Opinión Enrique Tellado

La COP26 ha muerto, ¡viva el Black Friday!

No comprar en el Black Friday es como no jugar a la lotería de Navidad. El capitalismo de los individuos está derivando en poder presumir de consumir.

Han sido realmente pobres los resultados alcanzados en la cumbre realizada para combatir el cambio climático. Es curioso que se logre tan poco resultado con tanto despliegue: más de 100 países representados y hasta 40.000 participantes en la cumbre (algunos por videoconferencia ya que Glasgow no podía acomodar a tanta gente). En cifras: impresionante; en resultados: decepcionante. Aunque, por otro lado, me parecería realmente milagroso poner a 40.000 personas de acuerdo en algo…

Estamos en la tan anunciada semana del Black Friday. Y digo semana, porque al igual que las luces de Navidad en Vigo, el Black Friday (o sus rebajas) comienzan cuando a alguien le apetece y cada año, antes. Parece que este año las expectativas son más moderadas, pero aún así las cifras son igual de impresionantes que en la COP26: solo en US se gastaron el año pasado 30.000 millones de dólares en la semana del Black Friday (desde Acción de Gracias hasta el Cyber Monday).

Da gusto ver los grandes descuentos que ofrecen la mayoría de las tiendas. Este año he visto mucha ropa y electrónica. También viajes, videojuegos, y un montón de cosas para el hogar. Hay que relanzar el consumismo tras la crisis del covid-19 (o en medio de ésta, no estoy muy seguro). Yo estoy ya afilando la tarjeta para realizar unas cuantas compras innecesarias que acabarán en el cesto de cosas inútiles compradas con un gran descuento.

No comprar en el Black Friday es como no jugar a la lotería de Navidad. Juegas el número del trabajo por obligación, no vaya a ser que les toque a los demás y a ti no. Pues esto es parecido, compras con un 40% de descuento porque el que toma cañas contigo va a comprar un pantalón con el 35%, y no vas a ser tú el que no presuma de haber logrado una ganga revisando escaparates online. El capitalismo de los individuos está derivando en esto: poder presumir de consumir.

Las cosas innecesarias son un bien cada vez más presente en los hogares. ¿Quién no tiene un buen tapete de yoga con puntos de acupresión, un trípode estabilizador para sacar buenas fotos con el móvil o una almohada cervical curvada para relajarse en el sofá? Estos son solo tres de los ejemplos que he sacado de una web de tendencias para este Black Friday 2021. Objetos que serán de un solo uso en la mayoría de los casos. Objetos muy alejados de la economía circular que todos nos jactamos de practicar para proteger nuestro planeta.

Y es que los seres humanos somos así: queremos que el planeta no se caliente, pero seguimos yendo en coche a comprar el periódico; que los mares no se contaminen, pero nos compramos esos bañadores en el Black Friday que vienen con el 90% de descuento y que duran un par de baños porque el tinte se queda en las olas del mar; somos partidarios de que los demás reciclen; compramos derechos de emisión que, aunque sacrifican el beneficio de nuestra empresa, nos permiten seguir contaminando con la cabeza bien alta porque somos cero emisiones; y un largo etcétera de situaciones inconsecuentes y, al fin y al cabo, irresponsables.

Me pregunto si no habrían sido mejores los resultados de la COP26 si nuestros representantes fueran niños. Ellos acaban siendo más responsables, socialmente hablando. Ellos tienen mucho más claro el tema del medioambiente. Igual que tienen más claro el tema de la inclusión o el de la igualdad. Y es que parece que a ellos les educamos en unos valores que nosotros no nos aplicamos. Esperemos que cualquier tiempo futuro sea mejor.

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