones están cambiando a medida que los inversores ven los resultados beneficiosos de años de reformas estructurales diseñadas para impulsar la responsabilidad de gobernanza de las empresas. Ese cambio comenzó bajo el mandato del Primer Ministro Shinzo Abe y sus Códigos de Administración y de Gobierno Corporativo. Al principio, estos códigos no parecían especialmente eficientes, pero han permitido sentar las bases de los cambios que están mejorando sustancialmente las perspectivas de rendimiento de capital de las empresas del país del sol naciente. Más recientemente, la Bolsa de Tokio endureció sus normas para exigir a las empresas que cotizan por debajo de su valor contable durante demasiado tiempo que demuestren mejoras o podrían arriesgarse a una exclusión del selectivo nipón.
Gestión activa: el camino a seguir.
Los cambios en las opiniones regionales parecen estar impulsados por un hilo común: unas valoraciones que no reflejan las perspectivas de rentabilidad. Para aprovechar las oportunidades que presentan estas tendencias es vital basarse en un análisis fundamental profundo de las perspectivas de rentabilidad de las empresas. De cara al futuro, el análisis ascendente y riguroso -seña de identidad de la gestión activa- será fundamental para identificar las mejores oportunidades de inversión del siguiente periodo de cambio.
Por lo tanto,si los inversores buscan refugio a la volatilidad o sitratan de aprovechar las oportunidades que surgen de ella, nuestro objetivo es ayudar a simplificar la complejidad y optimizar la toma de decisiones para cumplir mejor los objetivos de inversión. Este ha sido siempre nuestro papel como gestores activos y adquiere ahora mayor relevancia a medida que las turbulencias y las señales contradictorias se convierten en una norma.
* Evan Russo es CEO de Lazard Asset Management.