Las bolsas de basura son el Facebook de tu vida. Los contenedores de basura de las comunidades son como un grupo de WhatsApp, en donde todo el mundo desecha sus sobras sin importarle lo que el vecino arroje.
Las bolsas de basura de los viejos son recicladas (concretamente, las de la frutería de la mañana). Atadas con un pequeño nudito, esconden una dieta parca en alimentos y cajas de medicinas caducadas. Las bolsas de basura de Manhattan son gigantes, se podría dormir uno dentro, transparentes, llenas de latas recicladas para que una mujer oriental las transporte de esquina en esquina y las revenda para pagarse el wok del día.
Las bolsas de basura de Beverly Hills tienen miedo de que se las pasé por rayos X porque más de una televisión ha conectado para abrir con un directo de los restos de Sylvester Stallone o de Banderas y Melanie Griffith, cuando aún tiraban basura juntos. La basura de las bolsas de los famosos es la única realidad de sus vidas.
Las bolsas de basura frente a la sede de los partidos dicen que son de un negro opaco que impide ver los documentos triturados en tiras. Las bolsas de basura de los corruptos guardan la pasta al peso ahora que un kilo ya no pesa un kilo. La bolsa de basura de American Beauty es un canto a la libertad, empujada por un remolino de viento, que sube a darse un garbeo para ver si alguna abuela se ha puesto una prima suya en la cabeza para no mojarse el pelo.
Y baja cuando la bolsa baja. Cuando la bolsa baja la basura se esparce… pero esa es otra historia.