La dimensión que adquieren algunos grandes grupos empresariales suele plantear de forma recurrente interrogantes sobre la oportunidad de diseñar políticas que garanticen el funcionamiento de las reglas de competencia y equidad, especialmente en la presente era digital. Según un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), el poder de mercado de los megagrupos empresariales no es fácil de medir, e indicadores habituales, como los de rentabilidad o concentración, pueden dar lugar a equívocos. Además, señala que los supuestos efectos indeseables de estos megagrupos trascienden el sector tecnológico para generalizarse a todos los demás.
Así lo recoge un reciente trabajo de técnicos de la institución que compara los precios de bienes y servicios producidos por empresas de 74 países (entre desarrollados y emergentes), considerando su coste de producción. Según el estudio, las empresas de los países ricos han incrementado el margen o sobreprecio en sus productos un 43% de media desde los años ochenta, aunque más intensamente en la década actual. En el caso de las empresas de los países emergentes, el margen solo subió un 5% de media desde 1990.
Los sobreprecios de las economías avanzadas se concentraron en las empresas ‘superestrella’, en tanto que los de las demás compañías básicamente se mantuvieron invariables, observándose el mismo patrón “en todos los sectores económicos, no solo en el de la tecnología de la información y comunicaciones”, precisa el estudio elaborado por técnicos del FMI.
