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Blanca Sorigué: «Sobre las mujeres aún planean muchos prejuicios»

La directora general del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona habla de las cosas que ha aprendido sobre los negocios y la vida.
Fotografía: Lander Larrañaga

Cuando hace tres años Blanca Sorigué (Pobla de Segur, 1973) fue nombrada la primera directora general del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona ya llevaba más de dos décadas liderando en un sector empresarial mayoritariamente masculino. Hoy, sus reflexiones y su ejemplo sirven de inspiración para muchas otras mujeres:

«Ser la primera mujer en un cargo siempre es un reto y una responsabilidad. A lo largo de tu vida profesional hay diferentes tipos de recursos: los que te encuentras y los que te propones. Pero, en mi caso, coinciden. Nunca me planteé ser la directora general del Consorcio, me lo propusieron y, para mí, todo lo que suponga un paso adelante profesional al final es un reto personal. 

Eso de ‘no sé si lo sabré hacer’, tendría que desaparecer de las conversaciones, porque te autolimita. Yo siempre he pensado al revés. Cuando estudiaba y tenía exámenes, unas veces iba bien preparada y otras no, pero siempre me presentaba. Para eso también sirve la autoconfianza. 

El miedo te paraliza. Y la paralización es un gran problema, porque el mundo está en constante movimiento y todo cambia cada día. El miedo siempre aparece en escena, pero se combate con una actitud positiva y dinámica y, sobre todo, con valentía, que es algo que tenemos que tener todos, pero más las ejecutivas.  

La humildad te enseña que puedes equivocarte, pero indica que, como mínimo, lo estás intentando. 

A veces te sientes muy sola en el mundo empresarial. Y esto no significa que no tengas un buen equipo ni que no confíes en ti, sólo que al final llega un momento en que tienes que tomar decisiones sola. Si te pagan para que dirijas, tienes que dirigir. 

Vivo el feminismo en el sentido de la igualdad más absoluta, y no sólo como una cuestión de género. Dicho esto, en mi carrera profesional nunca he tenido que demostrar si soy igual que un hombre, porque mi entorno me lo ha facilitado mucho. Pero, cuando sales del ámbito personal y familiar la realidad es muy diferente. 

La mejor forma de aprender es con un ejemplo. Y lo que veas desde la infancia marcará que después tú puedas incidir en un mundo mejor y más igualitario. Mis hijas ven todos los días que tengo mucho trabajo, pero yo ya lo vi antes en mi madre. A ellas procuro inculcarles que lo más importante es que puedan elegir. 

Sólo eres libre si puedes elegir. Pero para poder elegir antes hay que ser autosuficiente e independiente. He comprobado que cuando los hombres se encuentran con mujeres que actúan de verdad, son respetadas. Si tú te posicionas de verdad las cosas cambian… Pero si no tienes confianza y te autolimitas, esto te hace bajar de peldaño. Esto, evidentemente, viene de la cultura que nos rodea. 

Viajando me he visto muchas veces siendo la única mujer entre hombres y en muchos mercados donde la mujer no figura. Y además, viajaba sola. Pero sin complejos y con valentía –o inocencia, depende de cómo lo mires–, la clave no es que te vean como un igual, sino que te sientas igual.

Sobre las mujeres aún planean muchos prejuicios: el primero, el «cómo habrá llegado a ese cargo». Esa sombra de sospecha todavía existe… Y ese «será por algo», generalmente no coincide con la capacidad de las mujeres. Esto sí es una desigualdad. Detalles como estos son los que van minando.

Las mujeres nos autoexigimos mucho. De entrada, siempre queremos mejorar, y esta es una gran capacidad, una gran potencia. 

El multitasking se ha tratado de forma negativa con las mujeres. Los conceptos importan, y decir de una mujer «que vale para todo» puede ser muy positivo o que simplemente seas la que hace todas las que no quiere hacer nadie. Las mujeres saben tratar diferentes temas y con diferentes públicos y generar sinergias… y estas son cualidades que deberíamos poder explotar.

Polivalencia, resiliencia, complementariedad o capacidad para generar alianzas… es justamente las que más buscan las empresas hoy en día, porque en un entorno tan cambiante y de incertidumbre aquí es donde nosotras podemos aportar valor, y además son cualidades innatas.

La resiliencia es una ventaja. Por ejemplo, el nivel de supervivencia de las start up lideradas por las mujeres es mayor que las de los hombres. Nosotras tenemos una enorme capacidad de aguantar, de enfrentar los problemas y de volver a reinventarnos. Y es así, porque nuestra vida está marcada por los cambios físicos desde la adolescencia. Y también parimos… y eso no es algo que se haga en 8 minutos.

Blanca Sorigué, directora del Consorcio Zona Franca de Barcelona. Fotografía: Lander Larrañaga

Un hijo no es propiedad de los padres. Es un regalo que tienes que proteger y al que darle todo lo que puedas, educación, salud, recursos… pero no es tuyo. Por eso tenemos que educar sin condiciones ni prejuicios. 

La búsqueda de talento cada vez está siendo cada vez más difícil. Valorar un currículum es evidente, pero ¿cómo se mide la compenetración y la visión? Necesitamos gente que se comprometa. 

El estilo de dirección de una empresa marca la salud de los equipos y debería ser una de las principales preocupaciones de la organización que sea: da lo mismo que trabajes para un consorcio con 300 empresas que en una panadería.

Una empresa es como una familia y que esta sea buena no depende del cargo, del sueldo, ni de la prevención de riesgos laborales, sino del ambiente laboral. No es la silla ni la distancia entre la pantalla. Son las personas». 

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