Si algo va mal, puede ir peor. Siempre he sido un optimista empedernido, pero toparme de bruces con la realidad me está convirtiendo en un cenizo. Al menos, en el tema que hoy me concierne. Pensé que nunca habría nada peor que el “lo siguiente” que irrumpió hace unos cinco años, dejando sin adjetivos a nuestra ya menguante lengua. En 2017 algo no era bueno, era “lo siguiente”; incluso servía como superlativo de los sustantivos comunes, como cuando muchos decían que cualquiera no era su amigo, sino “lo siguiente”, con lo que eso quiera significar. El uso indiscriminado de esta expresión duró al menos un par de años, menguando hasta casi su desaparición. Aún quedan hoy un par de nostálgicos, como casi en todo, pero ya parece que se ha extinguido o que, al menos, quedan pocos focos abiertos.
Desgraciadamente, cuando hablamos de cuestiones idiomáticas, no hay periodos de entreguerras, no hay respiros. La caída de “lo siguiente” coincidió con el auge de la palabra “Top”, que servía para calificar a todo lo que iba desde un “OK” hasta un “Genial”. Era una palabra inclusiva, en el sentido de que incluía una escala de valoraciones tan gigantesca que no sabías realmente el grado de satisfacción de quien la usaba. “Top” servía como respuesta a frases tan variadas como: “¿Has visto ese gol de Forlán?”, “Estoy pasando por la farmacia, te compro un Frenadol” o “¿Qué te parece la última de Nolan?”. Si “Lo siguiente” mostraba falta de recursos, “Top”, que aún sigue coleando, expresa vagancia.
Pero hay una nueva palabra que amenaza con convertirse en la cepa predominante: “Brutal”, que actualmente sirve para definir todo el espectro de adjetivos que van desde “Sublime” a “Violento”. La diferencia con variantes anteriores es que esta palabra se ha colado de lleno en los medios de comunicación, a diferencia de sus predecesoras, lo que la hace mucho más peligrosa. Así lo atestigua una publicación de Paul Giblin (@paulfromhull) en Twitter, en la que recoge un pantallazo de Marca en el que se ven cuatro contenidos, de los cuales uno es un anuncio de PayPal y los tres restantes llevan ese manido adjetivo, sirviendo para definir una chilena, un derechazo y un placaje. De verdad, ¿no existen más recursos?
Una cosa es que en la calle proliferen expresiones de este tipo, que suelen ser modas pasajeras o, sencillamente, jerga callejera. Otra bien distinta es que los medios de comunicación, a los que deberíamos presuponer cierto cuidado estético y respeto por la lengua, estén escritos con un lenguaje paupérrimo, como si fuesen conversaciones de WhatsApp a las que no prestas demasiada atención. Puede que hoy me haya levantado algo cenizo, es cierto, pero es que me parece que nos enfrentamos a un problema brutal no, lo siguiente.