Según el FMI, entre 2009 y 2017 los precios de las turbinas eólicas, solares y terrestres registraron las mayores caídas de entre las fuentes de energía con bajas emisiones de carbono. Los descensos fueron del 76% para los paneles solares y del 34% para las turbinas, convirtiéndolos en alternativas competitivas no solo frente a las más contaminantes que utilizan combustibles fósiles, sino también respecto a las fuentes de energía tradicionales más bajas en carbono, como la hidroeléctrica y la nuclear.
En 2017, se invirtió más en energía solar que en todas las demás tecnologías de bajo carbono combinadas. Mientras el coste de la generación eólica y solar disminuyó, el de la energía nuclear y la hidroeléctrica aumentó un 21% y un 9%, respectivamente, en el mismo período. La I+D en tecnologías solares y eólicas, su estandarización y las economías de escala han hecho posible unos paneles solares cada vez más eficientes y turbinas eólicas más grandes. Y también más baratos.