La vuelta a la realidad, el “january blues” o la tristeza de enero postnavideña podrían canalizar sentimientos negativos o incapacitantes para afrontar este nuevo año. Y aún más si la situación en la que te encuentras es estar reconsiderando tu relación con el trabajo, e incluso llegar a detestarlo y estar sumido en el síndrome del burnout; otro de los fenómenos o patologías de la era moderna provocadas por factores como la explotación laboral o el culto a la productividad.
Ese estrés o agotamiento laboral crónico que lleva al empleado a un estado decadente y débil afecta directamente al rendimiento y produce resultados negativos tanto a nivel físico como mental, ya sea en el trabajo como fuera de él. Entre las consecuencias, pueden derivarse desde enfermedades arteriales coronarias, hipertensión, trastornos del sueño, hasta depresión, ansiedad, e incluso un aumento del consumo de alcohol y drogas.
En 2019, la OMS declaró el burnout un fenómeno ocupacional en la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades, definiéndolo como un «estrés laboral crónico que no se ha gestionado con éxito», que, según una encuesta de Deloitte afecta a gran parte de la población. Y es que, esta evidenció que el 77% de los trabajadores habían experimentado agotamiento y el 90% de ellos que el estrés había afectado negativamente a su trabajo, como una respuesta inmediata que deriva en el agotamiento, el cinismo y la ineficacia. Pero no te preocupes, con la finalidad de confrontar el síndrome, e incluso prevenirlo, proponemos una serie de consejos o maneras prácticas y eficaces:
La búsqueda del escapismo o la desconexión laboral
Cuando el trabajo ocupa gran parte de tu vida, el hecho de encontrar formas de evadirse de todo ese universo se convierten en algo esencial. Una de ellas sería la elaboración de un plan que ayude a distenderse o relajarse durante la semana, ya sea invirtiendo tiempo de calidad a solas, practicando el autocuidado o dando prioridad a una rutina de atención plena.
Dentro de esos planes escapistas y/o hedonistas con los que sustituir las emociones negativas por otras positivas, podrían encontrarse el cocinar, quedar con amigos, hacer deporte o desconectar del mundo online, especialmente para aquellos que estén crónicamente conectados. Eliminar aplicaciones o desactivar los mensajes o el correo electrónico en aquellos momentos en los que se acaba el turno laboral serían primordiales para tomarte un descanso real, y centrarte en ti mismo y en lo que realmente quieres.
De hecho, en este sentido, podríamos usar la tecnología a nuestro favor a través de una serie de herramientas como Slack con las que establecer un horario de notificaciones para no recibir mensajes fuera del horario laboral. También podría optarse por la función de “actualización de estado” para avisar en los momentos en los que estás comiendo o realizando una tarea concreta, para que estos puedan anticiparse a una respuesta tardía y que no te sientas presionado todo el tiempo.
Programar microdescansos
Si tenemos en cuenta que la capacidad de atención de un adulto medio oscina entre los 90 y 120 minutos, y que alcanza su máximo a los 45 minutos, programar una serie de descansos de unos 10 minutos entre un intervalo de unos 90 mins podría ayudar a reestablecer la capacidad de atención así como mantener el
impulso cognitivo para el siguiente intervalo de trabajo.
Al fin y al cabo, la idea detrás de todo esto es dejar que el cerebro descanse y desconecte de manera intermitente para recuperarse y poder seguir con la jornada de manera eficaz. Esa micro pausa de 10 minutos se convierte en el tiempo ideal con el que reponer energías, y favorecer el bienestar individual y el
rendimiento laboral.
Acondicionar el espacio de trabajo
Trabajar en casa puede resultar muchas veces contraproducente si tu espacio ad hoc no es el adecuado. Así, una oficina en casa más ergonómica contribuiría a mejorar la salud física y la productividad, más allá de potenciar la paz mental. Trucos como el ajustar la pantalla del ordenador y alinearla a tus ojos, en lugar de
hacer que la mirada se dirija hacia abajo, podría evitar asimismo todos esos problemas de posturas y dolor de espalda.
Comer con un ser querido
Según un informe reciente de la Asociación Americana de la Salud, compartir una comida con un ser querido o con un amigo puede reducir tus niveles de estrés, mejorar la jornada laboral y ayudar a elegir alimentos más saludables. Esos momentos te aportarán asimismo paz, tranquilidad y evasión para
“resetear” tu mente y volver a tu puesto de trabajo renovado y con las pilas cargadas.
Practicar el autocuidado
El amor propio y la autodedicación son esenciales, y aún más cuando estás sumergido en un estado de agotamiento permanente en el que cuidarse emocional y físicamente se convierten en un deber. Para poder superar todo ese proceso, es fundamental dedicar unas horas a la semana a centrarse en uno mismo mediante una serie de prácticas poderosas.
Dentro de esta filosofía de vida, y sus actos de redención y libertad, entrarían una serie de actividades relajantes o desestresantes como practicar yoga, meditación o pasear por la naturaleza. El hacer ejercicio, realizar actividades que aporten energía y estar en conexión con la luz solar se convierten en praxis positivas y efectivas para reanimar el estado emocional y espiritual.