Bonos, acciones, fondos de inversión, materias primas… y arte. Apostar por artistas emergentes, adquirir una pieza inédita de un maestro de la pintura o subirse a la ola del arte digital con los ‘non fungible tokens’ o NFT, por sus siglas en inglés, puede ofrecer a los ahorradores un refugio en época de crisis o en un escenario de inflación elevada como el actual.
La crisis causada por la pandemia, como ya ocurrió en 2008 y en otros momentos económicos críticos, ha puesto de manifiesto la resiliencia del mercado del arte y su valor como ‘trinchera’ y como herramienta de diversificación para una cartera que pueda verse lastrada por las condiciones del mercado.
“La inversión en arte siempre ha tenido un gran potencial porque actúa como valor refugio en las crisis. Siempre se revaloriza”, explica el consejero delegado de Saisho, Carlos Súarez, subrayando que el principal problema es la liquidez. No siempre es sencillo volver a convertir esa inversión en efectivo para el comprador. Además, dependiendo de la obra, puede suponer un mayor riesgo para el inversor que optar por renta variable o deuda.
Como activo alternativo, el valor de las obras artísticas resiste mejor a la inflación que otros bienes o productos de inversión. Entre 1973 y 2012, el arte ofreció un rendimiento del 18% frente al 5% de la renta fija o el 2% de la renta variable en Estados Unidos, señalaba Saatchi Art en un informe de 2016 sobre artistas emergentes en el que recogía datos sobre la conveniencia de apostar por el arte como activo financiero.
Además, “una obra artística raramente pierde valor”, destacan desde la galería de NFT Mito. Esa es la clave de su atractivo para los coleccionistas. Y ese potencial cambio de manos es lo que acaba elevando el precio de un pieza a niveles insospechados, como se ha visto a lo largo de los años en las subastas de las grandes casas. Sirva como ejemplo la venta de la obra ‘Femme asiste pros d’une fenêtre (Marie-Thérèse)’, de Pablo Picasso. En 1997 se vendió por 6,8 millones de dólares y, 16 años más tarde, volvió a salir al mercado y se colocó en una subasta en Sotheby’s en Londres por 44,7 millones de dólares. Pero su periplo no acabó ahí: en mayo de 2021 se subastó en Christie’s, en Nueva York, por 103,4 millones de dólares.
Elegir con cabeza
Pero no cualquier pieza se convierte inmediatamente en una opción de inversión adecuada por el mero hecho de estar en una galería o salir a subasta. Suárez, de Saisho, recomienda apostar por artistas emergentes cuyas obras muestren unos “buenos fundamentales”. Es decir, que tengan potencial artístico para que los comisarios se fijen en ellas. Esto se traduce en buscar a artistas cuyas obras cuenten con profundidad conceptual, que sean innovadores, destacan los expertos.
¿Y qué precio de entrada ofrece el mercado del arte? Según Suárez, los emergentes tienen piezas con precios que oscilan entre los 1.000 y los 30.000 euros, algo “asequible” en su opinión, si se compara con el importe de otros bienes ilíquidos como un inmueble.
Esta analogía con el mercado inmobiliario se aplica también a la hora de elegir una inversión en arte: ¿en el centro de una capital europea o en una alejada zona costera? ¿Un artista que interesa a diez u otro que mueve masas hacia sus exposiciones? “La liquidez es un factor muy importante, tanto como el potencial valor. Si tienes esa liquidez, la inversión en arte es mucho más rentable que la de otro tipo de activos”, sostiene el experto, que apunta a una revalorización de entre 15 y 20% de media anual de los artistas de su plataforma.
La disrupción de los NFT
Los tokens no fungibles pusieron patas arriba el mercado del arte en 2021. El año comenzaba con la venta por 69 millones de dólares de una pieza NFT del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple. Según los datos de Nonfungible.com, en todo el año se vendieron más de 565.600 obras de arte en NFT por 2.200 millones de dólares, unos 1.935 millones de euros.
«Más allá de las cifras, se trata de una gran revolución para el arte porque gracias al blockchain, por primera vez en la historia de la humanidad la obra digital de un artista es 100% trazable y existe la posibilidad de poder obtener unos ‘royalties’ asociados», señalan desde Mito.
Para Suárez, los NFT tienen “mucho sentido” para el arte digital y su irrupción va más allá de una moda pasajera. Aunque su permanencia en el mercado será más bien como certificación de autenticidad de las obras físicas, considera. “Lo más importante es el artista y la obra que hay detrás del NFT. Se puede generar una burbuja si no te fijas en quién es el artista”, añade.
Al igual que con cualquier otra inversión, la clave con los NFT es el “sentido común”, subrayan desde la galería Mito. “Igual que un coleccionista jamás iría a una subasta de arte sin conocer quienes son sus organizadores, en los NFT es importante saber en qué marketplace estás comprando, qué red blockchain o qué token utilizan”, subrayan. Y añaden, en la misma línea que Suárez, que se observe la trayectoria artística, la experiencia en arte NFT y que aporte un estilo propio.
Pese a esa trazabilidad de las obras NFT, es un mercado que tampoco se libra del fraude, como ha alertado la compañía de seguridad informática Panda Security. Para evitar las estafas, se recomienda verificar el precio de los NFT en varios portales y realizar las transacciones en páginas conocidas.