Es un dato constatado que Venezuela, ya desde la época de Hugo Chávez, tiene una desmedida afición a la emisión de dinero, como lo demuestra la desaforada inflación que registra su economía, en una tasa tan disparatadamente alta que puede recordar a la de la República de Weimar o Hungría en el primer tercio del siglo pasado.
Datos del banco central de Venezuela muestran que a principios de año la oferta monetaria, medida en M2 (un agregado monetario que incluye el efectivo en manos del público, las reservas bancarias y los depósitos a corto plazo), crecieron a una tasa superior al 30% a principios de año. Se trata del ritmo más acelerado desde por lo menos 1997 y podría indicar que el gobierno de Maduro sigue huyendo hacia adelante para contrarrestar la creciente presión internacional y las intensas protestas sociales que se registran en el país.