Banxico (el banco central de México) mantiene la cautela a la hora de pronosticar una fecha concreta para comenzar a recortar los tipos de interés, ante un panorama económico que resulta «muy incierto» y que obliga a actuar con prudencia.
Por este motivo, los miembros de la Junta de Gobierno del banco, en la reunión de política monetaria celebrada el pasado 7 de febrero (cuando se decidió congelar nuevamente los tipos en el 11,25%), se debatieron entre la posibilidad de mantener la tasa en un nivel elevado durante un tiempo considerable o comenzar a abordar el recorte de la cifra.
En concreto, según el acta de dicha reunión, un miembro llegó a señalar que en la próxima reunión podrá evaluarse, dependiendo de la información disponible, la conveniencia de ajustar los tipos a la baja, tomando en cuenta el visible progreso en la desinflación y al mismo tiempo los retos que aún prevalecen.
Al cierre de 2023, se dio un ligero repunte en la cifra de inflación, elevándose posteriormente en enero al 4,88% interanual. Este aumento obedeció a un incremento en la inflación no subyacente, toda vez que la subyacente ha continuado disminuyendo.
Pese a reconocer el avance en la desinflación y discutir la posibilidad de reducir la tasa, el banco ha advertido que este nuevo escenario no implica que se haya declarado victoria en el combate a la inflación, admitiendo que la tarea no ha concluido.
«El panorama es muy incierto, por lo que en las próximas decisiones de política monetaria deberá prevalecer la cautela y prudencia en la administración de la restricción monetaria. Cualquier ajuste eventual a la baja en la tasa de política monetaria no debe interpretarse como el inicio de un ciclo de relajación monetaria», sostuvo uno de los miembros del banco.
AJUSTE DE LA RESTRICCIÓN
El reto del Banxico es ajustar el grado de restricción de tal forma que sea congruente con una inflación que, si bien aún se encuentra por encima de la meta, ha descendido considerablemente.
No obstante, los miembros han mantenido que el enfoque debe ser prudente, cauteloso, flexible y dependiente de los datos, ante un balance de riesgos respecto de la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico que se mantiene sesgado al alza.
Este balance ha acentuado su sesgo al alza y su nivel de incertidumbre. Entre otros, habría aumentado el riesgo de que el proceso de desinflación pudiera estancarse o revertirse. Del mismo modo, se mantiene el riesgo de que un escalamiento de los conflictos geopolíticos conduzca a mayores incrementos en los costos de transporte y presiones al alza en los precios de energéticos.
Por este motivo, el Banco de México debe seguir con el enfoque de cautela que ha guiado sus decisiones. «Las acciones que se implementen serán tales que dicha tasa será congruente, en todo momento, con la trayectoria requerida para propiciar la convergencia ordenada y sostenida de la inflación general a la meta en el plazo previsto», ha explicado un miembro.
Asimismo, el banco no descarta que sea necesario mantener el nivel actual de los tipos por más tiempo del que anticipa el consenso del mercado. Ante la dinámica inflacionaria que prevalece, la entidad ve «sumamente riesgoso» incluir una guía futura por lo que debe reforzarse un enfoque dependiente de los datos.