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Ocho libros para leer en verano (y sobre el verano)

Desde William Faulkaner hasta Haruki Murakami, pasando por Fernando Fernán Gómez.
Foto: Dan Dumitriu (Unsplash)

Se huele en el aire y se siente en la piel: el verano está a punto de llegar. En esta época del año, el modus operandi de la mayoría de la gente ir a la playa –o montaña–, tumbarse horas al sol –siempre con protección–, disfrutar de la gastronomía y, en general, descansar del bullicio de la ciudad.

Muchos también compaginan esas actividades con la lectura. Las vacaciones son el mejor momento para ponerse al día con la pila de libros pendientes que se acumulan en la mesilla durante todo el año.

Si por el contrario eres de los que no sabes cuál llevarte, aquí te proponemos ocho que tratan sobre la época estival. 

El mismo mar de todos los veranos (Ester Tusquets)

«Una primera novela deslumbrante que consagró de inmediato a Esther Tusquets como una de las grandes revelaciones de la literatura española de las últimas décadas», así describe la editorial Anagrama El mismo mar de todos los veranos.

Escrita en un castellano suntuoso y eficaz al mismo tiempo, cuenta un proceso hacia la indiferencia y la autodestrucción: la narradora descubre paulatinamente que su realidad es una mera reducción de la vida y el amor un sueño irrealizable en el que siempre traicionamos o nos traicionan. 

Un verano en Lesmona (Marga Berck)

Marga Berck es el pseudónimo de Magdalene Melchers, hija de un acaudalado comerciante de Bremen. 

En el libro contiene la correspondencia que la autora mantuvo, desde los 17 años, entre 1893 y 1896, con su prima hermana y amiga Bertha. 

Hallazgo extraordinario, porque prácticamente no existen documentos que reflejen la burguesía europea de finales del siglo XIX desde semejante perspectiva, estas cartas acercan al lector a este mundo para entender la mentalidad y las preocupaciones de la época. 

La curiosidad de Thomas Mann y Katia Mann por conocer el desenlace de los personajes empujó a la autora a desvelar su identidad y a dar con ello testimonio de carne y hueso a este evocador relato, escriben desde la Editorial Acantilado.

Luz de agosto (William Faulkaner)

El célebre William Faulkaner recupera en este libro alguno de sus personajes más memorables: la cándida e intrépida Lena Grove en busca del padre del hijo que no llegó a nacer; el reverendo Gal Hightower –atormentado por constante visiones de soldados de caballería confederados– y Joe Christmas, un misterioso vagabundo consumido por los orígenes raciales de sus antepasados.
  
Luz de agosto es una de las obras más reconocidas de este autor que, gracias a su formas de narrar –y los escenarios que describió–, se ha convertido en uno de los autores más laureados del siglo XX.

Helena o el mar del verano (Julián Ayesta)

Cuando apareció en 1952, Helena o el mar del verano fue considerada por un una de las obras más extraordinarias de la narrativa española de posguerra.

A través de los años permanece intacto el poder de sugestión y el lirismo de la escritura de Ayesta, reseña Acantilado.

Buenos días, tristeza (Françoise Sagan)

En una hermosa mansión a orillas del Mediterráneo, Cécile, una joven de diecisiete años, y su padre, viudo y cuarentón, pero alegre, frívolo y seductor como nadie, amante de las relaciones amorosas breves y sin consecuencias, viven felices, despreocupados, entregados a la vida fácil y placentera.

No necesitan a nadie más, se bastan a si mismos en una ociosa y disipada independencia basada en la complicidad y el respeto mutuo.

Un día, la visita de Anne, una mujer inteligente, culta y serena, viene a perturbar aquel delicioso desorden.

A la sombra del pinar que rodea la casa y filtra el sol abrasador del verano, un juego cruel se prepara. ¿Cómo alejar la amenaza que se cierne sobre la extraña pero armónica relación de Cécile con su padre ? 

A partir del momento en que Anne, que había sido amiga de su madre, intenta adueñarse de la situación, Cécile librará con ella, con el perverso maquiavelismo de una adolescente, una lucha implacable que, a pesar suyo, erosionará su vida y la conducirá lentamente al encuentro de la tristeza, describe la editorial Tusquets.

Las bicicletas son para el verano (Fernando Fernán Gómez)

Esta obra de teatro, considerada un clásico de la literatura española del siglo XX, cuenta la historia de una familia en el verano de 1936, al comienzo de la Guerra Civil. 

Luisito, a pesar de haber suspendido en el colegio, quiere que su padre le compre una bicicleta. Pero la situación va a obligar a postergar la compra. El estallido de la guerra retrasará todavía más los planes del niño. 

El último verano en Roma (Gianfranco Galligarich)

Aprendiz de periodista ya en la treintena y amante de la literatura, Leo Gazzarra narra en primera persona el año en que se enamoró y lo perdió todo. 

Nacido en el norte de Italia y trasladado a esa Roma seductora e inhóspita para todo recién llegado, Leo es incapaz de conservar su trabajo, sus propiedades, sus amistades. 

Su vida es un perpetuo deambular por una Roma calurosa que sólo la lluvia de verano vuelve habitable, y únicamente disfruta cuando puede abrir un libro frente al mar. 

Su peor enemigo es él mismo: deja pasar oportunidades, bebe hasta la inconsciencia, se siente solo pero no soporta a nadie.

Esa actitud se exacerba cuando se enamora de Arianna, una joven frágil, huidiza y misteriosa, a la que conoce gracias a unos amigos.

Escucha la canción del viento (Haruki Murakami)

Ópera prima de Murakami, Escuha la canción del viento cuenta la historia de un estudiante de 21 años, sin nombre, que se encuentra de vacaciones en su ciudad natal, en agosto de 1970

El joven pasa el tiempo en compañía de su mejor amigo, apodado el “Rata”, una chica con cuatro dedos en la mano izquierda y un barman. 

A estos personajes se suma la figura de un escritor, Derek Heartfield, con quien se abre y se cierra la obra. 

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